Neon

Manuel Basaldúa Hernández

 

A los mexicanos nos une la desunión que tenemos entre nosotros mismos. Tal parece ser esa premisa que nos tiene marcados a donde quiera que vayamos de frontera a frontera, incluso un poco más allá. Y estas fiestas de septiembre son ambiguas debido a que, en la búsqueda por la patria, cada quien lleva un país internalizado, una región, un territorio, una raza y una forma distinta de mirar nuestra tierra.

 

La búsqueda de esa patria es incesante. Llena de añoranza, de mitos y leyendas. Evadimos a la menor provocación la historia, los datos de primera mano, y la certeza de los datos que nos pueden acercar a la evidencia. Y si así fuera en algunos casos, seriamos exceptivos y los arrojaríamos al pozo de la duda y la sospecha.

 

Dice Octavio Paz (1987) sobre este aspecto: “es un prejuicio que disipa el examen histórico: en todas las obras que de veras cuentan, la imitación no ha sido menos decisiva que la invención”. Y hace un señalamiento mas puntual, cuando refiere que la tradición esta hecha de ruptura y de continuidad, aquí Paz ve que los agentes de ese doble movimiento son las generaciones literarias. Pero estas se extienden a los historiadores, a los políticos, a los ciudadanos de a pie, a las organizaciones, a las cofradías, y ahora vemos que, a los partidos.

 

Los caminantes que venían desde Aztlán y culminaron su trayecto en un lago viendo al águila devorando a una serpiente sigue evocando una imagen mas literaria fantástica que un dato histórico fidedigno, no tan lejano como el de la aparición de la virgen en el manto de Juan Diego cuando lo extendió y cayeron las rosas al piso.  Son eventos que nos sellan como mexicanos, aunque reneguemos de ellos. Y nos lleva a una nueva búsqueda de los que somos.

 

Somos una dualidad de dualidades en el mejor de los casos. Pero nos esforzamos en mantener a flor de piel un mosaico de mentalidades y aspiraciones. Somos una cultura occidental, cristiana, que atraviesa la raíz hispanoamericana, latinoamericana e indoamericana. Somos una cultura criolla, colonial, revolucionaria, norteamericana y con un mestizaje sui generis.

 

Dice Elsa Cecilia Frost (1972) que “en la revolución confluyen dos movimientos, el auténticamente popular, que es social y que corre el riesgo de quedar ahogado pero que logra imponerse en la Constitución de 1917, y el político, preponderantemente en los planes, marcadamente personalista y que por ello mismo no ha podido ser resuelto.” Quizá por ello desde hace mucho reneguemos de nuestros dirigentes y mandatarios. Y hasta de nuestra propia gente que no nos apoye en nuestras intenciones de ver el mundo y el país como quisiéramos, sin decir tampoco que queremos realmente. Si pensaron en la frase “ningún chile les embona” pudiera ser una expresión que define sin que conceptualice, pero que a la vez si embona en esto.

 

Cuando era profesor en la Sogem, un amigo poeta me conto la siguiente anécdota (hace algunos sexenios, cuando si se apoyaba a la cultura).  Fue invitado a realizar una gira por Europa del Este para divulgar su obra, a compartir entre los compatriotas y llevar algo de lo mexicano a esas tierras lejanas. Así que, desde Berlín, viajó a Moscú y de ahí voló mas horas para llegar a Kazan. Daría una lectura de poesía en la Casa amistad México, eran sólo algunos mexicanos. Y el se entusiasmo por el interés de verse y poder reencontrarse. Mientras daba inicio el evento, a un lado se encontraba un connacional, y el le comento que iba a ese remoto lugar a dar su platica. El residente le preguntó de donde era, el poeta dijo que era mexicano, del DF. Entonces el otro le espetó con desdén y cierto enfado: Ha, eres chilango¡¡ Mi amigo con su licencia de poeta le respondió: “Chinga tu madre ¡¡ no vine tan lejos para que me digan que soy chilango ¡¡”

 

En este 2021, pensaríamos que pudiéramos encontrar cierta armonía entre nosotros, pero nuestro trauma nacional esta más vivo que nunca. Y más cuando se habla desde Palacio Nacional con un discurso obtuso y lacerante. Que produce respuestas igual de viscerales y llenas de agravios. Entonces es cuando vemos, que cada quien trae un trozo de patria bajo el brazo, y anda buscándola entera. Esperemos que la mesura y la razón pronto avancen y no sea demasiado tarde cuanto la patria se nos caiga en pedazos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.