Neon

Luz Neón

Manuel Basaldúa Hernández

La apacible estampa queretana la componía un puñado de manzanas urbanas, que estaban divididas en cuadras simuladamente rectilíneas y que se inclinaban rumbo al cerro del Sangremal. Ya establecidos como comunidad mestiza y dedicada al trabajo del campo, la religión fue la práctica de fe que unía a peones y hacendados. Con tufo virreinal, tanto el gobierno como la religión se acentuaron en la población que fue haciendo más fuerte la creencia católica en todo el bajío mexicano, y Querétaro asumió un papel conservador que lo mantiene hasta le fecha.

Una de las vertientes más acendradas del catolicismo fue la devoción a la Virgen de Guadalupe, que hacía dupla con la Virgen del Pueblito para conformar las prácticas religiosas más activas del centro del país. Fiesta tras fiesta, las cofradías y mayordomías tenían una agenda muy nutrida en el calendario anual, sino eran peregrinaciones, eran visitas a los templos, eran ofrendas, ofrecidas a estas divinidades. La expresión de la devoción de los creyentes se daba a partir de las misas de gallo y de novenarios con sus rosarios cantados. Acompañando a estas prácticas, para mostrar el júbilo de su grey, se ofrecían ferias y kermeses, que tenían como parte culminante los llamados “castillos”, esos fuegos pirotécnicos que eran como mensajes enviados al cielo de las vírgenes.

El recorrido de la peregrinación de estos creyentes se iba abriendo camino con cantores, y si había, una banda de música de viento. Se avisaba de la peregrinación lanzando cuetes a su paso, y ya en la plaza o en el atrio se lanzaban cuetes incesantemente, como incesante es el amor de la virgen por sus fieles. Una fiesta parroquial, una fiesta de la virgen sin cuetes, es una contradicción hasta biológica, diría el hermano Salvador Allende. Eramos un lindo pueblo.

Pero la ciudad creció, la modernidad urbana llegó, como llego también el materialismo digital. Este llego junto con inmigrantes ajenos al afecto a la virgen y a los santos, llegaron nuevas creencias, y se hicieron nuevas reglas por la mayoría, y como la mayoría son los inmigrantes se han impuesto tales reglas. Ahora los une el aislamiento ocasionado por sus teléfonos celulares y sus apps. Pero los inmigrantes no llegaron solos, llegaron con sus mascotas y sus ideas sobre las mascotas, a los que les llaman hijos, y a esas mascotas no les gustan los truenos de los cuetes ni tampoco comprenden el significado de echar cuetes al cielo. Se defiende más a las mascotas que a las creencias de la virgen y los santos, por lo que hay que combatir a los cuetes y a las insensatas peregrinaciones que afectan al tráfico.

Vivimos una sociedad contemporánea que combate las creencias religiosas que antes congregaban a la gente y la hacía comunidad. Ahora con esta idea atea, agnóstica y materialista se piensa que se ganó en modernidad, pero se queja de la desaparición del tejido social.

Estos nuevos habitantes que no creen en la virgen y en los santos dicen que la virgen y los santos no quieren cuetes para su celebración. Los que combaten las costumbres y tradiciones queretanas hacen como si la virgen les hablara.

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