EL LLANO EN LLAMAS
Sergio Romero Serrano 290721
OTRA VEZ LA PANDEMIA
Casi todos hemos tenido que lamentar la perdida de algún familiar o algunos amigos por la pandemia. Sus efectos han sido devastadores. No solo el plano económico, sino también en lo emocional. La fragilidad de la vida se nos ha hecho ahora más evidente y con ello la tranquilidad y la seguridad se ha volatizado.
La incertidumbre permea todas nuestras actividades. El confinamiento se ha instalado en nuestras vidas, como un inquilino incómodo que hay que tolerar porque dependemos de la renta. Estamos ahora ante una tercera ola de contagios donde las víctimas hoy son los jóvenes. Ante ella pareciera que todos los esfuerzos han sido en vano.
La ruleta rusa del contagio sigue. Nadie está seguro, ni siquiera los vacunados. En gran medida la gente en general no ha seguido los protocolos establecidos desde el principio.
La irresponsabilidad de algunos ciudadanos y algunos padres de familia que se han negado a seguir las indicaciones, es preocupante. Dicen que no mandarán a los hijos a la escuela, pero les permiten las fiestas y las vacaciones. La pandemia no cederá y pareciera que se va a prolongar mucho más de lo que se había estimado. Señalar al gobierno federal como el solo responsable de estos acontecimientos, es por decir lo menos, infantil.
El problema es que revertir los efectos que está dejando la enfermedad, llevará mucho más tiempo y representará muchos más esfuerzos de los previsibles. Puede llevar años y no estamos preparados para esto.
Creo que nuestros niños serán los más afectados porque están viviendo un aislamiento en momento de su vida en que el contacto humano, la socialización, el juego y la convivencia son fundamentales para su formación psicológica y emocional sana. Un amigo me contaba recientemente que antes de ser declarada tercera ola de contagio, había decidido salir a la calle con su hijo y que en algún momento, el niño vio a otro parado con sus padres en la acera de enfrente y que el menor -extraordinariamente emocionado-no salía de su asombro de ver a otro niño “en vivo” frente a él. Mi amigo comentó que le había dado mucha tristeza ver ese cuadro.
Al contármelo, sentí la misma sensación.
El aislamiento en algunos casos ha sido brutal. La pandemia nos ha acotado mucho de lo que esencialmente somos, en lo referente al sentido gregario, colectivo y grupal, para hacernos más aislados, menos cálidos, más indiferentes a los demás, encerrados en nuestra pequeñísima burbuja de seguridad.
No estoy muy seguro de lo que nos deja, pero en el futuro inmediato hablaremos ya de una generación de la pandemia, por los estragos que está dejando en ella.
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