El peso del pasado no lo puedo aligerar, Pero veloz en el tiempo moverme puedo, En las alas suaves, del pensamiento asido, Y tocar las manos que no supe amar.
Regreso al pasado una y otra y otra vez, Las veces que quiero, las voces que siento, Los ojos desiertos de luz y de remordimiento Llenos, corazón de piedra, necia tozudez.
Madre, siempre presente, siempre alerta, Siempre a la espera de una palabra,
De una caricia del hijo que su nido labra …
Silencio donde bulla había; la mesa, ¡desierta! El viento dió la vuelta y a mi Madre la perdí, ¡Y me quedé con todo ese amor que nunca dí!
Carlos Ricalde Mayo 10 del 2021
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