Neon

Luz Neón

Trágicomexico, Mexicómico.

Manuel Basaldúa Hernández

 

Estoy convencido de que los mexicanos somos descendientes directos de los griegos clásicos. El drama, la comedia, las grandes reflexiones humanas y la filosofía popular son nuestras grandes pasiones, tanto para pensar como para actuarlas. El corolario es la consulta al oráculo, porque el destino debe estar marcado por las profecías, y cada cosa que sucede ya está dicho por la pitonisa, o al menos, por los astros del horóscopo que a diario se consulta.

Nuestro país luce casi moderno en la superficie, pero en el fondo seguimos siendo tradicionales y costumbristas. Tradiciones y costumbres rotas, pero sostenidas al fin, con el propósito de no llegar a una madurez de nación porque si no, entonces tendríamos que portarnos correctamente y seguir las leyes tal como son, esas que en el papel son un manojo de virtudes, justicia y rectitud, y eso no es lo que nos haría cómodos. Nos gusta ser y parecer, y en esta dura ambigüedad encontramos la salida perfecta para la vida (mexicana).

Para dar certeza a lo que digo, es necesario, casi obligatorio, que conozcamos y que leamos un libro que es la santísima trinidad del realismo mexicano: Tragicomedia mexicana en tres tomos. La vida en México de 1940 a 1970, de 1970 a 1982, y de 1982 a 1994. No tan conocido como el portero Jorge Campos, pero si influyente en las letras, el también guerrerense José Agustín, recién fallecido, nos dejó una joya de la crónica histórica.

Un trabajo meticuloso, donde reviso libros, documentos, periódicos, notas, revistas y cotejo sus datos con algunas pláticas con varios protagonistas o testigos de las épocas que abordó, para mostrarnos los entresijos de la vida política y la vida nacional tan descarnada como desigual y sufridora.

Más adelante Carlos Monsiváis haría un ejercicio similar en el periódico Unomásuno con su columna “Por mi madre Bohemios”, para apuntar los dichos de varios protagonistas de la vida nacional y mostrar ese toque tragicómico de sus acciones y sus vidas. Quizá el modelo quedó, en el cual Alejandro Rosas y Julio Patán con unas fechas más recientes en “México Bizarro”, los cuales muestran algunas pautas de esa herencia literaria para evidenciar a los gobernantes y otros personajes lo que Agustín refería de la esfera del poder y del protagonismo político.

Todo lo que sucede en la actualidad no es sino el reciclaje de lo que ya ha pasado. Es la reiteración de lo que vivimos en sexenios pasados. José Agustín lo dejo evidenciado. Los mexicanos somos proclives a repetir la historia y a tropezar con la misma piedra una y otra vez. Y también a ser insurrectos, aunque se nos vaya la vida, y a la vez nos quejemos de ello.

Señala José Agustín: “El gobierno de De la Madrid aseguraba que una de las causas estructurales de la crisis era la corrupción, extendida por todo el país y en todas las clases sociales. El lema de campaña de De la Madrid fue por la renovación moral de la sociedad” . Si les suena familiar a un movimiento de regeneración nacional, con las mismas pretensiones y el fracaso subsecuente, ya las volvimos a experimentar.

Para José Agustín, el presidente De la Madrid no quiso combatir la corrupción a fondo, y esta creció al sexenio siguiente, y como vemos ahora, sigue creciendo a medida que le sucede otro sexenio. ¿Por qué sigue sucediendo esto? Porque según los mandatarios, los problemas son económicos, tal como lo concebía De la Madrid, en tanto que lo político y la moral eran elementos de segundo termino, nos deja la siguiente cita Agustín: “el célebre apotegma de Gonzalo N. Santos, “la moral es un árbol que da moras”. Y la corrupción sigue en boga hasta la fecha con más cinismo que nunca.

Para muchos que creyeron, creen y seguirán creyendo en los caudillos y gobernantes, se sigue cosechando moras. Para muchos otros mexicanos, -cita Agustín las palabras de Gabriel Zaid-: “En México, la honestidad es tragicómica. Hay que disimularla para no causar lástima”.

Ha muerto el escritor de la contracultura, lo que lamentamos mucho, y no hay mejor homenaje que seguir leyendo o releyendo su trabajo. Porque asi podemos distinguir lo que hemos experimentado y padecido, lo que decía Daniel Cosío Villegas, que en México se vive la “monarquía sexenal”, subrayado por Agustín. Tragicómico que quisimos darle oportunidad a la quienes tenían tufillo de izquierda y derecha para despojar del poder a unos tiranos simuladores de centro y moderados, y estos que derrocaron al régimen antiguo, salieron mas neoliberales y rapaces que quienes les antecedieron.

Méxicómico por la naturaleza de burlas y escarnio entre quienes se denuncian como chairos y derechairos, sabiendo que son dos caras de la misma moneda.

 

 

 

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