Me Lleva El Diablo 21 de enero

Uno de los aspectos que más preocupa e intrigan a los políticos locales, al gobierno estatal, al PAN, es cuál es la razón por cual el nivel de aceptación del presidente López Obrador en Querétaro ha ido aumentando, ha duplicado en 6 meses su popularidad, y por el contrario cae la del gobernador, pocos puntos, pero cae.

 

Y es que en la encuesta aplicada por Consulta Mitofsky: Evolución de Aceptación de Autoridades, presidente de la República y Gobernador del Estado, aplicada en diciembre pasado, AMLO pasó de tener 28.9 puntos de aceptación en Querétaro, en el mes de junio de 2020 a 48.8 en diciembre de ese mismo año.

 

AMLO duplico su nivel de popularidad en la entidad a pesar de que, de acuerdo con sus detractores queretanos, México, en cuanto a número de muertos por la pandemia es el cuarto en el mundo; a pesar de que en el número de contagios corresponde al número trece; que de acuerdo con las estimaciones oficiales todavía hay cerca de 3 millones de empleos perdidos y de ellos, poco más de 600 mil corresponden al empleo formal; que la inseguridad sigue rampante en muchos estados de la República.

 

En fin, un cuadro que nos haría pensar en que el presidente de la República debía tener su popularidad por los suelos.

 

Algunos argumentos que malamente dan los asesores estatales, es que el alto nivel de aprobación presidencial se explica por sus programas clientelares que llegan a los jóvenes, a los adultos mayores, a poblaciones marginadas, etc.

Pero, no nos engañemos. Los programas clientelares los aprendió con los gobiernos del PRI. Si tales programas dieran automáticamente popularidad, el PRI nunca hubiera perdido la presidencia de la República.

 

Mientras que, en ese mismo periodo de 6 meses, el gobernador Francisco Domínguez paso de tener 63.8 a 57.8, perdiendo casi 6 puntos de popularidad.

 

A pesar de que desde hace meses el mandatario aparece en las encuestas como el mejor gobernador, en algunas, y en otras esta entre los 4 mejores mandatarios.

 

A pesar de que se publicita que la entidad es una de las mejore, sino que la mejor, de acuerdo con la publicidad, en el manejo de la pandemia; a pesar de ponderar los logros económicos, de presumir igual de sus programas sociales clientelares.

 

Como dicen por allí: no entienden nada.

 

Lo primero que hay que explicar es por qué la gente le dio un triunfo tan arrollador a AMLO en 2018. Y en una votación como la de 2018, como la que viene en 2021, cuentan igual los votos de todos, y parece que la tendencia es a reproducir el resultado, pero en la elección de gobernador, no tan arrolladora como la que tuvo AMLO, pero si para que Morena compita y pueda ganar.

 

¿Por qué? Porque hay descontento, pero no solo contra el gobierno federal, también, en menor o mayor magnitud, contra las autoridades estatales, y AMLO -Morena- es especialista en capitalizar el descontento.

 

Los ciudadanos descontentos, con Morena, que es AMLO, lo que recibieron fue esperanza. Y si esperaron mucho tiempo para recibirla, no van a cambiar de opinión en dos años.

 

La diferencia entre el PAN y Morena es la figura de AMLO que logra atraer a amplios sectores del electorado, sobre todo de los grupos de más bajos ingresos (pero no exclusivamente), que vieron en él una opción de reivindicación, y que en e gobierno estatal, o los gobiernos municipales no ven esa opción.

 

Bueno el descontento es hasta dentro del PAN, pero los panistas de a píe mantienen silencio, por temor o disciplina, no sé bien a bien, pero el descontento es social y partidario.

 

En Querétaro, de acuerdo con Mitofsky, AMLO duplica su aceptación en 6 meses, consecuencia del descontento, no lo duplica por los programas sociales.

 

Ese es lo llamativo, no tanto que Pancho Domínguez caiga 6 puntos, que también pesan ya conjugando los dos aspectos, en la elección de gobernador y pone a Kuri a pensar, tal vez en pintar su raya con su mentor.

 

 

Llama la atención esos resultados, porque Morena en la entidad – a pesar de los mismos morenos y morenas- conserva y tiene vigente la posibilidad de ganar en las urnas la próxima elección. Resultado de un descontento social y partidista no manifiesto.

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