Sergio Romero Serrano
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Pablo Milanés nos acompañó con su música desde el inicio de nuestra juventud, en la década de los setentas. Los escuchábamos casi de “manera clandestina”, comentó un amigo de mi generación, al enterarse de su lamentable muerte. Y es cierto: casi de manera clandestina por el rechazo social o familiar.
Junto con Silvio Rodríguez, entre otros cantautores como Noel Nicola, conformaron un movimiento musical que identificamos como la Nueva Trova Cubana y que formó parte de nuestra toma de consciencia y politización -en esos años- al igual como lo hicieron con sus canciones, otros cantantes como Amparo Ochoa, Oscar Chávez, Los Folckloristas, Inti Illimani, Atahualpa Yupanqui, Soledad Bravo, Alfredo Zitarrosa y Quilapayún, entre otros muchos más.
Sin embargo, el caso cubano fue muy especial, porque la trova salió al mundo a pesar del bloqueo económico que desde los años sesentas sostienen los Estados Unidos, contra la voluntad de casi todo el orbe y que será seguramente en el futuro, una vergüenza histórica por su política belicista y criminal, casi desde su fundación.
A pesar de este bloqueo, la nueva trova cubana pudo salir de la isla y posicionarse en el gusto popular de casi toda América Latina y parte de Europa, principalmente España, donde finalmente ha muerto Pablo.
El fenómeno musical cubano se impuso y rompió con todas las limitaciones que trataron de detenerlo. Hasta hace muy poco –por ejemplo- Silvio y Pablo no podían escucharse en la radio comercial de este país.
Una de las estaciones que los divulgaron casi desde el primer momento en Querétaro, fue precisamente Radio Universidad, que promocionaba sus éxitos en la década de los ochentas, mientras la radio comercial los ignoraba absolutamente. Algunos de esos discos –que eran todavía acetatos en ese tiempo- fueron donados por radioescuchas que así alimentaban generosamente la fonoteca de la estación universitaria tratando de alimentar de buenos contenidos su programación.
Recuerdo que yo me atreví –por ejemplo- a utilizar frases musicales de la introducción de algunas canciones de Silvio Rodríguez, para las rúbricas de identificación de la estación universitaria y también para la identificación de algunos programas, lo que a veces causaba cierto desconcierto en los directivos.
También recuerdo que Pablo Milanés que es mucho más coloquial en las letras de sus canciones que Silvio Rodríguez, nos conmovió con temas como Yo Pisaré las Calles Nuevamente, escrita por la indignación que le causó el golpe de estado encabezado por Pinochet, en Chile, en 1973. Éste –todos sabemos- era un milico de poca monta, patrocinado por la CIA, que además de las masacres, encarcelamientos y desapariciones, vetó a los compositores cubanos, por ser –decían- emisarios de Fidel Castro, quien asesoraba al presidente Salvador Allende, en imponer la ideología comunista, lo que justificó su asesinato. No. No es chiste…
Es un discurso que tiene casi cincuenta años y que se sigue repitiendo para justificar los atropellos y los golpes de estado a gobiernos legítimamente instituidos, en países como Bolivia, Venezuela, Perú, Nicaragua, Brasil o Ecuador, por mencionar solo algunos y que en nuestro país, los retrogradas trasnochados, han utilizado para denostar al gobierno, tratando de espantarnos con “el petate del muerto”… con el petate del comunismo…
Sin embargo, efectivamente –años más tarde- Pablo Milanés volvió a pisar las calles nuevamente de una Santiago ensangrentada, como aseguraba en su canción, cuando la dictadura pinochetista y sus serviles cayeron en 1990.
Hay otros temas emblemáticos en su producción, como La vida no vale nada, Cuánto gané, cuánto perdí y Si el poeta eres tú, que significaron cuestionamientos a la forma tradicional de ver la vida y al compromiso social de la gente.
El Breve Espacio, Yo no te pido y Yolanda, tal vez sean las canciones más conocidas del cantautor que también musicalizó a poetas cubanos como Nicolás Guillén y José Martí, emulando a Joan Manuel Serrat, que hizo lo mismo con Antonio Machado y Miguel Hernández, con otros poetas no españoles. Pero estos temas, más románticos y menos comprometidos de Pablo, significaron éxitos comerciales que lo posicionaron en un cantautor bien conocido entre la población en general.
En fin… La muerte de Pablo Milanés duele a los que quedamos de mi generación, porque nos acompañó musicalmente en ese proceso de comprender el momento histórico que nos había tocado vivir y que sería la simiente de lo que hoy estamos viviendo. Algunos asumimos el momento y pagamos las facturas por ello. Otros no, porque “nadaron de a muertito” para sobrevivir y negociaron con el sistema que les dio a cambio protección y “apapachó”, porque alguna utilidad tenían.
Así que la perorata de que hoy en política se está apostando a la “polarización” de la sociedad, es una verdadera “vacilada”, porque la polarización a la que se alude siempre existió, solo que no estaba del todo visibilizada, porque los inconformes y los verdaderos disidentes estaban reprimidos y controlados por los medios de comunicación y no existían las redes sociales de hoy. Manifestar la oposición o la disidencia era casi suicida, por lo menos política y laboralmente y ejemplo de ello hay en todos lados.
Hoy los jóvenes o muy jóvenes, seguramente no tendrán muchas referencias para comprender parte de lo aquí señalado, pero me quedo con esperar que estás líneas contribuyan a despertar su curiosidad por indagar un poco más del contexto en el que se dio el aporte musical de Pablo.
Nuestro querido Pablo.
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