El Séptimo Cielo

¿Qué tal? ¿Cómo se encuentran en pleno ascenso de contagios, de la pandemia?Este día iniciamos otra sección de Diálogos En El Infierno, el especio tratará de ser el otro lado de Me Lleva El Diablo, dedicado a la recreación, a soltar el sentido lúdico de la vida. Darle oportunidad a la cultura, a la recreación, esperamos que les satisfaga, y obvio, se abre el espacio a sus colaboraciones, a sus sugerencias y ocurrencias. A la levedad del ser. Iniciamos. Locos de Atar En tiempos del Covid-19, me notarán raro, pero todavía no acabo de ser yo, todavía ando haciéndome a mi nueva condición, después de las fiestas de todo un año. Sumergido en una ficción real.Ahora que sabemos que el número de jóvenes de entre 15 y 29 años en el estado aumentó 75% según el INEGI, y que lo que más les preocupa – aparte del miedo a contagiarse del virus- es el desempleo, la inseguridad, y la educación, en ese orden; además que poco más de 53% de los jóvenes que viven en la entidad lo hacen con sus padres.Que se acuestan, pero no viven juntos; que se quieren porque el único capital que tienen es el erótico, nos remitimos a una canción muy sabiniana para recordarle a la juventud que tiempos pasados nunca fueron mejores, es la de Locos de Atar. Estábamos en lo mejor; cuando sonó el despertador como un jarro de agua fría. El vino dulce del placer se avinagró sobre tu piel y la mía. En mis tiempos, Locos de Atar era una propuesta poco práctica para los jóvenes de ese entonces y, creo, que también para los actuales, para la generación del Covid. Pero es muy sabiniana. Habla, canta el Gran Crápula, sobre el imperio del amor y del deseo, sobre las obligaciones laborales; aunque sé que es una rola muy poco valorada por los dizques adoradores del Flaco. Una canción muy a modo para esos casi 600 mil jóvenes que tienen en sus manos el cambio social con su voto en este 21, que no quieren abandonar el hogar, que les preocupa, si el virus, pero más el desempleo y la inseguridad, pero que gustan de darle vuelo al deseo.De nueve a dos, de cuatro a seis, yo, que he nacido para rey; trabajando por dinero… ¿Y si te quitas el jersey, y nos sacamos otra ley del sombrero? Diles que no piensas fichar, pon el reloj a la hora de los locos de atar. Claro, por decreto, por ley, porque lo dice el Gobierno, hay empleo, solo que esos necios jóvenes no quieren trabajar; claro, eso dicen las autoridades, hay oferta educativa: desde la básica hasta profesional, dicen. Pero los jóvenes, metidos en aislamiento que obliga el Covid, se escapan de vez en diario, se meten a vivir entre el alcohol y el desenfreno ven, otra realidad: ven la intimidad personal frente al discurso gubernamental.Ellos, los jóvenes tienen la razón, porque tiene un paisaje fundamentalmente urbano y una visión no ideologizada de la vida cotidiana: cada fin de semana la misma rutina en diferentes cantinas o antros o en diferente casa; cada lunes al mismo trajín, después de escuchar la misma letanía de sus mayores padres: ya ponte a trabajar; ¿Cuándo te titulas?El lunes es el día peor, bailar con un ordenador el bolero del masoca. Volviéndole la espalda al mar, sin un mal beso que llevarse a la boca.Hay que insistir en el gusto sabiniano por la frase lapidaria y el gesto tronante, esencial en su arte: tan jóvenes y tan viejos, y es que la tasa de desempleo de los jóvenes queretanos alcanza el 9.7 por ciento, muy alta, y los de 20 a 24 años, cuando han terminado profesional, tienen el mayor nivel de desocupación. Nos mienten con la verdad, y es realidad que las nuevas tecnologías no traen nuevas oportunidades, son ficciones reales.La fuerza de la gravedad del cielo nos exiliará cuando subas la persiana… ¿Por qué no hacemos el amor y tiras esa ropa por la ventana? Diles que no piensas fichar, pon el reloj a la hora de los locos de atar. Piensan los jóvenes que, en lugar de trabajar por el salario mínimo, es mejor cantar como en Locos de Atar: mejor hacemos el amor, y diles que no piensas firmar, dice Sabina, pues como escribí al principio de este libelo, esta es una rola que nos muestra una propuesta poco práctica, pero muy sabiniana, sobre el imperio del amor y el deseo sobre las obligaciones laborales en tiempos del Covid. ¡Salud!

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