Luz Neón
Calificaciones y descalificaciones
Manuel Basaldúa Hernández
La sociedad moderna tiene un fuerte bastión para su crecimiento y desarrollo: la educación de sus miembros. Por educación nos referimos a esta enseñanza formal e institucional que se imparte a través de las escuelas de educación básica y educación superior. A partir de las cuales se prepara tanto teórica como empíricamente a los estudiantes con el propósito de que ejerzan una actividad de manera profesional.
También en estos centros se cultiva con un espíritu de arte al conocimiento, es decir con filosofía y con una mirada humanista. Actividad que acompaña y complementa el ejercicio científico.
A nivel popular, esta forma de preparación culmina con una aspiración que conservan la mayoría de las familias; que sus jóvenes sean “alguien” en la vida y que sean de provecho no solo para ellos mismos, sino para la sociedad. No hay cosa más sagrada y cuidada por las familias y la sociedad que su comunidad estudiantil.
En términos prácticos y pragmáticos, se invierte en la formación de los estudiantes, y no se les molesta cuando se dedican a hacer su tarea, a estudiar y a prepararse para sus exámenes. Es decir, la finalidad es que pasen los exámenes, y este propósito se logra teniendo buenas calificaciones. La calificación es lo que concreta el esfuerzo del estudiante, en la cual intervienen indirectamente las familias, la escuela y la sociedad. Intervienen porque se les otorga a los estudiantes lo necesario para ese propósito.
Los recursos económicos y de infraestructura que los gobiernos locales y el federal invierten, depende del interés del desarrollo y progreso de su comunidad. Lamentablemente solo están destinados a cuestiones materiales y hace falta reorientar otros aspectos de la educación y la instrucción escolar.
En este contexto hemos visto que las unidades de enseñanza, tanto básicas como universitarias, han empezado a ser cuestionadas e incluso descalificadas de forma exacerbada por varios sectores de la población incluyendo la misma comunidad estudiantil debido al enrarecimiento de situaciones que ocurren al seno de la escuela y la universidad; violencia de género, acoso sexual de maestros, de alumnas, violencia física, “bullyng”, tentativas de homicidio, asesinatos, masacres, violación de derechos humanos, sadismo, entre otras calamidades que llevan a cabo quienes participan en actividades grupales, .
Estos fenómenos de alteración del orden en las aulas no es nada nuevo, si consideramos testimonios directos, o alegóricos reflejados en películas o textos: desde los más clásicos hasta los mas vanguardistas. Basta mencionar, las películas “Cero en Conducta”, “mente indomable”, “Pinocho”, “La sociedad de los poetas muertos”, “El Señor de las Moscas”, “Naranja Mecánica”, “Los olvidados”, “Lolita”, incluso Karate kid, y la famosa “El Muro”. Incluyendo a Cantinflas con “El Profe”. De libros tenemos varios, tales como “La amante”, “Corazón de niño”, “Tom Sawyer”, “La ciudad de cristal” entre otras.
Lo que podemos sintetizar con estas referencias, es que lo que ocurre en el seno de la familia, como reflejo de la sociedad, se ventila y ocurre en la escuela. La escuela, o la Universidad como usted prefiera, funciona como una caja de resonancia. ¿Qué está fomentando este tipo de conductas? Una hipótesis es la constante y profunda actividad que tienen los niños y los jóvenes con los videojuegos al estar expuestos a una intensa exposición a matar virtualmente, al uso de armas y a un salvajismo en el mundo del algoritmo. Otra hipótesis es que el socavado respeto al estado de derecho cobra simbolismos en la ausencia de límites en los niños y los jóvenes, además del ascenso desmedido del empoderamiento de los ciudadanos de edad menuda.
Pero esto también ocurre en el mundo adulto. Una falta de respeto ya no solo al estado de derecho, sino al otro humano, y a las elementales reglas de convivencia donde se normaliza ya la violencia y la injusticia entre los miembros de la sociedad. ¿Se le puede llamar a esto cultura moderna? De ninguna manera podemos aceptar que esto siga escalando.
Los recientes hechos ocurridos en una escuela de la CDMX donde cuatro niños agredieron a uno de sus compañeros y le clavaron varias veces un desarmador, ante la mirada complaciente de sus compañeros y la actitud escurridiza de los responsables de la escuela, al igual que la violación por varios de sus compañeros a una estudiante en la UNAM ocurrida en los baños de un plantel son muestras que la descomposición social causa vértigo y desazón en lo que nos estamos convirtiendo. Luego entonces, ¿qué podemos esperar de estos alumnos que a la postre serán los profesionales en un futuro, estos alumnos que serán los ciudadanos que deben resguardar el estado de derecho, los valores y la vigilancia de las instituciones elementales de la sociedad?
Los modelos de consumismo, banalidad, la falsa acción comunitaria y degradación de las instituciones bajo la práctica de la corrupción de gobernantes, y una tibia actitud de los jefes de familia, no abonan a constituir una sociedad con justicia, igualdad y creatividad positiva. Una última pregunta: ¿los centros educativos siguen siendo los espacios adecuados donde se reproduzcan los modelos de desarrollo, progreso y convivencia ciudadana sana? Necesitamos recuperar la aspiración del espíritu de la Universidad, de la escuela, de la enseñanza. Volver positivo el esfuerzo por la calificación en la academia, y no de su descalificación.
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