Por: Manuel Basaldúa Hernández
La postal recurrente en el Querétaro de mediados del Siglo XX, era la imagen semi-rural de la ciudad con sus casas al frente muy bien barridas por sus habitantes. Como la mayoría de las calles eran de terracería o empedrado, las mujeres salían a aventar cubetadas de agua al frente para tener fresca el área y evitar la polvareda. Lo mismo ocurría en el centro de la ciudad, al tener bien lavada la cantera de la banqueta.
De niños al trasladarnos a la escuela cruzábamos acequias o canales que llevaban agua clara, tibia y abundante. Incluso las referencias de localización de lugares, era por las bombas de los pozos. Quedan algunos vestigios de memoria como el carrizal, el cerro de las campanas, la capilla o El Jacal.
Los balnearios eran otro de los componentes de la estampa queretana. Desde luego hay que considerar los manantiales y albercas de La Cañada, Los Socabones, Pathe, El Piojito, entre algunos que eran muy populares. O el exclusivo de El Jacal. Agua, agua abundante en la ciudad.
En el año de 1986, Alfonso Adame pagó de su bolsillo varios desplegados en el periódico “noticias” abordando con preocupación el tema del agua. Uno de ellos plateaba una gran pregunta ¿Por qué se esta acabando el agua? Y ubicaba puntos en tres niveles: presente, pasado y futuro. Otro de ellos se refería las inundaciones en la ciudad. En otro más denunciaba los excesos de agua en Querétaro como parte de una falta de planeación del aprovechamiento y control de las avenidas de agua por las lluvias. Adame exponía los datos de tres cuencas que cruzan la ciudad. Y señalaba la Cuesta China y el Cimatario, La cuenca del Río Querétaro y la tercera que era la de Bolaños, Menchaca y la zona industrial.
En otro de sus desplegados dirigía una carta abierta al Secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos, a los miembros del Congreso Nacional de Hidráulica y a las autoridades del Estado, asi como un llamado a los habitantes de Querétaro. En ese documento refiere una serie de gestiones y acciones que realizó la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Querétaro mediante un Plan para evitar esos desastres de inundación y para aprovechar las aguas excedentes tanto superficiales como subterráneas. También refiere de otras propuestas para hacer eficiente el manejo del agua. Señala que todas esas propuestas fueron aplaudidas y bien recibidas. Pero a la hora de la ejecución de las autorizadas por el gobierno fueron desestimadas y puestas en marcha otras que no fueron las adecuadas, pero si las oficiales que no fueron las optimas.
En ese tiempo, se pensaba que dada la escasez lo propio era traer agua del Estado de Guanajuato, de la Presa de Allende. Sobre el tema del agua, se tenia la
idea de un verdadero problema, pero no se elaboró un plan certero, científico y a largo plazo. Si bien seguía latente la preocupación del agua, la prioridad se puso en otros temas. En ese tiempo lejos estábamos de conocer este nuevo concepto de “stress hídrico”. Hoy en día hemos olvidado el cuidado de este recurso, y los hábitos que debemos aplicar para tener lo que en un tiempo también se manejo como “la cultura del agua”(sic)
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