Luz Neón
Manuel Basaldúa Hernández
La sociedad de nuestros tiempos ha creado instituciones para que le sirvan en su proceso de civilización, de desarrollo y de sostenimiento de valores y productividad. Así, el trabajo, la seguridad, la economía y la salud se han convertido en pilares fundamentales para tales fines. De estos, la Universidad se ha encargado de la educación y de la formación de profesionales que atiendan esos rubros sustantivos.
De estas disciplinas profesionales de la salud, no solamente se ha puesto énfasis en la humana, sino también lo ha hecho en la salud animal. Esta a su vez, se dedica a la salud de los animales en la vida salvaje, y de los animales domésticos. De las grandes especies, como son las reses y de las pequeñas en las que están catalogadas los perros y los gatos entre otras mascotas, unas convencionales y otras exóticas.
Los cambios en la mentalidad de la sociedad, ha llevado a concebir otra forma de pensar la realidad. El pensamiento y el comportamiento de un sector de esta sociedad hacia los animales ha dado un giro distinto a las concepciones de los animales en general, y a los animales de compañía en particular. Sobre todo, cuando se ha acentuado la baja de la natalidad y la concepción de humanos. Las personas jóvenes del Siglo XXI han abandonado la prioridad de la procreación de la especie.
Y para sustituir ese hueco, o esa anomalía de descendencia, ha construido la idea de que los animales domésticos se conviertan en parte de la familia humana. Y así se considera ahora a los que antes eran perros o gatos como mascotas domésticas, tengan el rango filial de “perrhijo” o “gathijo”. Un giro radical en las relaciones humanas-animales.
Quienes han presentado posturas sensatas, han propuesto una forma distinta de relación: el bienestar animal. Una actitud institucional para proteger, relacionarse y convivir con el mundo animal en general.
Sin embargo, la radicalización en otros segmentos de la población, terminan como efectos de un tejido social trastocado, y un papel enclenque del estado, casi de un estado fallido. Esos segmentos de la población radicales aludidos han llegado a extremos nunca antes vistos, experimentado una contradicción dentro de su esencia: una vinculación acentuada con los animales de compañía, y un ataque irracional contra los profesionales de la salud animal.
Pero dentro de esa contradicción esta la falta de atención a sus seres animales queridos, desatendiéndolos en su salud muchas veces por ignorancia, otras por sobreprotección y algunas más por cuestiones económicas, es decir, si no se invierte en salud humana, menos en la salud animal. Muchas veces con consecuencias de morbilidad aguda o fatales para los animales.
El caso de la muerte de un joven médico veterinario en el Estado de México que fue registrado en días recientes provoca una reflexión muy seria sobre el bienestar animal, y las nuevas formas de relacionarse con el mundo animal. El contexto es que una familia desatendió a su mascota, y en el extremo lo llevo a una Clínica Veterinaria, de las que existen muchas a lo largo y ancho del país. Debido a su condición crítica, el can murió. Y el joven médico fue acusado primero de asesinar al animal, y luego fue agredido a puñaladas por los dueños de la mascota en busca de una venganza irracional.
El médico quedo malherido y se retiró a su domicilio. Ante las constantes amenazas, tanto a él como a su equipo, no se atendió adecuadamente, bajo una profunda presión social y de violencia tanto física como en redes a su clínica y personal, teniendo fatales resultados para su vida. El médico murió a consecuencia de las heridas propinadas por los dueños de la mascota. Este caso, fue la gota que derramo el vaso de un prolongado silencio del gremio médico veterinario ante acusaciones radicales de dueños de mascotas que señalan a quienes atienden profesionalmente y que tienen repercusiones en sus animales, muchas veces desatendidos o presentados en estado crítico.
Al no lograr una salud casi milagrosa los médicos o técnicos, son objetos de amenazas, denuncias penales, y hasta de demandas para retirarles su cedula profesional, sin que exista un tribunal had hoc que medie, investigue y sancione los casos. Dentro de un contexto de la idea del Bienestar animal que está en ciernes, y que deja muchos cabos sueltos y ambigüedades al respecto.
El día 18 de febrero, sucederá algo inusual. Habrá un paro nacional de veterinarios, que no abrirán sus clínicas en señal de exigencia de justicia para el joven medico Héctor Hernández, y además saldrán a las calles para realizar una marcha de protesta por la violencia a la que está sujeto este gremio en la actualidad, frente a un Gobierno y unas autoridades que han sido rebasadas para solucionar los casos en favor de los profesionales de la salud animal.
En Querétaro, es la Universidad Autónoma de Querétaro quién a través de su Facultad de Ciencias Naturales con su Licenciatura de Medicina Veterinaria y Zootecnista, con el apoyo del Colegio de Médicos Veterinarios, quienes convocan a la sociedad a manifestar su solidaridad y sensatez sobre el bienestar animal y protección a los veterinarios del país. Se destaca el evento, porque no es un movimiento político, ni de organizaciones ideológicas, es un movimiento que llama a la reflexión de lo que estamos haciendo como sociedad en relación a los profesionales de la salud y de la salud de los animales de compañía.
La violencia no debe trasminarse a esferas que no deben, la alternativa es pensar que la civilidad es el pilar de nuestra convivencia.
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