EL LLANO EN LLAMAS: BIENVENIDA COLOMBIA

Por Sergio Romero Serrano
230622

Cuando joven universitario postsesentaiochero, como cientos de miles a lo largo del país, anhelábamos un gobierno –ya no socialista o comunista- simplemente progresista, decente y congruente con los principios democráticos elementales de cualquier estado moderno, veíamos el camino para llegar a ello, tortuoso, complicado e imposible.

Pesimistas, pensábamos que la vida nos llevaría en ello y que no veríamos jamás ese propósito conseguido. Por un lado el PRI, como la única estructura política real y posible, y por el otro, la represión sistemática del estado mexicano, con su guerra sucia, sus listas negras y su ninguneo permanente, desalentaron el activismo político de la juventud, que fue en gran parte asimilada por el sistema, coptada o condenada al ostracismo y a la miseria.

El golpe de estado en Chile en 1973, con el asesinato del Salvador Allende y todos los posteriores a éste, configuraron un mapa geopolítico devastador en toda la América Latina, con dictaduras, asesinatos y persecuciones que nos sumaron en la desesperanza y casi el olvido. Solo Cuba, Nicaragua y más recientemente Venezuela daban alientos que el cambio podía ser posible.

Más tarde Brasil, Argentina, Ecuador, Uruguay y Bolivia oxigenaban el ambiente y daban bocanadas de optimismo, hasta que en 2018, en México, llega un gobierno de avanzada a través de la figura de un político tenaz, edificado desde abajo, desde las ciénagas de Tabasco, y toma el poder: Andrés Manuel López Obrador.

Calificado como “populista”, autoritario, represor y un largo etcétera de calificativos que han intentado por todos las vías legales o ilegales, desprestigiar y bajarle la popularidad del inquilino de Palacio Nacional, resiste y persiste -contra todo pronóstico- el embate de una oposición desconcertada, desarticulada, sin claridad e incongruente.

Y nosotros, los de entonces, los que ya no somos los mismos –como diría el poeta- celebramos el que la vida nos haya dado la oportunidad de ver llegar ¡por fin! un gobierno diferente, hablando nuestro lenguaje y atendiendo nuestras demandas.

Más aún, cuando hoy, nos dan la feliz noticia de la llegada de otro gobierno de avanzada, ahora en el hermano país de Colombia, que pone en alerta a los tradicionalistas y conservadores, que verán un peligro más para “la democracia” en América latina.

La llega de Gustavo Francisco Petro Urrego, de 62 años de edad y senador por el partido Colombia Humana, contra todo pronóstico, toma el poder para sumarse a un grupo importante de países de la región, que abandonan la política ancestral de atender primero a las élites económicas para poner en el centro de sus atenciones políticas, a la población en general, particularmente a la más vulnerable.

Colombia es un país rico en recursos naturales, empobrecido y devastado por luchas políticas internas, narcotráfico, guerrillas y pésimos gobiernos; es rico en recursos naturales, con un quehacer cultural significativo, sobresaliente en la música y la literatura. De ahí era el gran Gabo, que estaría loco de alegría –seguramente- con esta nueva situación de su país natal.

Esto perfecciona el mapa geopolítico que le dará un impulso definitivo a una nueva relación entre América Latina y Los Estados Unidos, más equitativa, justa y democrática. El sueño de Simón Bolívar de tener una patria grande, parece estar más vigente y cercano que nunca.

La espera ha sido recompensada y solo hay que esperar que los liderazgos y las oligarquías locales no operen –como siempre lo han hecho- en detrimento de las Américas y en beneficio de unos cuantos.

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