Me Lleva El Diablo 11 de febrero 2022
De tiempo atrás, parte de la comentocracia local y nacional profetiza que al presidente Andrés Manuel López Obrador, todo se le enreda, y que por tanto perderá la elección de 2024. Otra parte de las plumas y micrófonos proclama que lo único seguro es que Morena renovará en la Presidencia.
En medio de esa discusión AMLO se ve envuelto en dos temas: el de la casa de su hijo José Ramón López Beltrán, y “la pausa” de relaciones con España.
Me puedo caer, pero me voy a levantar, grabó AMLO en su mensaje del domingo pasado para redes sociales.
Este estado de ánimo coincide con la difusión de datos de la vida personal de su hijo José Ramón López Beltrán y su esposa Carolyn Adams en mansiones de Estados Unidos.
“No van a encontrar nada” repitió el martes en su mañanera a donde llevo al director de PEMEX para aclarar los de los contratos con la empresa del suegro de José Ramón, y que nunca dejo nada en claro.
Todo en un intento más por controlar daños de un escándalo creciente pero aún sin las consecuencias de la casa blanca de Angélica Rivera para la presidencia de Enrique Peña Nieto.
Aun así, su enojo es evidente por la difusión y atosigó a los medios.
Un día después, el miércoles en la misma mañanera, de la nada, si mayor motivo, sin que nadie le diera pie, anunció “una pausa” con España, porque nos han robado mucho sus empresarios.
Para qué le hago el cuento largo sobre los dos temas, porque no se a ciencia cierta si AMLO, o sus asesores, su equipo cercano, planearon esa narrativa para distraer a la nación de los dos temas que lo tiene ocupado y preocupado.
El de su hijo, pero sobre todo su caída en las preferencias – que arrastra a Morena- y la situación social, de seguridad, económica, del país.
En medio de estas discusiones – distractores o no creados por AMLO- llegan las encuestas levantadas hace 15 días y la semana pasada.
En los números publicado el 3 de febrero hay datos alarmantes sobre la marcha de la economía, la seguridad y la corrupción.
Al mismo tiempo, y aunque perdió siete puntos con respecto a diciembre, la popularidad de Andrés Manuel López Obrador sigue fuerte: arranca su cuarto año de gobierno con 60 por ciento de aprobación.
No así su partido Morena, que bajo en sus preferencias electorales y ahora se proyecta que pierde, o deja de ganar 3 de las 6 gubernaturas en juego este año, cuando a finales del 2021 y a principios de enero tenía 5 de las 6 en la bolsa.
Los números apuntan que podría haber una verdadera campaña en 2024, donde la/el candidato del gobierno sudará para explicar por qué no pudieron con el paquete, incluso a pesar del respaldo popular de López Obrador.
La encuesta muestra que, de un mes a otro, aquéllos que creen que AMLO maneja muy bien/bien la economía pasó de 49 a 37 por ciento, una caída de 12 puntos sin parangón en el último semestre, donde llegaron a ser 54 por ciento quienes opinaban que este renglón iba muy bien/bien.
Cosa parecida ocurre con la inseguridad: en un mes bajaron de 40 a 29 puntos porcentuales quienes tienen opinión positiva. Se trata, de nuevo, del descenso más pronunciado y el número más negativo desde julio.
Y falta la consecuencia de lo que ha pasado esta semana en Quintana Roo, Nuevo León, Michoacán y Zacatecas, donde las cosas no están que arden, sino totalmente quemadas.
En corrupción, o en su combate – su eje principal de gobierno- se dio una bajada dramática, pero es un terreno donde la labor del presidente no repunta, y parece que el escándalo de su hijo, sea verdad o mentira lo publicado, le ha pegado en serio.
Ahora, vamos a esperar el resultado del escándalo internacional de “la pausa” con España, que particularmente pienso no le va a ayudar a AMLO, que personalmente no lo ocupa, pero tampoco le va abonar a Morena, que podría bajar de 3 a 2 gubernaturas ganadas, ni borrara el tema de su hijo, y eso si calienta, como dice el mismísimo peje.
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