Neon

Luz Neón

Manuel Basaldúa Hernández

Los turistas cada fin de semana, cada periodo vacacional o cada “puente” invaden el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro. Sin duda es un gran logro del Gobierno Estatal la promoción para que los visitantes contribuyan con la derrama económica. Estas masas de paseantes por un momento desplazaron a los nativos y locales que otrora eran quienes disfrutaban de sus calles, cafecitos y restaurantes en donde se habían convertido en clientes asiduos o parroquianos. La gentrificación arraso con las pretensiones de quienes solían disfrutar del espacio tradicional.

El turismo como una agenda gubernamental, volvemos al tema, tiene un gran acierto en sus programas artísticos y de espectáculos para ofrecer a quienes vienen de turistas, pero ha trastocado las tradiciones y las ha convertido en mercancías. La autoridad local descafeinó las tradiciones genuinas, tanto porque se apropió de ellas al subvencionarlas en unas, como limitándolas en otras. Para entretener a los visitantes se ha creado un ambiente artificial que los distrae y les presenta escenarios adulterados.

Estoy hablando, por ejemplo, en navidad, del carro del anuncio y de la cabalgata. De la procesión del silencio en semana santa, de la danza de los concheros en septiembre. Han acotado las fiestas religiosas para no lastimar a los nuevos vecinos, a las mascotas, y hasta se ha creado una especie de desprecio o burla para los creyentes de los santos locales. Las cofradías o las congregaciones mejor se han replegado discretamente dejando que sufra una metamorfosis sus costumbres y se convierta en “cultura” de masas. La gentrificación destruyo los nichos tradicionales de los locales: cantinas, bares, fondas, cafés, entre otros que eran el genuino paisaje del barroco queretano cultural.

Y ahora hay recorridos en “turibuses”, recorridos para mostrar leyendas, nuevos antros, nuevos restaurantes de alta gama, teatritos y teatrinos, festivales, toda esa serie de actividades genéricas que pueden ser encontradas en muchas ciudades sin originalidad ni sellos propios. Todo eso ahuyento a los locales, que poco importan en los programas del gobierno.

Pues bien, la actividad de los queretanos, discretamente ha vuelto a resurgir tímidamente para recuperar al menos, por momentos, el centro histórico. Y esto se refleja principalmente en la presencia de integrantes de la tercera edad, y desde luego de queretanos de viejo cuño, tanto literal como metafóricamente, para acudir a los nuevos restaurantes, oferta que gracias a empresarios que han rescatado casonas y las han convertido en nuevos espacios de consumo y solaz. Es decir, grupos de jubilados, de solitarios retirados, de viejos amigos, se han vuelto recurrentes en los horarios matinales en esas casonas y restaurantes.

Sera momento de volver a apropiarse de espacios, como cuando se iba a desayunar a la Flor de Querétaro, a La Calabaza, a la pizzeria La Rondine, al Cortijo entre otros, es decir, construir nuevamente la presencia de nuestra gente.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.