Luz Neón
Luis Nava vs la basura
Manuel Basaldúa Hernández
Transita un auto por la avenida Constituyentes, el auto deportivo de reciente modelo, en su paso arroja una servilleta al exterior, y cae cerca la ciclovía. La servilleta revuela y se junta con otra basura más en la orilla de la banqueta. Por la carretera 57 transita un autobús, la ruta 74 y de repente sale disparado un vaso de unicel por una de sus ventanillas, rebota en el acotamiento y se detiene en una de las áreas verdes que está llena de más basura. Diariamente, muy temprano, poco después del alba, hay basura regada en la mayoría de las calles. No hay día que no aparezca así, como si hubiese ocurrido una megafiesta. En este mismo cuadro de la ciudad, horas después montones de bolsas negras de basura son depositadas en las calles, de donde escurren líquidos espesos con fétidos olores.
He sido testigo de cómo camionetas al servicio del Ayuntamiento recogen bolsas de basura que son depositadas en los cestos dedicados a la basura de mano. Los trabajadores recogen esa bolsa, y han avanzado apenas unas cuadras, y llega una persona y pone otra bolsa con basura sobre ese cesto.
Va caminando una persona, viendo la pantalla de su teléfono móvil, y destapa una comida chatarra y tira la bolsa al piso, indiferente a la presencia de un cesto para la basura a escasos centímetros de donde pasa. En las colonias, hay un día y horario para que el camión pase a recoger la basura de las casas, pero las bolsas son sacadas un día antes desde temprano, pasa un perro y la despedaza, hurga y saca una bolsa de plástico y se va, dejando regado su contenido, otra bolsa más es rasgada por un indigente que busca latas o pets para juntarlas y venderlas posteriormente, y también riega el contenido de la bolsa, sin importar que se riegue con el viento o el paso de los autos.
Los vagabundos, “homeless” algunos les llaman rimbombantemente, son escarabajos humanos, van juntando plásticos, cartones, y otro tanto material desechable en sus carros robados del super, o en patinetas o simplemente en cajas, y acumulan mas basura que son su tesoro, y que luego abandonan para hacer otro bola de basura, hay decenas de ellos por toda la ciudad.
Y así, sucesivamente, cientos de ejemplos de cómo los ciudadanos de diferentes estratos sociales, no tienen un comportamiento cívico del manejo de la basura y por lo tanto, del cuidado del medio ambiente. Son cientos, podría aventurarme a decir miles los que tienen estas prácticas nocivas. Y no colaboran a mantener un entorno limpio y cuidado.
Por otra parte, la infraestructura de las autoridades municipales se ve rebasada ante tal cantidad de basura, y no existe un programa de educación cívica, ni una campaña publicitaria que conmine a los ciudadanos a tener prácticas de manejo adecuado de sus desechos. Cómo tampoco hay una educación sobre el tipo de materiales que se deban utilizar para no dañar el medio ambiente.
El Centro Histórico es limpiado asiduamente. Pero a medida que uno se retira de el, y se adentra en la periferia, la basura va apareciendo en los montones depositadas en las esquinas, en la orilla de los parques, en los baldíos, en las riberas de los canales, en las banquetas, y se nota que los servicios de limpieza no son tan efectivos como en otras áreas.
El Ayuntamiento dirigido por Luis Nava hace evidente qué si bien hace un gran esfuerzo, no tiene un programa eficaz, ni un servicio que sea suficiente para tal fenómeno de consumo y desecho de materiales. De que implementa acciones, sin duda, pero las recientes acciones de multar a quienes tiran basura en baldíos, disponer de medio centenar inspectores, e invitar a la gente a que respete los horarios parece que no es suficiente.
Es necesario un diagnóstico real sobre esta práctica de deshacernos de la basura urbana que se ha convertido en un verdadero fenómeno de riesgo ambiental. Teniendo en cuenta que los residuos sólidos urbanos no son fáciles de reciclar o reusar.
De acuerdo a las estimaciones de ecologistas, una persona genera al menos un kilo de basura por día, no existe una estimación de los negocios, las empresas y de aquellas personas que se dedican al comercio informal, por citar solamente a algunos generadores más de residuos sólidos. La cuestión ya no es solo de estética citadina, sino de control sobre elementos que afectan la salud y el medio ambiente. Si bien es cierto que todos somos parte de este problema y que no debemos dejarle todo a la autoridad, si es esta es la que rige la conducción del comportamiento de la ciudadanía, y la administración de la vida pública.
¿Luis Nava podrá aproximarse a la solución de este problema y tener éxito cómo lo ha hecho en otros rubros?
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