EL LLANO EN LLAMAS: EL AMOR, LA AMISTAD Y OTRAS COSAS

Sergio Romero Serrano
160223

Al margen de la mercadotecnia que en las últimas décadas ha contaminado todas –o casi todas- las actividades humanas, llevándolas a extremos nunca antes vistos o sospechados, donde los afectos suelen ser perfectamente cuantificados en pesos y centavos, dimensionando lo profundo de éstos.

La amistad, un afecto particularmente humano, tiene connotaciones muy diferentes al amor –particularmente el sexualizado- que me parece es más interesado y más cerrado. La amistad no se agota en sí misma, como el amor que no da mucho margen para la inventiva y la creatividad. Suele ser asunto de dos, nada más y la amistad puede ser un colectivo. A veces más sólido que el amor.

Es parte fundamental de la formación de las personas desde la infancia y nos suele marcar –cuando es real y auténtica- para toda la vida, porque está basada principalmente en la solidaridad y la reciprocidad.

Entiendo que las relaciones humanas son complejas por el alto grado de subjetividad con las que están cargadas, donde los sentimientos florecen, interactúan y comprometen muchas partes de nuestra personalidad, determinándolas. Y ello hace que puedan ser buenas, malas, regulares o extraordinarias.

En mi experiencia personal, siempre fui muy amiguero pero no me gusta la gente seria, reflexiva, comprometida, congruente y generosa. Presumo que cuento con muchos y grandes amigos, muchos de ellos desde la infancia con los cuales he transitado partes importes o interesantes de mi vida. Y por ello estoy muy agradecido por el afecto y la solidaridad que siempre me han otorgado.

Me mantengo alejado de la gente utilitaria, tramposa y deshonesta, lo cual no me hace muy popular, como los políticos, que “mienten con naturalidad” y pueden negociar con Dios o con el diablo, si es necesario para sus proyectos personales.

Dice una frase de Cabral que “de mis familiares no respondo, porque Dios me los dio. Me mis amigos sí, porque yo los escojo”. Hay mucho de cierto en esto, sin menospreciar la importancia de la familia como ente formador y núcleo social.

De tal forma que uno es reflejo –de alguna manera- de los amigos. Dice el refrán que quien se junta con lobos, a aullar aprende. O como decía mi abuelita: no te juntes con pendejos porque eso se pega. Mejor júntate con gente inteligente, que también algo se pega.

Viene a mi mente en estos momentos la película Amistad (1997), de Steven Spielberg, con los actores Freeman Gorman y Anthony Hopkins, sobre un barco negrero en el cual los esclavos amotinados toman el control. Al ser rescatados en altamar, generan un conflicto internacional entre los Estados Unidos, Inglaterra, España y Portugal, por la posesión legal de la carga. La fuerza de una amistad increíble, basada en la solidaridad humana, más allá de razas, etnias y culturas, resuelve el conflicto. Hechos supuestamente verídicos.

Así, la amistad tiene facetas que pueden trascender una multiplicidad de condiciones como las señaladas en el párrafo anterior y llegar a planos casi universales, como la fraternidad entre los pueblos del mundo.

La reciente visita del presidente de Cuba a México, se circunscribe en ese afecto solidario que se despierta cuando nos encontramos con un latinoamericano, con el cual tenemos mucho en común, aparte del idioma. Hay lazos históricos que nos unen con la isla más importante del Caribe y difícilmente pueden comprender los obtusos y los malintencionados.

En contraparte, se pondera la relación de amistad y comercial con la España tramposa y saqueadora –refugio de delincuentes mexicanos profesionales- que históricamente ha corrido en paralelo con Inglaterra y los Estados Unidos. Ahí está la historia para quien quiera consultarla.

Así, la amistad es un valor que merece ser cultivado, más allá -dice Sabina- del 14 de febrero y cumpleaños feliz.

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