Luz Neón
La ley y la justicia. Muerte en el Zenea
Manuel Basaldúa Hernández
El artero asesinato de Brenda Calderón a manos de un supuesto “franelero” en el Jardín principal de la capital queretana es una terrible noticia para Querétaro. Esa misma persona agresora hirió a una familiar de la víctima y a una oficial de seguridad pública que acudió al auxilio de quienes fueron atacadas con un cuchillo. Tanto los informes oficiales como los reportes de la prensa sobre el móvil no han sido claras al respecto. La seguridad pública, en los principales centros urbanos se multiplican por varias ciudades importantes del mundo.
En Europa, por ejemplo, los ataques con cuchillos se han dado por motivaciones religiosas, en Norteamérica por cuestiones raciales. Lo mismo ha ocurrido en la ciudad de Akihabara, en Tokio Japón, cuando una mujer atacó e hirió a cuatro hombres en las instalaciones del metro de esa ciudad. Hubiera sido más grave el asunto, pero la policía llegó oportunamente para detener a la agresora. Los antecedentes en esa ciudad japonesa de Akihabara señalan que en el 2008 una persona apuñaló y mató a siete personas. El agresor fue condenado a muerte y ejecutado un año después de ese hecho.
La capital queretana ya cuenta también con un lamentable antecedente, de otra muerte a una mujer en la concurrida plaza Mariano de las Casas, también por un sujeto en aparente situación de calle. Y se tiene noticia de ataques de similar naturaleza en otros lugares del centro histórico de esta ciudad.
La ciudadanía ve con recelo la postura de la policía, y la respuesta de las autoridades. Porque queda cierto aire de inseguridad e indefensión en una zona donde se supone debe prevalecer la paz y la seguridad, dada la numerosa presencia de policías y otras autoridades. Y se queda en mera ilusión ese performance mostrado en el pasado desfile del 20 de noviembre por parte de la Secretaría de Seguridad Pública donde un ataque de un malhechor es sofocado inmediatamente por los elementos oficiales en bicicleta al que atrapan con contundencia.
Pero en los hechos concretos, la realidad es otra. Un elemento más debe ser considerado en este tipo de situaciones; cuando hay un evento en donde la policía detiene a indigentes o personas sospechosas, se aglutinan varios ciudadanos anónimos para defender a los que se quiere detener por infracciones o por violaciones a la seguridad pública, o estos ciudadanos hacen denuncias ante la Defensoría de los Derechos Humanos estos actos. Ante la presión social, muchas veces los policías ceden a la aplicación de su trabajo, y dejan en libertad a los sujetos en cuestión. Los cuales muchas veces vuelven a las andadas, pero a sabiendas de que gente anónima los arropa, hasta que ocurren desgracias con conclusiones de lesiones o decesos, y la ciudadanía anónima no se hace responsable, y luego señala de incompetentes a las autoridades en turno.
La ley debe respetarse, debe aplicarse y debe ser un elemento para garantizar la plena convivencia entre los integrantes de la sociedad. Los policías deben mostrar ser elementos capaces y eficaces en su desempeño, y los ciudadanos no deben inmiscuirse en la aplicación de la ley. La muerte de Brenda Calderón debe de servir como ejemplo de que la ley es la garantía de la plena libertad y seguridad de los ciudadanos, y que la justicia debe prevalecer en el pago de las consecuencias de todos aquellos que no cumplan con las leyes. En este país donde la violencia es una moneda corriente, debe haber al menos ciertos resquicios de seguridad.
Querétaro ha presumido un sistema de seguridad que hasta el momento no deja satisfechos a todos por sus resultados, se ha publicitado grandes inversiones en la preparación de su personal, y aun así no ha sido suficiente cubrir las expectativas que ellos mismos han puesto. Querétaro debe compararse con Querétaro en este tema de seguridad.
Ni debe congratularse de datos de otras entidades con altos índices, ni ser señalado con otras entidades con bajos índices delictivos. Todos debemos tener claro que la ley prevalezca para que la justicia sea clara, y con ello podamos convivir con paz.
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