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La casa, refugio contra las calamidades. (Parte 2/2)

Manuel Basaldúa Hernández

La pandemia quizá disminuya, pero el peligro del contagio del virus sigue y seguirá por un buen tiempo. La desaceleración del confinamiento será a mediano plazo, y requerirá de etapas de cambio con mucha planeación y varios ajustes. La casa seguirá siendo un buen refugio, y un lugar para el resguardo contra las calamidades de salud que en los últimos años enfrentamos.

La Segunda Conferencia Mundial sobre Asentamientos Humanos, llamada también Habitat II, que se realizó en la ciudad de Estambul en 1996, tuvo como una de sus conclusiones que la vivienda es “algo más que tener un techo bajo el que guarecerse”, se agrega que debe ser un lugar privado, con espacio suficiente, con accesibilidad física, seguridad adecuada.

El confinamiento y la combinación de la tecnología cerró las puertas para la seguridad de sus habitantes en términos de salud, pero también hizo liviano el peso de la privacidad. Así, se conoció y dimos a conocer nuestras cocinas, las salas, las recamaras, los patios y hasta los baños a la comunidad.

El que la casa nos resguardara durante este largo periodo pasó de concebir un mandato gubernamental como el encierro, a una acción ciudadana que lo pensó como confinamiento y que lo asimiló como la única estrategia para ayudarnos y ayudar a los demás y evitar los contagios masivos. Es decir, la casa cumplió el papel de vivienda a lugar de protección contra lo que representaba la enfermedad y muchas veces la muerte.

Enlistamos algunas de las acciones que en primera instancia se llevaron a cabo y que fue posible trasladarlas a la casa, tales como el trabajo, el entretenimiento, y la instrucción escolar y universitaria. Sin embargo, no todo ha sido positivo, los desbalances que sufrimos en la acción social también saco a relucir otros campos que habían dejado de hacerse visibles, o incluso agudizo otros que hay que atender en la medida de lo posible.  Con esta parte concluimos la breve lista que iniciamos en la entrega pasada, y que servirá de apunte para una posterior reflexión sobre la casa.

La salud física. El optimismo se desbordó pensando que el ejercicio físico podía efectuarse tal como se hace en otros espacios; el gimnasio, el parque, la sala de baile, los deportes, o la simple actividad de caminar en el parque, correr o la natación. De acuerdo a algunos estudios, derivados del confinamiento el incremento en el peso de las personas ha sido de 8.5 kilos en promedio. Se dejó de consumir suficiente agua, eliminar suficiente grasa corporal, y no impactó positivamente en el estado de ánimo, como tampoco nos ayudó a regular el tiempo para dormir cómo se debe.

Encuentros y desencuentros. La convivencia en la casa nos ha enseñado que las funciones que tenemos en el sostenimiento de la vivienda, los roles que jugamos en la familia, las funciones y el concepto que tenemos de hogar es más complejo que simplemente habitar un espacio físico y relacionarlos con los que interactuamos bajo un mismo techo. Esto ha derivado a que hayamos descubierto algunas características con las parejas, o los demás miembros de la familia. Lo que ha provocado que hubiera un incremento de aprehensión, o bien una crispación en la relación entre los miembros.

Las sociopatías. El campo anterior nos da pauta para abordar un tema espinoso, pero ineludible, que existe en la casa. Ciertas sociopatías que son amortiguadas con la interacción social abierta, pero que se exacerba al interior de las viviendas. La violencia familiar, la violencia contra las mujeres y otros miembros de la familia repuntó considerablemente. La frecuencia y existencia de este problema es más delicado y común de lo que se tiene pensado. Una descripción de un suceso así, lo pudimos conocer a través de las redes sociales; un profesor le llamó la atención a un estudiante en su clase, y le estaba regañando por su falta de participación. Le pedía que abriera su micrófono para que contestara las preguntas. Pero el alumno en el chat privado le respondió que le daba pena abrir el micrófono y la cámara porque se estaban peleando sus padres. Y él no sabía qué hacer y estaba muy angustiado.

La intimidad. Si bien la exposición de caricias y muestras de afecto entre padres e hijos es hasta cierto grado común, y que los hijos vean el afecto que hay entre sus padres se hizo más visible, pero la intimidad también se vio con repercusiones al no tener el espacio adecuado para realizar la actividad sexual o romántica que se tenía antes del confinamiento. Será cuestión de evaluar luego, como lograremos un ajuste emocional y cómo se acoplan esos patrones de conducta.

La enfermedad. Una cuestión importante fue la del resguardo de quienes desafortunadamente experimentaron el contagio. El aislamiento de los contagiados complicó el desplazamiento de las personas en el espacio de la vivienda, el uso de espacios comunes, la utilización de herramientas de comunicación, de alimentación e higiene se complicó bastante en algunas circunstancias.

La religión. Una comunidad con fuertes raíces religiosas como la nuestra, hizo que también se dedicara un fragmento de la vivienda como templo virtual. La tecnología intervino en este aspecto, pero también se tuvo que acondicionar un espacio para estas prácticas que de ninguna manera podían quedar fuera de la dinámica de las familias.

Desde luego que esta lista apenas es un atisbo de la enorme funcionalidad que nos otorga la casa, y que debido a la pandemia nos permite voltear a verla. Cada uno de estos aspectos abordados, como los que han sido dejado de fuera por cuestiones de espacio, merecen por si mismos un estudio más a detalle.

Haciendo un balance rápido, la casa se nos presenta como un refugio con muchos más elementos positivos que negativos. Nuestros hábitos personales, roles familiares, sociales y culturales nacen en el hogar y se consolidan a medida que se fortalece la unidad doméstica. La casa también es la unidad urbana y social con la que contribuimos a participar en la estructura social a la que nos pertenecemos. Al terminar esta fase intensiva de confinamiento, debemos de regresar a una reflexión más serena sobre este espacio, y como podemos contribuir a su fortalecimiento en esta aldea global contra las amenazas ambientales, sociales y de salud a la que nos encontramos frecuentemente expuestos. *

*Agradezco a quienes me sugirieron algunos puntos a tratar, y que me hicieron el favor de su amable lectura.

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