Y SEGUÍA AHÍ

EL LLANO EN LLAMAS

Sergio Romero Serrano 091221

Y SEGUÍA AHÍ…

Todos los indicadores señalan que la oposición no repunta en su esfuerzo por contrarrestar la influencia política y la aprobación de la población, a lo que el presidente ha llamado la cuarta transformación. Y aunque disgusta a otro sector de la sociedad, la información, la realidad, está ahí.

Este panorama de los detractores del Amlo, me recuerda aquel cuento clásico de Augusto Monterroso, que más o menos les quedaría así: “Y cuando despertó, El Peje seguía ahí”. Es triste y doloroso para muchos, pero es real: a pesar de la enjundia, el manual de procedimientos de los políticos de la vieja escuela del príismo, agotó todas las fórmulas para aniquilar al enemigo.

No hay más. No se han inventado otras. Y huérfanos de sí mismos, desamparados, deambulan entre la frustración y el encono. No hago apologías, pero políticamente el fenómeno del obradorismo es interesante, porque es un movimiento que creció en un periodo de tiempo muy breve, para la toma del poder y ha ocupado todos los espacios importantes de la vida pública del país, para bien o para mal, achicando a una posición desorganizada y confundida.

Creo que esto no se ha estudiado de manera seria por el calor de la contienda. Sin embargo, creo que hay líneas muy visibles que asoman de manera muy evidente y esbozan una explicación mínima y rápida de por qué el escenario nacional ha cambiado de una manera tan radical.

Lo primero que habría que señalar de la oposición es la falta de autenticidad política. ¿Qué diferencias hay entre el priísmo de los 90´s y el panismo del 2000? Pocas, demasiado pocas. El mismo PAN ya había “acusado” a Salinas de Gortari de robarles el programa de gobierno, cuando Diego Fernández de Cevallos no salía de Los Pinos. ¿Qué diferencias importantes hubo entre las administraciones de Fox, Calderón y Peña Nieto? Pocas muy pocas. ¿Cuáles fueron los aportes al mejoramiento de la calidad de vida de la población en las últimas tres décadas? Nada. El empobrecimiento permanente de los ciudadanos y el enriquecimiento sistemático y profundo de una clase empresarial y política privilegiada y altamente corrupta. Solo la intensificación de la guerra contra el narcotráfico y los niveles de corrupción los distinguieron.

Además la creciente pérdida del control en la seguridad pública, en grandes extensiones de territorio nacional: Guanajuato, Veracruz, Sinaloa, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, Sonora, Quintana Roo, Zacatecas, Baja California, Colima, Estado de México y Chihuahua. Como escribí hace más de diez año: era la colombialización del país. Lo segundo sería el discurso político que sigue siendo el mismo del priísmo de hace cincuenta años.

Triunfalista, manipulador, lleno de verdades a medias y francas mentiras, cargado a veces de un odio profundo, un cinismo y una desvergüenza impresionante. El ninguneo sistemático y la persecución. La contradicción y la incongruencia galopante .Un fraseo cargado de demagogia y deshonestidad, carente de una elemental empatía a las demandas de la población y a la necesidad del desarrollo.

Es decir el hartazgo y la falta de credibilidad se instalaron en amplios sectores de la población que vieron cerradas toda alternativa de cambio pacífico y democrático para el país. Si en el 2018 se hubiera dado otra vez un fraude electoral las condiciones de la República se hubieran hecho inviables.

Hoy, el discurso para detener el avance de la 4T es el mismo que se utilizó durante cincuenta años en México, para descalificar los avances democráticos y no quieren modificarlo, porque no conocen otro. La oposición hoy mismo utiliza las mismas estrategias políticas en un escenario donde la falta de credibilidad, de sentido común y la incongruencia les salta al rostro.

Para ser más efectivos deberían tratar de recuperar la credibilidad que han perdido y eso solo será posible a través de una re estructuración de sus métodos y sus objetivos. De Una manera más honesta y libre. Lejos de los dogmatismos, los fundamentalismos y las ideologías que no ponen en el centro del debate al ciudadano de a pie, que merece otro trato y otro país.

La política entendida como el arte de la simulación, la mentira, la confusión y el robo, deben desaparecer. Creo que el país sí necesita una oposición real, estructurada y congruente.

Pero la oposición no ve esa oposición.

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