EL USO Y ABUSO DEL PODER PUBLICO

 

Pedro Alfonso Ochoa Ledesma Olpaqro1@gmail.com

Cuando l@s politic@s tienen inclinación a la vanidad, los excesos, la prepotencia, autoritarismo, etc., la política deja de ser un medio para ejercer el poder político que favorezca a las mayorías, pasando a transformarse en un fin en sí mismo.

El poder público es un medio que, como tal, quien o quienes tienen la oportunidad de ostentarlo, en ocasiones pierden el equilibrio, cayendo en la tentación de darle un uso indebido y perverso, dejando de lado la responsabilidad de velar por los intereses generales o sectoriales de la población que requieren apoyo, pasando los compromisos ofrecidos como candidatos, a quedar solamente en discursos e intenciones de campaña

Si un líder político dirige sus acciones para facilitar, resolver y lograr metas que favorezcan a la mayoría, genera confianza, pero cuando transforma el “sentido del deber” y le rebasa la ambición y abuso, proyecta la parte oscura de la naturaleza humana, mostrando corrupción, incongruencia, insensibilidad y egocentrismo.

La corrupción administrativa se presenta en diversos procesos perversos, como es el caso del delito de los servidores públicos que se comete cuando, en el ejercicio indebido y abusivo de sus atribuciones y funciones, otorgan por si o a través de otras personas, contratos, concesiones, permisos, licencias, autorizaciones, exenciones, quebrantando la normatividad vigente.

Mientras siga prevaleciendo el amiguismo y nepotismo para acercar representantes y servidores públic@s incondicionales y a modo para la función que se les asigne, sin preparación, formación, capacidad, vocación de servicio y sobre todo acreditada solvencia moral, no se avanzara como municipio, estado y país.

En la pretensión de un más favorable presente y mejor futuro para México, se requiere de una mayor y efectiva participación ciudadana, para buscar equilibrios con justicia social, debiendo apoyarse para lograrlos, en el necesario involucramiento de ciudadanos de todas las edades que antepongan el interés de la nación a los personales, familiares y de grupos.

La realidad y los indicadores sociales actuales del país reflejan que los aspectos positivos y negativos de los poderes privados y públicos, están entretejidos de forma compleja, requiriéndose ajustes equilibradores, tarea nada fácil.

México requiere de políticos y servidores públicos que no traicionen a las instituciones a las que juraron el cumplimiento de sus leyes, que no mientan ni engañen a la sociedad que les eligió, declarando una cosa y haciendo otra, que no abusen de su posición, designación y del erario, no desviar mañosamente recursos públicos para beneficios personales y menos robándose el dinero municipal, estatal o federal.

Si queremos un mejor municipio, un mejor estado un mejor país, apliquémonos siendo solidarios, colaborando en la medida de nuestras posibilidades y capacidades, sumando voluntades de manera incluyente con actitud positiva.

 

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