EL LLANO EN LLAMAS
Sergio Romero Serrano 160622
LOS PALOS VIEJOS Y ROTOS
Mi lógica me dictaba que -ante el embate avasallador de Andrés Manuel López Obrador en el 2018- el PRI debía ser refundado. Consideré que sería una salida digna y necesaria para que el partido no desapareciera; que era importante -a pesar de los agravios, desvíos, corruptelas, guerras sucias y todo el abanico de posibilidades delincuenciales de los priístas- debía permanecer como partido, junto al PAN, para evitar una nueva hegemonía partidista, ahora en MORENA, con los desvíos propios del poder amplio y concentrado.
Ingenuo como siempre he sido en materia política -me confundo entre de deber ser y el ser- con mucha sorpresa contemplé -nuevamente- la soberbia y la arrogancia del PRI y su terquedad suicida, a seguir exactamente igual que siempre, negando una realidad que los está llevando a la extinción: la forma de hacer política ha cambiado y el electorado está harto del embute, la simulación, el engaño y el garrote.
Consideré que después de un amplio y sincero “mea culpa” los priístas podrían regresar legítimamente a hacer política, después de una purga intensa y exhaustiva de lacras delincuenciales, parásitos y oportunistas, y retomar los orígenes del partido, que fueron la Revolución de 1910 y su mejor obra, la Constitución de 1917. Platiqué con varios militantes del partido en cuestión y todos coincidieron en que los dirigentes históricos y los reales, no quieren dar un paso al frente y prefieren enterrase en las ruinas de lo que sobre. No están dispuestos a reconocer los errores cometidos y mucho menos a corregirlos.
El PAN va por el mismo camino. No ha aprendido de su maestro que le enseñó a cómo llegar al poder, a compartirlo entre ellos sin mayores conflictos y como en un auténtico amasiato, morir juntos para la gloria eterna. Es una lástima porque el país debe tener opciones y contrapesos reales, que deben construirse necesariamente para evitar -nuevamente- que descarrile el proyecto que intenta apuntalar la nación, dándole una salida viable y sana, que restituya a los ciudadanos lo que tanto deseamos: vivir bien, con tranquilidad y paz. Me impresiona el silencio de la militancia priísta que ha visto -resignada- el declive de su partido.
No ha habido voces disonantes a las dirigencias que están arrebatándose los palos viejos y rotos, que han quedado del Club de Tobi y prefieren morir a renovarse. En Querétaro han permanecidos impávidos los dirigentes históricos del partido, que no han dicho ni hecho nada sobre la evolución que han tenido los acontecimientos recientes. ¿Dónde estás los Arana? ¿Dónde los Palacios? ¿Dónde los Burgos? Esos clanes que construyeron poderíos políticos y económicos, junto con sus beneficiarios, que ahora pactan con el PAN, están “nadando de a muertito”, procurando no hacer olas y manteniendo un bajo perfil.
Será que ¿hay cosas que los ciudadanos deberíamos saber y prefieren mantenerse alejados de los reflectores? En San Juan del Río, mi municipio, el asunto es casi idéntico al contexto nacional y estatal, con la particularidad de que aquí -el PRI- ni siquiera llegó a tener líderes históricos. Sin personalidad propia, el municipio ha sido sujeto de componendas y arreglos cupulares entre el PRI y el PAN -éste sí ha tenido líderes históricos de peso estatal y nacional- estuvo bajo su control desde 1991, producto de las concertacesiones entre estos dos partidos, arreglados desde Los Pinos por Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y el jefe Diego.
Aquí, el PRI está resignado. No hay actividad de ninguna índole a pesar de que existen un sinfín de elementos para cuestionar las administraciones panistas de los años recientes. En el municipio, MORENA no está articulado y no ha permeado en el ánimo del elector, porque no cuenta con cuadros, figuras o personajes que alienten una mayor participación. El error fundacional de este partido, al igual que con el PRD en su momento, no le va a permitir crecer, a pesar de la importante simpatía que se tiene por la figura presidencial, como ya hemos señalado en varias ocasiones.
Pequeños grupos tribales se disputan el control del partido, desgastándose en riñas y bravuconadas como las de antaño, sin poder consolidar una izquierda de pantalones largos. Así las cosa, los queretanos nos tendremos que conformar con estos partidos que no están a la altura de nuestras necesidades, lo que conlleva necesariamente a la ciudadanización de éstos, para que sea el militante el que ordena, porque es el que paga, y a que los mandatados, gobiernen obedeciendo.
¿Es mucho pedir?
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