Por: Manuel Basaldúa Hernández
¿Usted ha escuchado ese refrán popular que dice: “en la casa del jabonero el que no cae resbala”? Bien, este lo traigo a cuento porque estamos experimentando en nuestra vida pública, atravesada por la contaminación política, algo similar a la casa del jabonero.
Pero quiero contarle algo antes de continuar con esta propuesta. En 1996 el director de cine francés Patrice Leconte nos trajo una película con el nombre de “Ridículo”, a la cual los que la titularon en nuestro país como “nadie se salva” tuvieron buen tino esa frase.
La película en cuestión describe a un ingeniero en la época previa a la revolución francesa, que pretende entrevistarse con las autoridades en la capital para solicitar ayuda para hacer unas obras en su comunidad. Quiere convencer a la monarquía que se debe drenar los pantanos para evitar insalubridad y tener mejor calidad de vida en su pueblo. Pero para llegar a entrevistarse con los integrantes de la monarquía tiene que mezclarse y convivir con los nobles aristócratas que tienen como moda y forma de sobrevivir en ese mundillo decadente de política, apariencias falsas e hipocresía. Para salir bien librado y lograr su propósito el protagonista sabe que tiene que emplear algo mas que la lógica, la razón y la decencia. Ya que como una especie de batalla campal todos tratan de hacer caer en ridículo a los demás, y la ridiculización del otro es la forma de aniquilarlo simbólicamente, aunque en realidad se concreta en la aniquilación moral y humana. Las batallas verbales de manera inteligente por medio del lenguaje, o también de manera burda son constantes hasta hacerse el requisito para convivir y comunicarse. La decadencia como principio. Poner al adversario en el centro de la burla era un ir y venir, hacerlo sin cansancio y sin importar las consecuencias. Aunque también se corría el riesgo de que al tratar de atacar o defenderse, la misma persona podía ponerse asimismo en ridículo.
Pues bien, este lunes 21 de marzo, la inauguración del AIFA, Aeropuerto Internacional Felipe Angeles, fue el escenario propicio para desencadenar una serie de fatalidades en el campo de la comunicación, la empatia y los prejuicios, así como en las posturas politicas e idiosincraticas (que no ideológicas) de los asistentes, de los usuarios de las redes sociales y los personajes públicos.
Las descalificaciones, improperios, adjetivos, burlas, epitetos y todas formas linguisticas que se pudieron expresar sin piedad fueron y vinieron de uno y otro bando generado de lo que ocurrio en el evento oficial de la inauguración. Nadie salió bien librado de lo que pudo ser una ceremonia formal para convertirse en una batalla campal.
Todos cayeron en la provocación.
El que debía de poner orden y el ejemplo de formalidad y seriedad empezó mal: antes que la evocación al procer revolucionario que dio origen al bautizo del edificio, se expuso una burla para el youtuber Chumel Torres expresada por el primer mandatario de la nación. Haber llevado a un edificio no propicio para tales prácticas a vendedores ambulantes y permitido la presencia de puestos de antojitos mexicanos, así como una verbena popular fue una idea maquiavelica. Así como dejar que personajes proclives al regimen y al lider moral de morena estuvieran generando burlas a los detractores. Esto se convirtió en un mensaje de mal gusto, pero efectivo en terminos politicos.
Más allá de tales propósitos estructurados politicamente, la conducta y expresión de gran parte de la sociedad mexicana no tiene justificación para hacerlo de la manera como lo hizo. Se emitieron juicios lastimosos a grupos sociales y a personas, dejaron al descubierto una moral infame de quienes emitian sus comunicados y posturas. Toda esa estela de actos deja un mal sabor de boca, y advierte que esto no tendra una terminación a corto plazo. Tal como es la linea de este mandatario que azuza, y una opinión pública que esta en desesperación y desazón, esto se exacerbará a medida que avanza el tiempo.
En las ciencias sociales se ha estudiado y escrito sobre el canibalismo. Esta forma de fagocitar a otros semejantes ocurre dentro de comunidades salvajes, pero no estan excentos grupos modernos y contemporaneos. En terminos de canibalismo simbolico que esta ocurriendo en México lo podemos señalar como fenómeno de regresión social muy preocupante. La burla y el ridiculo para nuestros semejantes son elementos nocivos para lograr una comunidad desarrollada. ¿Hemos llegado al fondo de esto, o todavia seguirá la espiral ascendente de estas formas de “convivencia”? Basta para que alguien sea expuesto o que se asome a la arena pública para estar expuesto al ridiculo.
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