Neon

Luz Neón

Manuel Basaldúa Hernández

 

La administración de una ciudad cruza por varios campos y temas que la hacen más abigarrada de lo que se requiere puntualmente. Debe ser tomada con seriedad y profesionalismo, aunque muchas ocasiones tropieza en ese propósito debido a que quienes están al frente llegan por cuestiones electorales, y no por un examen de oposición para elegir al más apto y al más preparado en esos requerimientos de manejo de los recursos. Aunque dicha condición, es decir, de una profesión de administración profesional, no garantiza que se alcance el éxito esperado o que cumpla las expectativas de la ciudadanía que lo eligió.

Cómo sea, los pobladores requieren eficiencia, que se les otorguen los servicios adecuados para tener una vida suficientemente llevadera en su lugar de asentamiento. Los impuestos recaudados se distribuyen en los rubros requeridos para el buen funcionamiento de la ciudad, y no debe haber forma de escatimarlos en beneficio de todos. Todo esto suena lógico y normal. Pero en este periodo de nuestra historia, lo que debería de ser una fiesta de la democracia al tener un Ayuntamiento y una Legislatura Local plural, se está convirtiendo en un galimatías, qué de no resolverse bien, y que los actores no tengan un dialogo, una forma de parlamentar y trabajar en bien de la comunidad la ciudadanía será víctima de un pleito sin sentido porque las fracciones políticas buscan el poder y no el espíritu de servicio.

La supuesta derecha y la supuesta izquierda, utilizando la quimera de la austeridad impuesta por el líder y el movimiento del partido en el poder, se han planteado que debe aplicarse la austeridad en los recursos económicos destinados a los cargos administrativos y prerrogativas de los legisladores. Los argumentos esgrimidos parecen más una revancha y un capricho, que un mecanismo estudiado para la reducción de los gastos de administración. Parece una carrera haber quien propone más recortes a los otros. Las propuestas muestran una austeridad de argumentos, resultando discursos pobres, limitados y con poco respaldo en datos.

La hipocresía y la falta de visión son los elementos que campean en las declaraciones de los políticos, los legisladores y las autoridades. Los discursos de estos personajes hacen ver una carrera de ver quien es más austero o a quien se le aplica más austeridad. Nuestra entidad, capital del Estado, goza de un presupuesto suficiente, digno de un lugar con desarrollo pujante y economía sana.

Mal haríamos en caer en un populismo falso, que haría retroceder lo que se ha alcanzado en la trayectoria de Querétaro, de los queretanos y de quienes vienen a invertir y a buscar nuevas oportunidades de vida.

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