Neon

Luz Neón

Manuel Basaldúa Hernández

 

Un veterano de guerra estadounidense llora al conmemorarse el Día de la Independencia de su país en este 2023. Llora cuando dice que las cosas que hicieron y por las que lucharon, en la que murieron muchos jóvenes como él en su tiempo y que se han ido al caño. Entre sollozos, viendo lo que ocurre en la actualidad y de cómo se encuentra Estados Unidos señala que su país se ha ido al infierno.

Francia ha pasado estos últimos días por una jornada de violencia colectiva, protagonizada por cientos, o quizá miles de migrantes y refugiados, en donde estos últimos ya con nacionalidad francesa, no se sienten arraigados por el país galo, y brotan sentimientos nacionalistas de sus lugares de origen. Aunque han nacido en Francia, o han sido nacionalizados franceses, no se sienten ciudadanos de ese país, porque su color de piel, de sus ojos no son franceses. Los franceses son rubios, son blancos y de ojos claros.

La intensa y constante migración que no acaba de poblaciones centroamericanas hacia Estados Unidos, es generada por la pobreza, por la violencia y por el resentimiento hacia su país que no los protege ni les brinda recursos adecuados para vivir. Van en busca de la nada o de todo, saben que la vida no será fácil, pero. No puede ser peor que lo que experimentan o viven en sus países.

México está pasando por la peor crisis de divisionismo y odio entre sus ciudadanos, promovida desde la Presidencia de su gobierno, pero alimentada por el resentimiento incubada durante décadas o siglos, desde la conquista, el virreinato y la revolución. Hay una violencia ciega, indómita, llena de bilis y coraje, ante todo y contra todos. En el juego de futbol realizado en Estados Unidos, asistentes mexicanos pelearon entre sí, y uno de ellos le clavo sin miramientos un puñal a otro connacional. Nacos y fifis, solovinos contra derechairos y otros epítetos clasistas, son el alimento de una división que no se le ve fin a mediano plazo. La democracia es un juego de insultos y descalificaciones. No es para nada una contienda civilizada para elegir a los representantes de la soberanía, del estado y del Gobierno.

Adolfo Gilly, historiador recientemente fallecido, escribió un libro interesante donde describe las razones por las cuales México vio su revolución interrumpida; por una inacabada relación adecuada entre campesinos y obreros, y sobre todo por un campesinado que quedó imposibilitado de efectuar una adecuada relación entre la burguesía y el proletariado, y aquella idílica relación entre obreros y campesinos.

Entra las otras naciones, como en la mexicana muy nuestra, no hemos quedado satisfechos con lo que han hecho nuestros héroes, nuestros lideres y la ciudadanía en general. No hemos quedado satisfechos, y por lo tanto, felices. Jean Paul Margot, en su breve ensayo sobre La Felicidad, publicada en Colombia en el año 2007, dice que la felicidad, agrega, es el resultado de la conquista sobre si mismo y sobre el mundo y los demás. o se reduce al bienestar de un organismo que se adapta al medio en el que se desarrolla. Así, el hombre debe considerar sus valores, y no puede eludir pensar en la libertad y sobre todo en su compromiso como ciudadano integro para llevar a cabo una acción colectiva para el bien común. Ser feliz, dice Margot, supone que el hombre sea capaz de lograr un equilibrio que supere sus contradicciones y conflictos.

Pero volviendo la mirada a los sucesos, hechos y estados que describimos anteriormente, podemos concluir que, usando la idea de Gilly, solo hemos conseguido una felicidad interrumpida. Muchos criticaran el llanto del veterano de guerra estadounidense por que es ciudadano de un imperio capitalista. Pero lo sustantivo es la reflexión que hace, de que muchos lucharon y murieron por un mundo mejor y feliz, y hoy eso no se ha logrado. La idea que usamos de Gilly, a la vez es un homenaje a su pensamiento. Nos quedamos planteando una simple pregunta: ¿Entonces, de que se trata todo esto?

 

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