Luz Neón
Manuel Basaldúa Hernández
El caso de los vendedores ambulantes y las artesanas otomíes sigue dando mucho de qué hablar en la Capital queretana. Ha sido sintomático que los actores en disputa sean los ladinos y mestizos, y quienes deben de ser los protagonistas siguen estando relegados de la toma de decisiones.
El punto central del conflicto se sitúa en el medio de subsistencia de las familias otomíes, las cuales están soportadas visiblemente por las mujeres. Y la venta de las artesanías es el medio por el cual estas familias obtienen sus recursos, además de la aportación de los hombres que se dedican a trabajos variados fuera del mundo de la elaboración y venta de mercancía.
Pero hay que matizar esta cuestión, la venta de las artesanías, es decir, su producto insignia es la muñeca maría. (hay que empezar a descolonizar a la muñeca porque ese nombre de Lele es una imposición de agentes externos a esa etnia)
El eje central de la solución al problema es la venta. La forma de mercadear sus artesanías. El gobernador Mauricio Kuri, empresario y con buena percepción de mercado ha señalado atinadamente también este punto: no basta con darles un espacio para su venta, porque el problema persistirá. La cuestión está en el mercadeo. A muchos opositores políticos del gobierno no les parece adecuada esta idea porque la ven como una cuestión empresarial, y desde luego que lo es, pero no tiene nada de mal y sería un aspecto que ayudaría bastante a las mujeres otomíes.
La oposición a esta postura también tiene tintes políticos, y como lo he señalado anteriormente, la oposición a estas propuestas surge desde el paternalismo y una visión equivocada de lo que es la etnia en la actualidad. Los defensores de “izquierda” critican el conservadurismo de ciertas posturas gubernamentales y alientan el desarrollo y lo moderno, pero se niegan a otorgar estas cualidades a las etnias de nuestro país, queriéndolas mantener en el subdesarrollo y una visión romantizada de los “inditos” protegidos por el hombre (y la mujer) blanco y de izquierda.
El estudio y su consecuente reporte sobre esta etnia otomí contiene ciertas referencias a las ideas que aquí argüimos, el artículo en cuestión se titula “Mujeres artesanas de Amealco de Bonfil, Querétaro. Éxito empresarial desde la teoría del feminismo social” escrito en el año del 2022 por Carlos Hugo Millán García, Arlén Sánchez Valdés y Gloria Georgina Icaza Castro, todos ellos de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Los investigadores mexiquenses se dedicaron a analizar tres grupos artesanales integrados y liderados por mujeres en el Estado de Querétaro (México), desde la teoría del feminismo social, y encontraron un éxito empresarial con su producto que reflejan su identidad, y sobre todo que atinadamente responden a las exigencias del mercado.
Desafortunadamente, estos casos de éxito no han sido adecuadamente manejados y no han repercutido como modelo en todas las mujeres artesanas y en todas las comunidades indígenas. Parecería una idea descabellada, pero yo pensaría que los millones de pesos que el gobierno municipal y el gobierno estatal le destina a programas de corto plazo, emergentes y coyunturales deberían ser dirigidos a la superación educativa y de estrategia comercial de estas comunidades.
Las enormes cantidades de dinero que se otorgan a los programas sociales de ayuda a los otomíes deberían de incluir la insertación de los integrantes jóvenes de esas familias étnicas a las Licenciaturas de administración de empresas, turismo, estrategias financieras y otras afines, estudios de posgrado a nivel internacional, tanto en las universidades públicas como, incluso, en el Instituto Tecnológico de Monterrey.
Todo ello con el objetivo de que sean exitosos en las ventas de sus productos, y abandonar el modelo del comercio ambulante, totalmente subdesarrollado e inhumano.
Los investigadores mexiquenses ya ha visualizado la oportunidad que pueden explorar y explotar estas comunidades, ellas hablan de las cualidades femeninas y los roles que impactan positivamente en sus funciones de elaboración empresarial exitosa. Lo que se debería de poner en la mesa de análisis no es solamente la cuestión de la venta, sino de la reproducción de identidad, de comunidad y de una calidad de vida de las familias y las comunidades.
La visión y proyección de atención no debe ser a corto plazo y paliativa, debe ser a mediano y largo plazo. Desde la visión de que las etnias cambian, progresan y se desarrollan con una transformación paralela a las urbes y metropólis con las que conviven y a donde destinan su mercado. No se debe tener miedo a un modelo de participación económica de mercado, con ganancias igual que las empresas capitalistas en donde conviven los otomíes.
Pensar lo contrario seria mezquino y regatearles el progreso, desde una posición maniqueísta que los destine a la pobreza perpetua y a seguir siendo carne de cañón de grupos políticos oportunistas, o de gobiernos con visión corta y ineficiente.
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