Luz Neón 200
Manuel Basaldúa Hernández
Los ciclos se cumplen, y ya dejamos atrás uno más. Empieza el nuevo año y vemos nuestra ciudad con nuevos retos. La urbanización en el orbe va con pasos acelerados, y las ciudades se intensifican en densidad y en exigencias de sus habitantes. La pauperización de las áreas rurales, el cambio climático, el stress hídrico y la violencia se han convertido en resortes de presión que expulsa a importantes núcleos de personas, acrecentando el flujo de migrantes que se van quedando en el camino rumbo a centros económicos de prosperidad incipiente o consolidada. Querétaro es uno de los centros con mayor atracción en la república mexicana y paso geográfico en esa ruta de migrantes.
Los lugares en donde uno nace o se desarrolla son apropiados como la cuna o la casa en que se decide echar raíces. Querétaro para muchos de nosotros es esa casa que debemos de cuidar y de ayudar a su desarrollo, y donde debemos aprender a convivir con los nuevos avecindados que nos traerán nuevas costumbres y nuevos hábitos convirtiéndose en un cambio constante al sentirse adoptados por esta tierra cada cierto periodo de tiempo. Es por eso que debemos seguir observando, estudiando, analizando y documentando los eventos y sucesos que se lleven a cabo en nuestra ciudad, como lo hacemos en nuestra casa.
El espacio digital que ocupamos en Dialogosenelinfierno, gracias a la generosidad de su creador y responsable Alejandro Guillén, nos ha permitido hospedar una larga serie de artículos sobre fenómenos y procesos sociales como la cultura y la antropología urbana, y que continúa también gracias a la amable dedicación de los lectores que nos hacen favor de dispensarnos su tiempo. Ambos factores estimulan las ganas de seguir escribiendo y participando dentro de la comunidad queretana en este sentido. Empieza el 2025 y coincide con la entrega número 200 de esta colaboración, en esta que consideramos nuestra casa digital.
Las cabañuelas es un concepto ya extinto?
Recuerdo que mi papá Manuel Basaldúa Zárate y sus amigos ejidatarios de Casa Blanca, allá pasado la mitad del Siglo XX, en enero estaban muy al pendiente del clima y le llamaban cabañuelas a las condiciones que acaecían los primeros días de este mes de enero. La creencia de ellos y otros campiranos era que durante los doce días consecutivos del día 1 del año si llovía llovería en enero, si el día 2 estaba soleado en febrero estaría asi de soleado, y así sucesivamente. Esta información servía de guía para las siembras de temporal, las cuales había muchas en nuestra región por ser el altiplano. Antes no se conocía el fenómeno del niño o la niña, ni tampoco del calentamiento global, ni del cambio climático.
Las cabañuelas era el periodo exacto para saber de nuestro clima en todo el año. La lluvia era un fenómeno que era esperado con alegría y esperanza, a diferencia de ahora que es muy pragmático, para saber si tenemos agua para lavar los trastes o los autos, y pedir que no llueva mucho para que no cause inundaciones o desperfectos en las calles o las casas. Basta con picarle sobre la lisa pantalla de los teléfonos portátiles o las tabletas, si no es que esperar al noticiero en la televisión o la radio para saber el clima del día, por quincena, o cierto periodo más prolongado de tiempo según las estimaciones de los centros meteorológicos.
También la lluvia se mira como molesta porque con sus relámpagos y truenos afecta la señal de internet. Y la gente prefiere tener wifi que unos momentos de interrupción y buenas lluvias.
Las cabañuelas como vocablo y como concepto de creencia y sabiduría popular se esta extinguiendo, no solo por su total ineficiencia sino también por su falta de interés de todas las personas, no solamente urbanas, sino incluso de las áreas rurales.
Deja una respuesta