Neon

Luz Neón

Manuel Basaldúa Hernández

Hace un par de días tuvimos el conocimiento en las redes sociales una nota que parecía de poca importancia: se cayó una palmera que duró muchos años en el emblemático Jardín de los platitos. Hasta ahora no se han reportado las causas, si fue por su larga edad, si fue intencional, o si padecía alguna enfermedad. El asunto es que lamentablemente por esa zona cae otro gigante. Recordemos que hace algunos años un ficus enorme y frondoso enmarcaba el inicio de la avenida de Corregidora norte, y fue talada por órdenes municipales.

La caída de la palmera nos lleva a la siguiente reflexión: ¿Cuál es el estado que guarda nuestra población forestal citadina? No lo sabemos y parece que a nadie le interesa. No es parte de un escándalo político, ni una noticia morbosa, que haga que esto sea un tema de interés masivo. Por otra parte, hay muchos y muchas ambientalistas en nuestro Estado y principalmente en la zona urbana, quienes hacen denuncias puntuales sobre afectación de la vegetación o áreas protegidas. Declaraciones que hacen sin que tengan un eco trascendente en la población, y parece ser que tampoco tienen repercusiones en la clase gobernante o responsable de las políticas públicas.

Volvemos a la pregunta, ¿Cuál es el estado que guarda la población forestal citadina? O ya debemos decir, metropolitana, o regional, dada la rápida y profunda expansión urbana que estamos experimentando. Parece que nadie lo sabe, y carece de importancia inmediata. ¿A que viene a cuento en esta ocasión el presente escrito? Que nuestra flora y vegetación, así como el área forestal esta olvidada y empieza a agonizar lentamente, sin que nadie repare en ello.

Nuestros parques, pírricos parques, están poblados con árboles viejos, lo mismo pasa con los bulevares, camellones y en las banquetas de las múltiples colonias o fraccionamientos. Además de los viejos, hay muchos árboles que ya están muertos, y otros están enfermos. Los que están a las orillas de las principales vías de transporte, por ejemplo, en la carretera 57, el tramo México-Querétaro, en Bernardo Quintana, entre otras vialidades están llenas de hollín, con basura y grasa en a sus pies. Los árboles que se encuentran en la extensión de la Av. 5 de febrero son víctimas de golpes por los accidentes de tránsito.

No ha habido la renovación forestal en la ciudad desde que yo tenga memoria. Las modificaciones en los parques solamente se dan con plantas ornamentales, o de campañas de tala permanente. Pero no hay una renovación de árboles para el mediano y largo plazo.

Las plantas y árboles nuevos los vemos en las entradas de los nuevos fraccionamientos, pero esos son exóticos y tienen un fin estético solamente. Una funcionaria de gobierno propuso adoptar un árbol, sin embargo todo quedo en una simple ocurrencia, y sus adversarios se enfocaron en atacar esa idea pero nunca retomaron la idea ni la obligaron a que se extendiera un planteamiento serio, como tampoco sus críticos se abocaron a adoptar un árbol.

Por otra parte, es una paradoja que, en la ciudad y las zonas urbanas, hay múltiples fugas de agua que no son bien atendidas, aguas negras que son drenadas a cielo abierto, y no se recuperan para regar los parques y jardines, los cuales están secos o deshidratados. Dejando al temporal y la poca humedad del subsuelo que alimenten a los árboles que tenemos en existencia.

No tengo conocimiento, hasta el momento, de una unidad de protección y manejo forestal urbano y si existe está sumida en la burocracia o paralizada en su ineptitud. Muchos ejemplares endémicos están infestados de plagas o de muérdago que los carcome y los seca, afectando a la población forestal de manera irreversible.

Nos fijamos y alarmamos cuando hay una fuerte contaminación del aire, pero no miramos y no se hace nada sobre el rescate de los árboles y sus respectivos cuidados. Nuestra vida vertiginosa nos ha orillado a pensar en lo inmediato, pero debemos de pensar a futuro. Los árboles son ese futuro. Si falta agua, nos alarmamos, si falta la energía eléctrica nos inmovilizamos, si hay un bloqueo de tránsito nos escandalizamos, pero ¿ qué haríamos si nuestro aire purificado por los árboles nos hace falta? Esa palmera del jardín de los platitos debe ser una señal importante.

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