Neon

Por Manuel Basaldúa Hernández

 

Comienzo describiéndoles una fotografía que vi en el tuiter de Karmen Balderas @villab0609: en las inmediaciones del Centro Universitario de la UAQ, sobre 5 de Febrero hay un parador que instaló hace unas administraciones el Gobierno Municipal para que las personas esperen el paso de su unidad de transporte. El parador luce frágil y pequeño, su estructura es de Aluminio, con un par de postes que sostienen un angosto techo y da cabida a una barra de seis asientos.  El mensaje de Karmen dice que son las 13.15, un sol que cae a plomo, y la sombra se dibuja debajo de las cosas.  Retirado de ahí, a unos 20 metros se encuentra un árbol de mediana estatura y con frondosa copa, bajo el, en la banqueta se resguardan de la intemperie unas sesenta personas o más, que esperan el autobús, todas volteando la mirada hacia el lado contrario, porque se miran solo sus nucas. Karmen señala que van más de 20 minutos y el autobús no pasa.

 

Si uno observa las calles, y las principales avenidas, se da cuenta que las personas se amontonan en las angostas aceras, de tramo en tramo, en unas coincide con un pequeño aviso que es parada de autobús. Deben estar sometidas al sol, el viento, la lluvia, a las inclemencias del tiempo.  No una, sino dos o más veces al día, toda la semana. La carga se vuelve más pesada y hostil si alguna lleva a sus pequeños hijos, si es de la tercera edad, si tiene alguna molestia, si vas fatigado del trabajo, o si tienes alguna urgencia para llegar lo más rápido o lo menos lento a tu destino. No son cientos, son miles.

 

¿Cuánto cuesta transportarte? Los avisos del Gobierno dicen una tarifa, pero para el bolsillo de los usuarios es demasiado. Para los dueños del transporte es poco. Para los conductores es indiferente. Para las autoridades es un logro imponer ese costo. Para el tipo de servicio y el trato que reciben es una vergüenza.

 

Debes esperar demasiado tiempo, el lapso de tiempo para que acuda un autobús es azaroso, nadie sabe a qué horas, cuantas unidades, cuanto cupo. Si tienes suerte y te toca subirte, debes ir de pie, soportando frenones, jalones, al detenerse y dar marcha el autobús, empujones de gente que está ya irascible, o angustiada de bajarse o subirse de ahí. Tienen que ir de pie en muchas ocasiones. Si vas en una sola dirección es bueno, si tienes que transbordar es una pesadilla, repetir la misma historia. Sin contar que tienes que caminar todavía de la bajada informal hasta la puerta de tu casa.

 

Las paradas Dubai, los techos de aluminio, las paradas informales que hace la gente, las señas que hacen en alguna esquina, como los tiempos de paso de las unidades, y el cupo son variables que hacen un martirio el traslado de las personas y la movilidad de la población.

 

El servicio de transporte público en Querétaro se observa anárquico, inhumano, deficiente, y de mala calidad, por más buenas intenciones que tengan autoridades y responsables de dicha movilidad. Pero, sobre todo muestra la incompetencia de los responsables de brindar tal prestación de traslado.

 

No hay, al menos eso se nota, una idea comunitaria de que el Transporte Público es un sistema, y que todos deben cooperar, pero también que deben hacerse cargo de ello, los técnicos, los profesionales, los expertos en moverse dentro de la ciudad. ¿Hasta cuándo se resolverá esta demanda? El día que lo decidan las autoridades, que pongan las reglas claras a los empresarios que brinden un servicio de calidad, y que los usuarios sepan pedir y exigir un servicio digno de ellos. Mientras tanto deben tolerar este vía crusis que significa tomar un camión en Querétaro.

 

 

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