La realidad nos corta en pedacitos, solas, solos otra vez: nunca
El cementerio, la fosa de la indiferencia social desaparece a los desaparecidos: La llama de las velas, de las veladoras, de los cirios, ondea alta, el fresco viento las mueve y por momentos parece que se extinguen, pero no, vuelven a renacer, a prender, porque son las llamas del amor, del amor de madre que buscan a sus hijos e hijas desaparecidos, el amor de hermanos y hermanas que buscan a sus hermanos y hermanas desaparecidos y desaparecidos.
No hay que cerrar los ojos a un tema que nos agravia a todos: los desparecidos y desaparecidas, es un problema nacional que tiene patrones muy claros, no hay que simular, como lo hace el gobierno, como lo hacen los partidos, como lo hacen los políticos, no hay que abrirle el camino a la indiferencia, no hay que hacer como que no nos dueles el dolor de las madres buscadoras; es el dolor de todos, es un dolor social, aunque volteemos la vista a otro lado.
Tenis, zapatillas, huaraches, chanclas, botas, mocasines, zapatos que representan a los desaparecidos, que representan la lucha, la voluntad por encontrar a los desaparecidos, no son solo zapatos, son la fortaleza del amor de las madres buscadoras, que encienden velas, cirios, veladoras, que ofrecen una misa por los que faltan, que con su amor y fortaleza le restriega al gobierno del estado, al municipal, al federal a la sociedad su indiferencia,
Fin de semana, de protesta, de manifestar el dolor por lo perdido en Plaza de Armas de Querétaro, la plaza del pueblo que antes se llamaba Plaza Independencia como se señala en Palacio de Gobierno, debajo de la oficina del Gobernador Mauricio Kuri.
No hay nada más poderoso que el amor de una madre, y si es doloroso para una madre, para un padre, la muerte a un hijo o hija, el no saber si vive o está muerto es más profundamente doloroso.
La incertidumbre de no saber de sus hijos: si comen, si son torturados, si viven o están muertos, no quiebra a las madres buscadoras, el amor de una madre lo puede todo, ellas saben, sienten a sus hijos e hijas, los conocen bien: si olor, la piel, sus ojos, sus manos, sus pies, todo, conocen todo de los hijos, y por eso los huelen, los sienten y los buscan.
Ni el miedo al crimen organizado, ni la indolencia de las autoridades, ni la indiferencia social, ni el dolor, ni el cansancio, ni amenazas, ni la falta de apoyo, quiebra el amor de una madre, nada quiebra a las madres buscadoras que ya tienen años a contracorriente buscando a sus desaparecidos.
No están sola no es una frase más, es un aliciente para sobre ponerse al dolor, justicia es una deuda que se tiene con ellas, las velas y los zapatos es solo un paso que dan los buscadores y buscadoras para
Son ciudadanos que deberían de estar protegidos y protegidas por el estado, no deberían de estar buscando ellos, ellas, no deberían de estar haciendo el trabajo del gobierno, que en Querétaro ni las protege, ni busca nada, bueno si: busca que no se encuentre nada, que no se encuentre la verdad, poque aquí en Querétaro nunca pasa nada.
Sin apoyo del gobierno, sin partidos, sin que los políticos intervengan porque los partidos, el gobierno, los políticos todo lo pudren, lo echan a perder, aún las causas más nobles las pervierten, por eso mejor de lejos, y de cerca con el amor de una madre, y más de una madre buscadora.
En Querétaro hacen falta 680, la cifra de desaparecidos oficial, la que da la fiscalía General del Estado, la cifra que reconoce, pero que en realidad puede ser hasta cuatro veces más.
Que hay 202 cuerpos sin identificar ¿no saben quienes son? ¿por qué n o saben? ¿ dónde están esos 202 cuerpos? ¿los ocultan, como ocultan todo en el gobierno del estado?
En Querétaro no se quiere reconocer a los desaparecidos, así como niegan los feminicidios, prefieren catalogar estos temas como delitos de otra índole, pero no como desaparecidos ni como feminicidios.
En Querétaro dicen que no hay fosas clandestinas, porque no la fiscalía no busca, al contrario: a los desaparecidos los vuelven a desaparecer.
El cementerio de la fiscalía en Querétaro son los montones de carpetas de investigación que abren para archivar, los desaparecidos vuelven a desaparecer en la tumba, en la fosa común de la burocracia.
Las denuncias son archivadas, el trabajo de la fiscalía para lo atender el tema de los desaparecidos es de oficina, de esconder la verdad, no salen a campo, a los cerros, ni deja que las madres buscadoras salgan hacerlo, solo basta recordar lo que pasa en Santa Rosa Jáuregui, donde han encontrado fosas clandestinas, en San Juan del Río, pero aquí no pasa nada: todos están enterrados en las carpetas de investigación que desaparecen y se convierten en una cifra.
Pero el amor de una madre nada ni nadie lo detiene, son años de búsqueda, han encontrado y seguirán buscando y encontrarán a pesar del miedo, el dolor, la obstrucción del gobierno, de la indiferencia social.
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