Luz Neón
Manuel Basaldúa Hernández
El estado de Querétaro, y principalmente su ciudad capital antes de ser convertida en un acotado “centro histórico” gozaba de su lozana y plena condición de provincia. Los negocios cerraban a medio día para que los comerciantes y empleados salieran a comer y disfrutar de una reparadora siesta. Cuando todavía se reunían en “La Flor de Querétaro” muchos de los charros, rancheros y otros tantos de la dorada tercera edad de rancio abolengo. Los domingos sonaba fuerte los acordes de La Banda del Estado dirigida por el maestro Yeyo y se terminaba la serenata a las 9 de la noche, momento que era señalada como “la hora que soltaban al león”, porque después de eso, ya nadie andaba en las calles. Eso y otras costumbres muy propias de la localidad y de su gente.
Era el lugar que fue pedazo y momento onírico de Jorge Luis Borges con su fragmento de prosa de El Aleph: “vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala”. La gente caminaba por el arrollo o banquetas adoquinadas y sus pasos retumbaban entre esos gruesos muros y calles semivacías.
Si bien la inmigración ya estaba presente, después del temblor de 1985 en la ciudad de México y su desbandada hacia los Estados vecinos, ese flujo migratorio pobló la ciudad. Empezó la transformación. Con sorpresa y aspavientos se decía que hasta ya había un Sanborn´s en la primera gran Plaza, llamada del Parque.
Otra gran oleada vino después de la crisis de 1994. Querétaro se convirtió en alternativa de refugio para muchos que se quedaron sin oportunidades ni propiedades o pertenencias, pero quisieron asentarse en estas tierras. Experimentaron aquí con sus comercios, y muchos no se hallaron porque el consumo no era dinámico y se hacían competencia entre si. Quienes invirtieron y no tuvieron éxito a la primera, tuvieron a bien llamarle a esta ciudad como “Quebrétaro”.
La paz provinciana se había resquebrajado, pero no lo suficiente, para seguir gozando de una tranquilidad todavía con tintes campiranos. Las grandes atracciones eran las corridas de toros, las charreadas, la Feria Ganadera, las pamplonadas, y los paseos a Tequis. El reino político era del PRI. Pero con las nuevas ideas, empezó a hacer agua en la embarcación. Y en San Juan del Río, con los nuevos ciudadanos conocimos la alternancia. Era el aviso de lo que se vendría para la capital. El PAN empezó a tomar importancia en las cuestiones electorales.
Había un fenómeno curioso. ¿Por qué si había muchos inmigrantes de la capital del país, donde la izquierda empezaba a tener predominancia y lo hacia muy bien, la votación de los nuevos queretanos se inclinaban por el PAN? Una tímida hipótesis era que se quería mantener a Querétaro con su paz conservadora, y el PRI ya no funcionaba para eso y si los panistas ofrecían esa alternativa. Eso si, era una mayoría acotada.
Ese espíritu se notaba en una aspiración muy ilusa. Los queretanos de cierto arraigo veían con discreción el crecimiento demográfico y la llegada de nuevos queretanos. Pero esos nuevos queretanos tenían una demanda peregrina, -válgame la expresión- que las autoridades ya no permitieran mas migrantes. Que hubiera una especie de puerta simbólica para que ya no llegara mas gente, con los que estábamos era suficiente para seguir con la tranquilidad.
Querétaro siguió con una inercia de crecimiento inusitado, y quedo en el olvido aquella ilusa demanda de poner a la altura de la estatua de Conín esa puerta imaginaria que detuviera la llegada de mas gente. El desarrollo económico, laboral, comercial y demográfico, urbano, entre otros, desbordó los limites.
La cuestión política también cambio y transformó el escenario electoral. Pero con una característica; ha mantenido al partido conservador. Sin embargo, el agudo análisis de Alejandro Guillén sobre la naturaleza del mapa electoral en Querétaro, publicado el 19/10/21 en este portal, nos muestra un escenario que aleja de las cuentas alegres a quienes se quieran regodear de tener todo el poder. A saber, el PAN logró la victoria con 4 puntos de diferencia de sus opositores. Aquí hay que destacar dos elementos, dice “El Diablo”; Acción Nacional se queda con “la mayoría de la posición es una estrategia político-electoral y sobre todo mediática que a resultados reales”, y “casi la mitad de los que votaron de acuerdo con los números del IEEQ no lo hicieron por el blanquiazul”.
Ahora bien, ya no se trata de vivir solamente en este otrora paraíso provincial, los nuevos queretanos son exigentes, plurales, y ahora con las redes sociales muy activos y expresivos. Los medios masivos tradicionales queretanos son tibios o no se atreven a ser críticos serios del poder local. A lo que voy es que llegar al poder significa enfrentar problemas ambientales, urbanos, sociales, de generación de empleos, educativos, de salud, movilidad, turismo, culturales, recreativos entre muchos otros, que tienen un alto nivel de exigencia entre los ciudadanos. No es ya la pasiva aceptación de planes y programas gubernamentales de amigos que se pase por alto. Es la constante revisión y exigencia del palpitar de la urbe y los pasos de la administración.
Este mosaico multicultural en que se ha convertido nuestra entidad esta forjando esta nueva cepa de queretanos inquietos en la política y participativo. La grilla, la política y las políticas públicas son un plus que nos traen y que le ponen sabor al ambiente. El corolario es que, también han aprendido o son igual que los viejos queretanos, por eso aunque al filo de la navaja, tienen ese tufillo conservador.
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