Manuel Basaldúa Hernández
La campaña de vacunación en México que esta en curso y que ha convocado a los mayores de 60 años a que acudan a la aplicación del biológico ha permitido visibilizar a esta parte de nuestra población.
Pero no solo eso, sino que nos ha permitido dar una mirada rápida a la situación de los segmentos de edad en nuestro país. En el año 2012 se habían contabilizado mas mexicanos mayores de 60 años que menores de cuatro años. El promedio de edad de nuestra población ahora es de 35 años.
Resultado del censo del 2015 conocemos que, de los 119 millones y medio de habitantes en el territorio nacional, el 23.4 millones es mayor de 50 años y de estos, el 12% son mayores de 60 años. De esa cantidad de 23.4 millones el 60% es de mujeres y el 40% son hombres.
En el Estado de Querétaro se encuentran casi dos millones de habitantes, y de estos casi 200 mil son mayores de 60 años. La jornada de vacunación puso a la mayoría de los adultos mayores con la oportunidad de poner sus patitas en la calle. Lo cual tuvo su toque con algo de bilis y emoción entre esta población que fueron atendidos por los brigadistas Correcaminos.
A la convocatoria llegaron las tropas canosas. Jubilosas unas, angustiosas otras. Poniendo a prueba a los más jóvenes sobre su habilidad de ayudar al otro, y desde luego al más cercano que es su pariente. Ahí se ponía en evidencia el nivel de contacto que se tiene, pues no sabían como manejar la silla de ruedas para trasladar a su familiar. La poca paciencia a las pequeñas demandas de acción. O el apresuramiento por efectuar el proceso, y eran dejados ahí para luego pasar por ellos porque el trabajo o la escuela no podía esperar.
Algunos adultos mayores llegaron por su propio pie, lúcidos e independientes. Otros con la compañía de amigos, pareja o hijos para su auxilio. Unos mas sin nada de compañía, con la mirada a la multitud para poder abrirse paso y poder convivir fugazmente con otras personas. Los datos oficiales nos muestran que un poco mas de 1,7 millones de personas mayores viven solos. Pocos por su petición, pero muchos porque han sido ya relegados de la familia, sino es que abandonados a su suerte. Porque ya no representan ayuda alguna en lo económico o de aportaciones al hogar, y mas bien todo lo contrario.
Por eso se podía ver algunas escenas de personas mayores que, solas, pedían a los brigadistas que les checaran la presión arterial, les revisaran alguna dolencia, algo, que les permitiera tener una interlocución y tener la atención al menos unos momentos que fueran como bálsamo del alma.
También se pudieron observar a quienes habían recibido golpes por las caídas derivadas de un descuido al caminar, o por la torpeza del movimiento y las limitaciones propias del cuerpo. Y sin tener los datos oficiales, algunos por violencia dentro del grupo familiar.
La vejez es multifacética. Se ha romantizado en ciertos sentidos, desde lejos. Y desde otros segmentos de edad. Chava Alcocer, poeta insurrecto, respondió lo que para el era la vejes, una ocasión a Agustín Escobar, cuando lo entrevistó en el Asilo: “A mí me decían mucho que los viejos son sabios, yo diría que los viejos son pendejos porque cada día pueden hacer menos cosas, no sé dónde esté la sabiduría. La vejez te hace pensar mucho en las metidas de patas que tuviste en tu vida, en los errores, en las oportunidades que dejaste pasar, sin embargo, lo hecho, hecho está, no hay vuelta atrás”.
El agente Topo, una pélicula chilena de Maite Alberdí y que se puede ver en Netflix, describe algunas peripecias de un investigador privado de la tercera edad, para indagar sobre las condiciones de una cliente en el asilo. La pélicula es agridulce, o semidrámatica, de acuerdo a la edad de quién la ve. Para los jóvenes, es una apuesta atrevida, para otros, es una narración llena de pena y tristeza de lo que ya estan experimentando en sus cuerpos, como lo dice con cierta amargura José Woldemberg.
También a la vejez se le refiere con acido humor. Las referencias a Chabelo y su dura resistencia a la edad ha sido objeto de memes y chistes, lo mismo que a la Reina Isabel de Inglaterra.
Puede ser la tercera edad, o la “terque edad”. O la ansia nidad.
La vejez con esta jornada de vacunación ha dado lugar a visibilizar a los adultos mayores. Pero no debe quedarse así, no debe quedarse solamente con la lastimera y piadosa visión de que son muchos “abuelitos”. Epiteto favorito de los politicos o gobernantes hacia la población con ese segmento de edad que no tienen idea de un propósito para ellos.
Se requiere de establecer políticas públicas adecuadas para la atención de quienes han ayudado a forjar la nación que hoy tenemos, y que en un futuro próximo también serán parte de ese grueso de población.
La inmediatez de la vida moderna y el pragmatismo de la vida nos ha apartado de poder construir un camino hacia lugares seguros y viables para cada segmento de edad, y para la adultez y la vejez son en muchas ocasiones hasta tortuosos.
“Tiene su curso cierto y determinado la edad, y es uno y simple el camino de la naturaleza: a cada parte de la vida se le ha destinado su tiempo; al modo que de los niños es propia la delicadeza, la valentía de los jóvenes, la gravedad de la edad viril, así en la vejez tiene cierto punto de naturalidad la madurez, que se percibe en su tiempo.” Dice Cicerón.
La sociedad debe recuperar el espacio para aprovechar y potencializar cada una de las partes de la vida. Ver la decadencia de los músculos y deleitarse con esa fragilidad para usarse de otra forma. Por eso hay que leer más textos, más entrevistas y ver mas videos de el filosofo Antonio Escohotado: la vejez con la vida vivida a cuestas es mas llevadera y debemos prepararnos para el final sea cual sea la fecha, pero el deleite de seguir vivos no se lo debemos a nadie.
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