EL LLANO EN LLAMAS Sergio Romero Serrano 181121
He transitado con mucha frecuencia por la autopista México-Querétaro, en su tramo San Juan del Río-Querétaro desde hace 40 años, por diversas razones. Con ello he palpado de cerca la evolución que ésta ha sufrido a lo largo de su existencia.
La he recorrido en todos los horarios imaginables y en la mayoría de las condiciones razonablemente posibles. En un inicio era muy cómodo y placentero manejar el auto en ella. Hoy, es incómodo y sumamente peligroso. Se ha convertido, tal vez, en la más peligrosa del país.
¿Pero cómo se ha dado esta transformación? Bueno, la autopista ha ido cambiando con el paso de los años, como lo ha hecho el país y no sería ninguna exageración señalar que es –asimismo- un reflejo de cómo está éste. Porque de alguna manera, la red de carreteras con que cuenta cualquier nación es un referente de éste y no solamente en términos económicos, sino además en diversos aspectos que describen su cultura.
Así, por ejemplo, para entender a México, deberíamos analizar un poco cómo ha ido cambiando nuestra sociedad en referencia al transporte y las vialidades con se cuentan.
Y en este caso, tomar como muestra la que tenemos a la mano y qué es una de las más importantes del país: la 57 Podríamos empezar con un referente inmediato y obligado como es la población. Así, encontramos que en 1970 éramos aproximadamente 51. 4 millones de habitantes. En1980 ya habíamos llegado a los 67.7 millones de habitantes.
Hoy somos 128.9 millones. El crecimiento ha sido brutal. Consecuentemente la movilidad de esta población ha representado todo un reto al que nuestro estado, Querétaro, no se puede sustraer por la sencilla razón de que ocupamos una zona estratégica geográficamente hablando, del territorio nacional: somos el punto de distribución entre el Bajío, el norte y el occidente, con la Ciudad de México. La salida a uno de los puertos más importantes y emblemáticos como es el de Veracruz, la puerta al océano Atlántico y -por supuesto- al viejo continente.
Otro referente importante sería saber el número de vehículos que circulan en el país. De 1970 no se tienen datos precisos, pero para 1980 circulaban poco más de un millón de autos. En el 2020 son poco más de 50 millones. ¡50 millones de automotores de todo tipo! moviéndose en la red de carreteras del país y concentrándose de manera importante en algunas de ellas. Entre otras, la 57 de Querétaro. De su extensión que es de poco más de 175 kilómetros, el tramo Palmillas-Querétaro se ha convertido en los últimos años, en un dolor de cabeza: hay un promedio de tres accidentes diarios en el tramo.
En los últimos tres meses transité el tramo mencionado líneas arriba, casi a diario, y vi muchos problemas que deberían atenderse para disminuir el índice de muertes por hechos viales, que tiene una constante del 15 por ciento de la totalidad de defunciones en el país. Cifra por demás alta. Añadido a esto, debemos atender la política que marca la Organización Mundial de la Salud -OMS- que señala que la seguridad vial es un asunto de salud pública. Es decir, en la autopista México-Querétaro tenemos un problema serio de salud pública.
La verdad es que la carretera tiene una saturación impresionante que se ha ido incrementando con el paso del tiempo y aunado a ello, hay que agregar la pésima educación vial que tenemos los mexicanos y que complica extraordinariamente la seguridad con la que deberíamos recorrerla.
En este punto no hay para dónde hacerse, pues los vehículos de carga manejan con poca precaución y mueven el 97 por ciento de ella, lo que da como resultado que contribuyan en más del doble de los accidentes en los que participan otros vehículos, como serían los particulares.
Es decir, de cada tres accidentes, dos son causados por un vehículo de carga y solo uno por vehículo particular.
En ambos casos, la razón principal -o más común del accidente- es el exceso de velocidad: 54.6 por ciento, según los datos a nivel nacional del Instituto Mexicano del Transporte. Los daños causados por los accidentes vehiculares en el país arrojan un impacto económico anual del orden de los casi 56 millones de dólares. Me atrevería a agregar un factor más a la problemática vial señalada de la carretera 57: la falta de vigilancia.
Transitar la autopista es tierra de nadie, porque todos hacemos lo que se nos pega la gana y no hay quien ponga orden. Como no hay patrullaje o es mínimo, pues… el que tiene más saliva, traga más pinole.
En mi experiencia particular, evito la carretera lo más que puedo. Y calculo mis tiempos con hora y media o dos horas de anticipación, en un trayecto que normalmente era de treinta minutos. Pero hoy es una cajita de sorpresas: se puede encontrar o suceder en el recorrido cualquier cosa.
Para mí es una pena y una lástima porque de joven -la verdad- la disfruté mucho. No menciono aquí, por las limitaciones de espacio, el aspecto jurídico de todo lo que conlleva la ola de accidentes a los terceros afectados por la pérdida de tiempo, dinero y oportunidades, que son soslayadas por un sistema que no está en sus prioridades reparar los daños adicionales causados por la problemática. En un accidente usted puede pasarse hasta seis horas varado. O más.
Lo que es cierto y debería ponernos en alerta, es que los índices de accidentabilidad están al alza y seguirán así, si no se toman medidas inmediatas.
¿A quién hay que llamar?
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