Me Lleva El Diablo 9 de septiembre
En Querétaro, después del 6 de junio Morena permanece inmóvil, vacío de ideas, sumido en el silencio que le imponen las guerras internas donde sólo importan las ambiciones inconfesables por el momento y relegan el proyecto general de la 4T a un segundo plano.
Hay visos de que se ha intentado consolidar un grupo sobre otros, pero no hay acuerdos; mientras entre la militancia de Morena ya hay algo más que desesperación porque los problemas se acumulan y las soluciones escasean.
La poca actividad, interna y externa, se neutralizan por las ambiciones personales.
En Querétaro en Morena no existe una figura que pueda poner orden el aún diputado local Mauricio Ruiz quien también cobra como presidente del organismo, aunque no haga nada, no cuenta ni con el respeto ni respaldo dé la militancia, cuando se supone que debe ser quien se convierta en la cabeza del accionar de su partido.
Pero no, no puede con los grupos, es decir que al interior de Morena, unos vulgares ambiciosos anulan a otros y para decir verdad no hay nada que pueda levantar a Morena después del rotundo fracaso del 6 de junio.
Después de las elecciones pasadas quedó muy deshilachado el partido Morena en la entidad, todos o la mayoría, según Ángel Balderas Puga, un 80 por ciento de los candidatos “externos” no han regresado ni a dar las gracias, menos a pagar las multas que tiene el partido como resultado de su desaseado proceso de elección interna.
Es más, a uno que otro que “coqueteo” con ser candidato de Morena, ahora son altos funcionarios del gobierno estatal de Mauricio Kuri y a partir del 1 de septiembre ni volearan a ver a los morenos.
Ahora se ha dado florece el rompimiento que resulto de ese proceso interno, y que seguramente trae como consecuencias que queda de ese partido se lo disputen tribalmente.
Y a pesar de todo ello son la segunda fuerza en la entidad, y es precisamente eso lo que se pelean los grupos: el recurso económico – millones de pesos- que provienen de ese segundo lugar en forma de prerrogativas.
Vulgares ambiciosos diría Andrés Manuel López Obrador.
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