Por: Sergio Romero Serrano
070422
En tres días tendremos la posibilidad de ejercer un derecho sin precedentes en la vida democrática de este país: la revocación del mandato para el Presidente de la República.
Alrededor de este futuro ejercicio ciudadano, se han tejido una madeja de afirmaciones tan increíbles, que la mayoría de ellas cuesta trabajo comprenderlas pues tratan de convencernos que esta consulta es una de las más grandes estupideces que ha implementado un gobierno reciente.
Estas afirmaciones pasarán a la historia de este país, como uno de los grandes ejemplos de las aberraciones que puede generar la confrontación política sin principios, ni ética, ni sentido común, todo con el propósito “mezquino”, -diría el gobernador Kuri- de falsear algo que puede ser bueno pero que no conviene: ¿quitar al mandatario que no te cumplió? ¿qué tiene de democrático eso? Parecen decir los detractores.
Dirían que democrático es que lo elijas y te aguantes todo el periodo por el que lo elegiste, aunque te haya engañado o te robe. ¿Para qué lo elegiste?
Este sin sentido no se sostiene y señala que son otras las razones que alimentan la descalificación a la consulta:
Por un lado, se sabe de antemano que el presidente será ratificado con una importante mayoría, que no tienen ni por asomo la oposición. Por ello aseguran que la consulta es ociosa y se realiza solo para alimentar el ego enfermo del presidente.
Por otro, esa mayoría justificará la intención del presidente a reelegirse y perpetuarse en el poder, lo que es una perversa fantasía que les aterra. Por eso la consigna de “terminas y te vas”. Y por último la intención verdadera: no quieren que se instale el precedente de la consulta, para que no se aplique en un futuro a cualquier presidente emanado de sus filas: otro Salinas, otro Zedillo, otro Fox, otro Calderón, otro Peña, que sí se tendrían que ir por su impopularidad e incompetencia.
Ante los contrastes de la argumentación los grupos inconformes no logran articular discursos que permeen en el ánimo de los ciudadanos y optan por crear escenarios inexistentes, que se debilitan rápidamente ante un escrutinio serio.
Uno de ellos y tal vez el principal, fue el Aeropuerto Felipe Ángeles, recientemente inaugurado, que logró modificar el discurso del actual gobernador, quien reconoció la importancia de la obra, ante el asombro y el silencio de sus compañeros de partido.
Ante tal evidencia, decidieron crear otro escenario y fijaron su atención en el Tren Maya al que calificaron de devastador de la selva y de ser impuesto contra la voluntad de los indígenas. Fue la propia senadora Xóchilt Gálvez del PAN, la que tuvo que reconocer ante los medios que no era cierta la supuesta inconformidad, después de haber visitado personalmente la zona.
Ya van contra la reforma energética y la neutralidad del gobierno ante la guerra Ucrania-Rusia. Pero insisto, los argumentos no convencen. Su visión asumida de élites, les impide observar y entender lo que piensa y siente la gente de abajo: los de a pie, los que constante y permanentemente han sido agraviados por las políticas erráticas y demagógicas de muchos gobiernos que se divorciaron de los ciudadanos y solo tuvieron voz para los “importantes”, para la “gente bien”, para “los de éxito”.
La falta de eco a sus propuestas y a su visión -entre la población mayoritaria- la explican con el adoctrinamiento marxista del gobierno, al fanatismo chairo y la incondicionalidad en la compra de voluntades por los programas clientelares del reparto de dinero a jóvenes sin trabajo, discapacitados, estudiantes y personas de la tercera edad.
No reconocen una falta de empatía hacia los grupos más vulnerables de una sociedad muy polarizada, no por el discurso político antagónico, sino por las diferencias económicas y de oportunidades entre clases sociales cada vez más diferenciadas en su calidad de vida.
La oposición debe recuperar su sentido de interlocución entre la sociedad y sus partidos, que se han distanciado dramáticamente por su pragmatismo político y la corrupción que ha desdibujado las diferencias entre ellos. Todos parecen ser iguales y todos dicen lo mismo: por eso se agrupan en un solo bloque.
Una oposición articulada, seria e inteligente, será necesaria para que el país madure y transite realmente a una democracia más plena.
De eso se trata el domingo 10 de abril y a eso deberemos salir a las pocas casillas que se instalaron.
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