Por: Sergio Romero Serrano
220721
Grandes retos afrontará la próxima administración en el municipio de San Juan del Río, donde el avance en los problemas más sentidos por sus habitantes, ha sido muy lento o inexistente. Entre otros, está la seguridad y el transporte público, por señalar los más evidentes. Aunque son una constante en todo el estado, en el municipio que nos ocupa tienen características muy particulares.
Para empezar la falta de programas ´para contrarrestar la deficiencia en el número de elementos, la falta de capacitación y el poco equipamiento. Al margen de lo anterior, el actuar de los policías y su notoria ausencia en los lugares y situaciones requeridas, hacen de la ciudad en general sea tierra de nadie. Principalmente por la noche y los fines de semana.
Sin embargo, en el día es parte del paisaje urbano encontrar policías en pareja -o más de tres- paseando en motociclistas por la ciudad, aparentemente sin hacer nada. En ocasiones estacionados en calles poco concurridas, en charlas entre ellos o revisando sus celulares. Ocasionalmente visitando negocios establecidos para pedir en formatos especiales, firmas de propietarios o dependientes, supongo que para comprobar rondines y horarios. Llegan, piden la firma y se van.
En policías de tránsito es peor. Casi nunca se les ve, solo cuando hay accidentes y su tiempo de respuesta es extraordinariamente lento. El caos vial está a la vista de todos. Exceso de velocidad, imprudencia en el manejo, embotellamientos, estacionamiento en zonas prohibidas a doble o triple fila, conductores –principalmente taxista y choferes de taxivanes- consultados sus celulares y manejando al mismo tiempo. Lo mismo con conductores particulares.
El trato con los representantes de la ley es literalmente una bala perdida. Como puede ser que te trate bien y profesionalmente, puede ser todo lo contrario. Y es más frecuente lo segundo que lo primero. A muchos de ellos no les queda claro que están para servir y solucionar problemas, no para crearlos. Y que sus soluciones deben ser lógicas, con sentido común y acordes a la ley. Deben ser tratados con respeto, por supuesto, pero con el mismo que ellos deben de otorgar.
Me ha tocado ocasionalmente, presenciar alguna aprehensión por flagrancia y es impresionante la falta de capacitación para someter a un resistente y el manejo de situaciones difíciles, con tres o cuatro personas que complican su trabajo: siete, ocho policías y tres o cuatro patrullas y se les va de control. O el abuso y el exceso de fuerza que solo alienta más las inconformidades.
Comparativamente con los cuerpos del municipio de Querétaro, a éstos se les nota más profesionalismo en su desempeño, aunque –me parece- hay más abusos y quejas de los ciudadanos.
En materia de transporte público San Juan del Río se pinta solo: es extraordinariamente caro y extraordinariamente malo. Las rutas de taxivanes mal trazadas, con criterios que nada tienen que ver con la oportunidad, la rapidez y la comodidad del usuario, sino solo un interés económico que -no niego- sea importante, pero no el principal o definitorio.
Rutas trazadas con vueltas locas e innecesarias, producto en parte del diseño de vialidades y circulación sin sentido, ni lógica, definidas seguramente desde el escritorio de algún funcionario que no conoce la ciudad o nunca la ha visitado, lo que las hace en su experiencia de uso, tortuosas y deficientes.
Por lo mismo el transporte es caro y no corresponde a la calidad del servicio otorgado. La extensión de las rutas son cortas, pues la ciudad es relativamente pequeña comparada con la capital del estado.
Claro que la alternativa sería como dicen los mismos choferes de taxivanes ante la queja de algún usuario, sin voltear a verlo y mientras continua consultando su celular: “si no le gusta, tome un taxi”. Pero los taxis son mucho más caros. Una “dejada” en el centro histórico cuyo radio periférico podría ser máximo de seis kilómetros, cuesta cincuenta pesos. Las colonias de la periferia pueden ser cotizadas la “dejada” en cien, ciento cincuenta o doscientos pesos, dependiendo de la hora.
Sobra decir que es muy caro y tampoco corresponde la calidad y la oportunidad del servicio. Lo anterior sin mencionar que existen flotillas de taxis en manos de un solo propietario, lo que propicia en gran medida su encarecimiento.
No mencionaremos las condiciones físicas del parque vehicular.
Ante la pandemia, han disminuido considerablemente los ingresos de los trabajadores del transporte público por el confinamiento de los estudiantes y las clases virtuales. Más de un año sin la derrama económica que los escolapios dejan al transporte, ha golpeado severamente el giro.
El regreso a clases parece inminente, pero si el servicio público en la ciudad no se reestructura y no mejora sustancialmente su calidad, la ciudad seguirá siendo deficiente y limitada.
Políticas públicas claras y eficientes, en materia de transporte público y taxis, definirán el tono de la próxima administración, que seguramente desde ahora piensa en la reelección. Estaremos pendientes.
Deja una respuesta