Neon

Por Manuel Basaldúa Hernández

 

¿Porque las autoridades de Querétaro tienen dificultades para resolver los problemas de la ciudad, y responder de manera efectiva y rápida a las demandas de la población?

 

La popular frase sobre las autoridades en turno es contundente: “de candidato tiene todas las soluciones, pero ya en el gobierno tiene todos los pretextos”.  Querétaro es un Estado pequeño territorialmente, poco conflictivo, bien conectado por sus vías de transporte carretero, con auge industrial por su cercanía a la CDMX, con una población relativamente pequeña, con una economía sana y bien ranqueado en los niveles de competitividad. Luego entonces, ¿porque padece de problemas  históricos en el campo de la movilidad, la seguridad, la urbanización, de recursos naturales, entre otros que se han ido agudizando a medida que se intensifica su crecimiento urbano?

 

Las hipótesis a la primera pregunta son varias, pero quisiera subrayar al menos tres: 1) las autoridades provienen de una tradición de ambición política más que de servicio a la comunidad. 2) las promesas de campaña están alimentadas por elementos populistas, y 3) los diagnósticos de gran escala están ausentes en los planes de desarrollo. Este planteamiento debería  ser una franca verdad de Perogrullo, sin embargo la realidad nos muestra otra cosa.

 

Querétaro hace años entró a la etapa de la alternancia, de tal forma que la corriente política en el gobierno ya cuenta con una cierta tradición. Sin embargo, los relevos han sido del mismo partido político y con ex-funcionarios de primer nivel, de la legislatura o bien de cargos de gobierno de otros niveles. Pero son personajes que conocen o han trabajado en los aspectos que tienen alta demanda de solución. Esto debería suponer que tales gobernantes y sus equipos conocen de la materia y del problema. La persistencia de tales problemas muestran que no es así, o que no hay voluntad política, o en el peor de los casos, hay incompetencia.

 

Estamos experimentando el peor sexenio de gobierno federal en términos de manejo de instituciones, orientado por un populismo desmedido y nocivo. La planta productiva, la inversión pública errática y un discurso que alimenta la mentalidad de que el estado debe ser un órgano que reparte riqueza, pero no ayuda a los ciudadanos a generarla, comprometiendo el futuro de las generaciones venideras. La alternativa para poner sensatez a tales despropósitos serian los gobiernos locales, pero estamos en las mismas, solo que a nivel federal el populismo es de izquierda, a nivel local el populismo es de derecha.

 

Regalar dinero o aparatos, sin una estrategia para recuperarlo afectando los bienes públicos, es ya una especie de enfermedad política de los gobernantes.  Pero todo sea por seguir subiendo escaños en la política y en los cargo públicos. No bien acaban de tomar su cargo, y ya aparecen encuestas de popularidad o de “desempeño gubernamental” donde los gobernantes locales son puestos en los primeros lugares, dependiendo. Su meta no es solucionar las problemas que prometieron en campaña, sino ascender en la cúpula del poder.

 

Asi que,  los problemas sociales y de infraestructura urbana persisten sin que se avizore alguna solución contundente. Tal parece que quienes desean alargar el problema es el gobierno, para poder tener una bandera de acción política. Pero en realidad es una condición parasitaria que sumerge a los ciudadanos a padecer los problemas. Encubrir la falta de soluciones mediante consultas populares no resuelve nada. Para eso están los especialistas y los expertos que deben conocer los aspectos técnicos para resolver los problemas mediante un diagnostico, estrategias y metodología. La gente en su desesperación y su lógica inmediata podrá enunciar mil deseos de solución, pero no puede resolverlos, eso no es democratizar, es populismo.

 

Ni siquiera el sentido común es aplicado para paliar cada uno de los problemas que tenemos en la metropoli y su zona conurbada. En suma, recurriremos a otra frase popular que deforma un aviso: “disculpe usted, las obras son temporales, las molestias permanentes”, tal como su político favorito.

 

 

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