Neon

Manuel Basaldúa Hernández

 

La presencia de vagabundos, pordioseros, miserables y mendigos es directamente proporcional al crecimiento económico de cada población. La atención y control de población de vagabundos y demás personas mendingando, llamadas eufemísticamente “en situación de calle” es inversamente proporcional al costo administrativo y político electoral de cada población.

 

Ha llegado el momento en que la presencia de personas sin casa, migrantes, vagabundos y pordioseros inunda la ciudad sin que las autoridades municipales puedan tener control sobre este aspecto.

 

Querétaro es casa de todos, y en ella también caben esos nómadas urbanos que son recibidos con los brazos abiertos, y la ciudad les brinda las llaves de la ciudad. Por eso duermen en paisajes VIP bajo los portales de Plaza de Armas, de la Tienda de El Sol, o los arbolados rincones del Jardín Guerrero. Para los de las periferias hay hospedaje ecológico dentro de los recovecos de los drenes pluviales, y otros más modestos como los que ofrece la tubería del drenaje. Para los ecologistas están los bordes del dizque “Rio Querétaro” de Avenida Universidad, y les ofrecen mosquitos, moscas y otra fauna nociva de compañía. Cortesía de los centros comerciales queretanos le brindan equipamiento para sus pertenencias estivales; carritos del super que son sustraídos cortésmente. También están las cornisas de los comercios del Centro Histórico, o los rincones de las iglesias de arte barroco, dormitorios que son equipados con cartones y plásticos que se guardan celosamente entre los árboles o las orillas de los edificios. Y para su manutención está la muchedumbre de turistas o vecinos que les otorgan una cantidad modesta para su tonayán y otras sustancias lúdicas. Y si no sucede, puede que haya que usar algún otro método algo coercitivo para que no se olviden de su aportación voluntaria.

 

Muchos dicen que los trashumantes, los trotamundos miserables ya se están convirtiendo en una plaga para la ciudad, al igual que los jóvenes que transitan con sus autos deportivos a altas velocidades entre la Bernardo Quintana y Boulevard de la Nación o circuito Universidades. Pero simplemente son sectores de población que requieren algo de atención y que se les indique como deben comportarse en el espacio abierto y colectivo.

 

La Ciudad de Querétaro había dejado pasar por alto la enorme cantidad de mendigos y pordioseros que existen en la vía pública. Había tolerado robos leves motivados por hambre o por necesidad para vender material de la infraestructura, el robo de cableado, coladeras, alambrados, o pequeñas cosas de las casas. Pero el reciente ataque mortal de un mendigo a una jovencita a plena luz del día ha colmado el límite de la tolerancia ofrecida.

 

 

El tema de la mendicidad en México es un problema difícil de abordar y más difícil es encontrar vías alternas de solución. El fenómeno no es nuevo ni exclusivo, todas las ciudades del mundo lo tienen y lo padecen. Pero la variante es como se trata.

 

No solamente es la pobreza y mendicidad local, también crece y se alimenta de las olas migratorias que están ocurriendo en los últimos tiempos. María Dolores Lorenzo abordaba en 2018 “la acción asistencial. Protección y confinamiento ante el problema de la mendicidad en la Ciudad de México”. Otros autores refieren que también a inicios del Siglo XX se había sancionado con cárcel a los mendigos. Estaba penado ser pobre y vagabundo. “la mendicidad se presentó como una manifestación nociva del acelerado cambio en la urbe”. Muchos de ellos eran encarcelarlos, e incluso se llegó a ahorcarlos. Se sugeria evitar darle davidas. Hugo Hiriart, dice en un articulo publicado en Letras Libres, que “Aunque Cristo advirtió semper enum pauperes, “pobres siempre habrá”, desde luego no dijo “pordioseros siempre habrá”. Porque no son lo mismo: en tanto pobreza es condición, limosnear es oficio, como se advierte en novelas como Misericordia, de Pérez Galdós.” Iriart señala que Juan Luis Vives un filantropo y benefactor proponia la redencion del mendigo, porque el mendigo nos induce a la limosna, al amor caritativo, y eso es lo que predica el catolicismo, y gracias a la limosna nos lleva a la rendencion y con ello alcanzaremos el cielo.

Por otro lado, en nuestra realidad actual, nos hace recordar la noticia que el periodico El Universal daba en los años de 1930: “Los mendigos han sitiado la ciudad de Mexico”. ¿Tambien podemos decir que los mendigos han sitiado Querétaro?

Una solución no es suficiente, ni tampoco varias. Porque a los malvivientes no se les puede tipificar algun delito, no se les puede condenar porque estan ya condenados a pertenecer a lo mas bajo de la sociedad, a los desposeídos. Dice la Autoridad que no puede generalizar al referirse a ellos como personas en situacion de calle como amenazas pública. La Autoridad ni siquiera es capaz de encontrar un catalogo de tipos de desposeidos; gente arrojada a la calle por sus familiares, despojados de sus propiedades, campesinos venidos a menos, gente que ha perdido a todos sus familiares, migrantes solitarios, enfermos mentales, personas intoxicadas con estupefacientes, farmacodependientes, pobres buscadores de latas o pet en los basureros. Si no hay forma de tipificarlos, tampoco hay una politica de atención correspondiente, ni una solucion al respecto. Porque, ademas de que no hay infraestructura suficiente, tampoco hay voluntad de ellos para dejarse ayudar. Mientras tanto, la población ahora los ve como enemigos o como potenciales asaltantes o rateros. Tanto ellos como la poblacion en general esta esperando a que se cometa algun agravio, agravio involuntario e inconciente pero con consecuencias graves o fatales y sin castigo alguno. El estado tiene un gran reto de encontrar solucion a la existencia de estos menesterosos.

 

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