EL CRECIMIENTO URBANO
Hace algunos años que no llovía como ahora. Por fin, después de una larga sequía, en gran parte de la República y particularmente en nuestro estado, el agua ha manifestado su poder y su señorío. Los principales almacenamientos están a su capacidad máxima y el desbordamiento de los ríos ha hecho estragos en algunas zonas de las principales ciudades del estado.
Seguramente los mantos freáticos se recargarán y ello restablecerá un equilibrio que a veces parece totalmente perdido.
Nadie podría cuestionar las bondades de la lluvia y su vital importancia en los ciclos del agua.
Sin embargo, estas lluvias abundantes, como siempre, evidencian los viejos vicios que se producen con la urbanización acelerada, irracional, mercantilista y obtusa que desde hace décadas se instaló en las políticas públicas de los diferentes niveles de gobierno y de los diferentes partidos políticos que los cobijaron.
La especulación, el fraude, la negligencia y la corrupción, periódicamente sumen en la desesperación y la muerte, a cientos de familias que en la imperante necesidad de contar con un espacio propio para vivir, y que compran o construyen casas en zonas consideradas de alto o altísimo riesgo, con los resultados trágicos que ya conocemos.
Cambios de uso de suelo, licencias de construcción, dictámenes de factibilidad y una impresionante deficiencia de infraestructura que responda al crecimiento brutal de la mancha urbana, crean un coctel de fatalidades que indigna.
Podríamos agregar algunos otros elementos que inciden en este fenómeno de la falta de prevención, como el manejo profundamente irresponsable de los ciudadanos, en los desechos que criminalmente se arrojan a la red sanitaria.
Dos ejemplos: hace algunas semanas, antes del inicio de las lluvias, pude observar en pleno centro de la ciudad de Santiago de Querétaro, como una chica joven, seguramente empleada de un comercio, escoba en mano, arrojaba a la alcantarilla de la calle de Madero, el contenido de su recogedor, sin que nadie dijera nada. Más recientemente, hace apenas unos días, después de una intensa lluvia temprana, del oriente de la ciudad de San Juan del Río, en la zona de asentamiento de importantes factorías, de las alcantarillas brotaba un líquido blanquisco y con un olor especial, que corría con la lluvia calles y avenidas abajo, ante el asombro y la curiosidad de los que transitábamos por el lugar.
Los daños económicos al país, causados por este conjunto de negligencias y corrupción, suelen ser importantes. Independientemente de las pérdidas de vidas humanas que son insustituibles.
No soy partidario del endurecimiento de los trámites para el desarrollo urbano y las penalidades a quien incurra en omisiones, pero habría que revisar con detenimiento en donde están las fallas del sistema que permite la presencia recurrente del fenómeno. Cualquiera que sean las probables o las posibles soluciones, de una cosa sí estoy seguro: todas pasan por la cultura y la educación.
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