EL LLANO EN LLAMAS
Sergio Romero Serrano 220623
CARTA A ANGEL GARCIA
¿Qué tal Ángel!
Si. Tienes razón. Florentino Chávez, es una persona muy especial. Siempre me impresionó su capacidad de ver en las cosas simples de la vida, una significación y una profundidad que los mortales normales, no vemos.
Cuando yo llegué a San Juan del Río, a la prepa, ya había conocido a Florentino en Querétaro.
Había platicado varias veces con él y no sabía que daba clases en la prepa. Pero cuando llegué a inscribirme, me sorprendió mucho encontrarlo ahí y me alegré. Él también estaba sorprendido por la coincidencia.
Como sabía que yo hacía teatro, inmediatamente me propuso que se armara el grupo en la escuela. Confieso que la oferta me entusiasmó, pero también me dio temor, porque yo nunca había dirigido, había actuado, pero no dirigido. Como bien recuerdas, la experiencia fue muy grata para todos. Para mí más… Florentino, como poeta, es algo muy especial.
Al igual que tú, lo recuerdo en su cubículo, que efectivamente parecía cueva. Yo tenía clases, pero en la tarde.
Sin embargo, casi todos los días iba por las mañanas, para platicar con él o con Fernando Tapia.
Y también verlos a ustedes, mis amigos, mis actores: a tí, a Paco, a Isaura, a Consuelo, a Estela, etc. Uno de esos días, llegué temprano y fui a cubículo de Flor.
Me ofreció un café y me pidió un cigarro. Se lo di y tomé uno para mí. Él sacó unos cerillos, agitó la caja para verificar que aún tenía, tomó uno y lo encendió. Me ofreció fuego y prendió su cigarro. Pero en vez de apagar el cerillo y desecharlo, se le quedó viendo por unos momentos, como extasiado, y luego soltó una larga carcajada extraña. Me asustó y pensé “este wey se está volviendo loco”.
Volvió la mirada a mí y dijo muy sonriente ¿Te das cuenta, Sergio? ¡Son mamadas! Yo me angustié más.
Pensé: “sí, este wey está bien loco o algo fumó… pero ¿tan temprano?” Ante mi cara de desconcierto me dijo alzando la voz como si dictara sentencia: … el pinche Prometeo rompiéndose la madre para regalarnos el fuego y mira en dónde lo traemos” y agitó ante mis ojos la caja de cerillos… y volvió o saltar una escandalosa carcajada… Yo sonreí como idiota sin saber qué decir, pero más tranquilo… no, no está loco, concluí… y momentos después, comprendí que Florentino tenía razón: Prometeo fue castigado por los dioses del Olimpo por haber robado y regalado el fuego a los hombres, para que combatieran el frio y comieran mejor.
Nosotros, siglos después, lo traemos en una cajita de cartón, en el fondo del bolsillo del pantalón, que por cierto en esa época eran acampanados… Concluí que Florentino tiene una mirada que ve cosas que los tipos como yo, no podemos ver… Por eso necesitamos a los poetas.
Te mando un abrazo Ángel.
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