Por: Manuel Basaldúa Hernández
Los lamentables sucesos del sábado 5 de marzo en el Estadio Corregidora han puesto al descubierto unas asignaturas pendientes de los programas de trabajo de los gobiernos municipal y estatal: la intervención hacia los pobladores de las colonias populares y a la cultura en general dentro de los rubros de la cultura, deporte y el ocio.
No debemos dejar pasar por alto las condiciones extraordinarias que estamos experimentando estos últimos tiempos: el confinamiento por la pandemia y la suspensión de actividades dirigidas a sectores juveniles. Tampoco hay que dejar de considerar el discurso de división y encono de unas clases económicas por otras desde el Palacio Nacional que nada ayudan a abonar al clima de cordialidad y empatía entre los ciudadanos.
Los sentimientos de pertenencia territorial y de superioridad detonaron esa tarde del sábado fatídico en el Estadio Corregidora. Nunca sabremos el motivo y las causas de tremendo broncón como tampoco las intenciones si es que fueron premeditadas y nos subimos al tren de la conspiración. Lo que si fue evidente es que esto fue alimentado por la carencia de sensibilidad, de mesura y manejo de emociones.
Las actividades deportivas, las jornadas culturales, la promoción de valores y todas esas actividades dirigidas a fomentar la comunidad entre los pobladores deben de ser elementos de un eje formativo de ciudadanía, y eso les corresponde a las autoridades mantenerlo en constante atención, evaluación y ajuste de estrategias.
Si bien se otorgaron instalaciones deportivas y recreativas a dos centros importantes como son Hércules y San Pablo, no se ha otorgado a otros puntos que son neurálgicos que son muy populosos, como Lomas de Casa Blanca y sus alrededores, Menchaca, y otras colonias que requieren de inmediata y profunda intervención. ¿Cuanta infraestructura deportiva y cultural hay en esas zonas? ¿Qué programas culturales y actividades deportivas existen en ellas? ¿Cómo son sus mecanismos para la incorporación al desarrollo y progreso de la entidad? ¿Qué tanta es la inversión en esos rubros, que tanta infraestructura tenemos para ello, que políticas públicas existen hacia esos sectores y como se evalúan sus resultados?
Si bien la Federación Mexicana de Futbol, la FEMEXFUTAC decidió aplicar “castigos” a la “plaza” de sancionar al equipo profesional de futbol, no se pronunció sobre la desaparición de la “barra” de los Gallos. La “barra” como tal tiene un motivo para cohesionarse: el señalamiento mediático, la desaparición del equipo que los convocaba, los símbolos y logos a donde recurrir para tener una identificación, una forma de visibilizarse. Esa función de atención cumplía o cumple el equipo de Gallos a falta de alternativas para ese sector de la población. Por lo tanto, se convierte en un gran reto de intervención para las autoridades locales. ¿Que harán las autoridades al respecto?
No se trata de señalar únicamente a los protagonistas de la riña como “delincuentes”, “desadaptados”, “barbajanes” y otros epítetos similares que les endilgaron muchos en los medios de comunicación, parte de la opinión pública, e incluso algunas autoridades. Son ciudadanos que requieren de atención y de intervención como parte de nuestra sociedad. Lo que se requiere es solucionar esos problemas, no esconderlos o ignorarlos. De no hacerlo caeríamos en una variante de la nociva dicotomía que mantiene el Presidente cuando habla de chairos vs fifís. Acá sería “los barbajanes” y los “ciudadanos buenos”, y ese no es el camino.
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