Luz Neón
Manuel Basaldúa Hernández
Lado A
“Machos de todos los países: Uníos” decía el caricaturista Rius cuando escribía su texto La Revolución femenina de las mujeres, en 1978. Rius señalo en este libro que el feminismo era “un fantasma que recorre el mundo”, al igual que el comunismo de Marx y Engels señalado en su Manifiesto. Las ideas de libertad e igualdad tienen un buen origen femenino, y serán las mujeres las que pueden llevar a cabo una serie de transformaciones distintas a todas estas eras en las que ha sido del dominio del hombre.
El temor, no el miedo, sino el respeto hacia el liderazgo y toma de decisiones de las mujeres ha estado latente desde hace muchos años en la historia de la humanidad. Se tendría que llegar el momento en que los papeles cambiarían, y nuevas ópticas de cómo manejar el mundo, las cosas y la vida política, social, económica y cultural se instaurarían. Ese momento estará marcado por ubicar a la mujer en la toma de decisiones.
La historia, (o el futuro) nos alcanzó y en breve tendremos en funciones reales a la primera presidenta en la República Mexicana. En el otro extremo de nuestra historia, donde la revolución fue combatida por hombres únicamente, tanto en la batalla como en las estrategias y los comandos de poder, y las adelitas, es decir, las mujeres, eran solamente acompañantes y apoyo de los soldados revolucionarios o militares, ahora el máximo poder lo ejercerá una mujer.
La antropología nos ha dejado vestigios del papel de la mujer en las sociedades industriales, tanto capitalistas como socialistas, pero también en las antiguas sociedades tribales, desde los arcaicos pueblos africanos hasta los modernos grupos en latitudes remotas del mundo. Tanto en su campo del sexo, como en el biológico, el comportamiento femenino está bien documentado. Pero ahora, nos toca experimentarlo en carne propia, y en carne viva.
Las mujeres y sus extensiones, en su versión feminista, trans, lesbi, queer, travesti y más, tienen la oportunidad en la historia de liderar el presente y futuro de sus grupos sociales. Hay que tener paciencia para ver los cambios, y evaluar qué resultados tendremos bajo esta era. A partir de octubre, tendremos nuestra primera presidenta de la Republica.
Lado B
Claudia Sheinbaum es ya considerada presidenta electa a partir de esta mitad del mes de agosto del 2024. Llega a este enorme cargo con sus asegunes. Uno de ellos es que no hubo una gran revuelta ni revolución feminista, ni de mujeres en México para conquistar ese puesto. Lleva en sus hombros el cargo de que fue un hombre quien la descubrió, la señalo, la preparo, la cuido, la protegió, la defendió, la promovió, y la convirtió en la ungida para heredar el cargo que el deja, bajo la sospecha de que él puede estar detrás de todas las decisiones de esta mujer. Un hombre en el poder que mostro ideas no feministas, más bien machistas con sus actos de acotamiento al discurso y el programa de gobierno de la candidata y ahora virtual presidente.
Le cedió el puesto y le heredo sus votos. Nadie puede negar esto, porque todos fuimos testigos. El caudillo pudo haber elegido a un hombre, pero prefirió a una mujer. Y esto lo convierte en su sombra.
Surgida de una corriente de izquierda radical universitaria, Sheinbaum pronto se adhirió a movimientos políticos que tuvieron que remar con algunos escándalos en las esferas del gobierno capitalino, y después se incorporó a esta forma de ascenso partidista, en la que se encontró con AMLO y a partir de ahí, y de la presencia de Cárdenas en el gobierno capitalino, la izquierda supo de las mieles del gobierno.
Su visión ha sido discreta en lo que respecta al ejercicio del poder, lo podemos ver en su paso por su puesto de autoridad en la CDMX. Hasta ahora, no hay una corriente Sheinbaumista de carácter feminista, parece que no es su estilo. Aunque esta ausencia ha logrado que no haya una oposición al respecto por no haber una corriente clara al respecto.
En la historia mexicana, hemos visto ya mujeres en los gobiernos de los Estados de la República, pero no hemos sido testigos de actos de trascendencia femenina. Sus acciones y sus programas han sido replicas masculinas, más efectistas y pragmáticas, que de cambios novedosos y de ideas políticamente revolucionarias. Hasta el momento, la gobernadora de Guerrero, la de Yucatán, la de Chihuahua, la del Estado de México no han dejado sentir su poderío de cambio.
En suma, no obstante, todo ello, es tiempo de las mujeres. Deberían de aprovechar esta presencia tan fuerte ya en el poder. Los hombres deberíamos ser pacientes y colaborar en este cambio de visión de hacer política, de gobernar y de convivir con este modelo entre la ciudadanía. Me pregunto ¿qué tanto influirá en la vida de las ciudades del país, en el barrio, en las casas, en las universidades? ¿Sera acaso que nos adaptemos a nuevas formas de mirar el mundo y la cultura cambiara en sus funciones y estructuras? ¿o no?
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