Poema en Santiago de Querétaro
Por el 490 de la fundación
Qué es
esa línea imprevista
raja sandías
y calabazas
en las montañas oscuras
…
El fin
y comienzo de un día.
En su callada presencia, amanece.
Salvo ocasionales variantes
el río
loros de agua
repite los sagrados
monosílabos de fertilidad.
la luz
de un relámpago
ilumina las rosas
y vemos
don
como gracia
como vida
padre y madre
Más prendida
activa despierta
lúcida vital consciente
entregada a su afán
y tareas
se halla la gente
en su tarea de ser
con el día la existencia.
Empezar a ubicar
en el despertar del día
y la conciencia
es fundamental
para emprender con éxito
los primeros pasos
en la luz del nuevo día
Los petirrojos
del Cerro de las Campanas
grumos
imperiales de los ahí ejecutados.
Ancestral metamorfosis
por la ciudad consagrada
barroca selva de Cristos
¡Señor
ya hacía una buena barba
que no nos reíamos…!
Agradezco a la ciudad con vida
la suerte de contar contigo.
Guerreros peregrinos
con sombrero revolucionario
cerros desplazan
en oleadas silenciosas
dura la piedra
en el corazón humano
capas de ixtle
al fondo
la luna del Cimatario
Entretelas del ánima aguardaban
las letras la sangre y el cortejo
cuando incipiente luz la oscuridad rayaba
en otro tiempo si no es que de un inicio
sacaban vuelta a la reiteración
del verbo y el adverbio
el positivo
califica con palomitas de por medio
el negativo resta
con su raya en el guion
en menoscabo de un textito
gracias a aquel ingenio
de la lengua
el sabio encantador de don Quijote
y su escudero
por aventuras trashumantes
de siglo a siglo
entrega su fantástico tesoro
encantador del mundo
en cuanto oficio toca la lengua
galantería encuentra
punto por punto
en cuanto desafuero.
Cervantes don Miguel daría
con gusto un doblón de su bolsa
nada llena por cierto por saber
descubrir la maravilla
del túmulo que al rey ignora
si con cadáver incluido
eleva
al público adiós veneración
escándalo con derroche
de gala inútil lujo de bárbaros
a la muerte en su hora allá en Sevilla
la cosa no ha cambiado
el pueblo pobre enriquece
con el derroche al aire de la tele
La masa de las nubes cabalga
a la expectativa
la tarde
sopla nublada fría
guarece de su silbo que desgarra
los gritos del pequeño
torturado con vara de membrillo
su aguijón sobre rostro y espalda
repercute
tarde con tarde en el vecindario.
La ciudad
ennoblece con Francisco
midió con los altos ingenios
de su hora en amnistía difícil
el desdeñado
el fúnebre sonámbulo perdido
entre la lucidez reveladora
el abismo de nieblas
el sólo casi hermético recluido
por propia voluntad
en un hotel
que arruinarían los sismos
antes que eleve
de la insondable noche
el globo de la luz
el día de fuerza
para existir
tus manos rozan
al despertar el ser
Volverán otras nubes en su viaje
a formar en el cielo otras ciudades
más ciertas que nosotros
sobre la honda tierra
Un tiempo llega
en que no resta más
que el pasado
aun en duda si real
incierto inexistente
concreta el día la hora.
Boga
a través de los años
el misterioso espacio la misiva
enviada por dios grande
como el mapa en la botella
hasta llegar a labios filiales
que descifran de inmediato
lo que era pendiente
en su madre
¡este tío te quería como nadie!
Con el canto
de la mano a dos palmas
habrá que acariciar
cada una
las hojas que estilo braille
traspasan el otro lado del mito
la historia en el silencio
y en la pantalla la escritura
los hilos
de la trama revela instancias
insospechadas al tacto visionario
tus caricias.
Amiga
por ventura en la mañana
has visto la hoja desnuda al árbol
danzar queda
si juzgas hoy
al par que abordas
el aleteo del inminente invierno
cuida el renacimiento
que cae bajo tu sombra
el lazo prodigioso del sol
del hombre nuevo en la mañana.
Amo las horas que la tinta vuelve
en húmedas tinieblas
un tiempo dos
y parte de otros ya disueltos
un hilo
filamento de luz con letras de oro
deletrea
idioma extraño
dichosa suma
estamos de regreso amanecemos
de nuevo en plena vida.
Apreciada en la noche
elevas
el pan dorado de la vida
tu sexo
la concha misteriosa
una perla entre valvas contenía
la existencia
del mar al cielo tierra
en nuestra alma
la piedra con la espada victoriosa
la flor que impregna cuanta vía
la carne en que deleito me consume
¡Vamos al centro,
ándale, vamos al centro…!
al punto preciso que rueda
la ciudad, mora en su órbita;
de la que penden las generaciones:
presentes,
porvenir, pasadas.
Todo acontecimiento acude
con sus mejores galas
al par que los hijos, las mazorcas,
las dulces cañas campesinas.
De pronto ese: vamos al centro
es: ¡Vamos
al corazón de nosotros…!
Florentino Chávez Trejo
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