Luz Neón: Los cambios que vendrán
Manuel Basaldúa Hernández
El Siglo XXI ya ha madurado. Y con esto los cambios en nuestra sociedad son más palpables y contundentes. Los tenemos desde nivel individual como a nivel global. Lo micro y lo macro, como dicen los especialistas de las ciencias sociales.
Las minorías se han empoderado y toman su vehículo en lo “políticamente correcto”. Por ejemplo, las fiestas religiosas y sacras pronto parece que pueden cambiar su formalismo y su esencia. Resulta que, en estas épocas hasta ahora todavía tradicionales, la navidad que ha influenciado a gran parte de la población, proveniente de una de las religiones más influyentes en el mundo, -dado que esta intervino en la división entre oriente y occidente en que se divide el mundo, ya esta siendo trastocada- ha sido aludida a esta cuestión de lo políticamente correcto. Resulta que la ONU ha señalado que, en la medida de lo posible, debe omitirse la frase “Feliz Navidad” según esto para no herir la susceptibilidad de otros grupos culturales que no celebran esta fiesta nominalmente católica, ya sea porque pertenecen a otra o que sean no creyentes. ¿Qué sigue? ¿Qué no festejemos nuestro cumpleaños para no hacer sentir viejos a los demás que no cumplen años? A ese nivel pretenden los cambios.
Lo mismo sucede con aquellas personas que han movido el tapete en el tema del lenguaje. La gama de preferencias de genero pretenden la referencia nominal de lo neutro, intentando imponer nuevos vocablos y modelos sobre lo femenino y lo masculino. Con la tolerancia al otro o a lo diferente sería necesario, pero los agravios son intensos.
En las tradiciones de ciertos grupos también ha caído la guillotina de lo que se quiere imponer por algunos miembros de la sociedad, que curiosamente pide empatía e inclusión, pero que es intolerante respecto a los demás. Se han abrogado los sentimientos de otros para suspender o cancelar ritos o celebraciones festivas de grupos, por ejemplo, las fechas de los santos, el uso de pirotecnia o de las corridas de toros, argumentando que los animales sufren por el ruido o el dolor.
El temor de la existencia de una credencial o tarjeta que identificara a cada sujeto y que antes era una idea abominable e hiciera localizable a las personas por el gobierno o las compañías globales ha sido reemplazada por la adicción al algoritmo, y cada persona gustosa adquiere su aparato brindando cada detalle de su identificación e intimidad.
En cuestiones políticas e ideológicas se ha diluido la fuerza de la derecha y la izquierda, ya no es importante la forma de mirar al mundo ni pensar en los modelos de actuar, estas esferas han sido superadas por un populismo malsano que puede detener el progreso y la inteligencia de la humanidad bajo el pretexto de que unos no deben tener más que otros. Ridiculizando con ello la meritocracia que resalta los esfuerzos por superar los logros y las metas alcanzados por nuestras generaciones pasadas.
Así, parece que la sociedad del siglo XXI busca lo anodino, lo neutro, lo indoloro, lo imparcial, una especie de socialismo ciego y torpe que desaparece valores y propiedades antes ganadas para cada uno y cada grupo.
Mientras vemos si esa avalancha avanza, disfrutemos y celebremos esta fiesta navideña, por cierto, en este contexto de la salud publica trastocada por un virus que ha venido a ser el telón de fondo de estos cambios que siguen ocurriendo y que nos lleva a reflexiones sobre nuestro destino intrincado.
Felices fiestas.
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