Manuel Basaldúa Hernández
La Universidad en México esta siendo descalificada de manera sistemática por el Jefe del poder Ejecutivo. Además de eso, el ejercicio de la investigación académica y científica esta bajo acoso judicial mientras opera un desmantelamiento de incentivos y apoyos para quienes se dediquen a esta. Los vicios sindicales y la contaminación de los asuntos del personal de educación en la política persisten. La educación básica que abarca el nivel de primaria, secundaria y bachilleratos ha sido puesto bajo una austeridad económica aguda manteniendo una precaria infraestructura. Y para aumentar la calamidad, el vandalismo hizo presa a las instalaciones educativas que se quedaron abandonadas en el periodo de aislamiento por la pandemia, resultado de la carencia de recursos para su vigilancia y protección de los endebles sistemas de computo y muebles.
Por otra parte, pero en el mismo tenor, de manera regular aparecen en los periódicos notas como si fueran una gran noticia de ultimo momento los llamados “rankings” de las Universidades mejor posicionadas en el mundo, en el continente o en la región. “Rankings” de las escuelas privadas en las entidades. Así como la lista de las carreras profesionales con “mejores” salarios, y la lista de las carreras “peores” pagadas. Información entregada sin contextualizar ni bajo un análisis que permita un panorama de la situación de cada unidad educativa o de la Institución de Educación Superior. Y mucho menos, articulada a las necesidades del mercado laboral y los problemas que hay que atender.
En los mismos periódicos o en Revistas especializadas, y ahora en las redes, recurrentemente se difunden los indicadores de las posiciones que se logran en la medición de la OCDE y de las pruebas PISA. Y, recurrentemente, las reacciones son de lamentaciones y criticas a nuestra situación de encontrarnos en los últimos lugares. Es decir, nos olvidamos del tema y nos despreocupamos del asunto y vemos con pesar nuestra pírrica condición educativa.
¿Porqué se tienen esas posturas y tales condiciones en esta parte de nuestro continente, y particularmente en México? Quizá esto se deba al poco interés e importancia que los gobernantes, y los ciudadanos tengan en relación con la educación.
Andres Oppenheimer (11 de octubre, 2021, Periódico Reforma), refiere que “La última edición del Latinobarómetro, una firma regional de encuestas con sede en Chile, muestra que la educación ocupa el último lugar entre las mayores preocupaciones de la mayoría de los latinoamericanos, muy por debajo de la economía, la política y la corrupción.” Agrega que sólo el 4% de los latinoamericanos refiere a la educación entre los mayores problemas de su país.
En México el dato es más preocupante, porque solamente el 2% de los encuestados tiene en mente que la educación es un problema nacional importante.
Tomemos algunas referencias del caso. El 3 de octubre se celebró los Cien años de la creación de la SEP (Secretaria de Educación Pública) por iniciativa de José Vasconcelos con la idea que proporciono Jaime Torres Bodet. Un centenario de la Institución más importante para el desarrollo y progreso de nuestro país merecia toda la atención. Sin embargo, apenas hubo una ceremonia con funcionarios de segundo nivel, con modestas referencias a sus creadores, y lo que es más importante, ningun mensaje ni difusión entre la población ni la sociedad en su conjunto. Efemeride que a los mexicanos le paso desapercibida. Esto contrastó con todo dos espectaculos ostentosos, con derroche de recursos económicos, humanos y con la presencia del Ejecutivo y miembros de su Gabinete, y en uno de ellos hasta con “invitados” especiales: el desfile militar del 16 de Septiembre y el 200 Aniversario de la Independencia.
Si el Gobierno Federal desdeña la importancia de la educación, a nivel regional no esta mejor la cosa. Por citar un dato “anecdótico”, aunque mas bien debe ser patético; el Presidente Municipal de Hermosillo, Sonora, recien asumió su cargo, le solicitó al Gobierno Federal la cantidad de seis mil millones de pesos para el “bacheo” de sus calles. El Presidente se burló de él, y se regocijo en la burla, pero ni chistó en reconvenirlo en pensar en mejorar su infraestructura educativa por que no lo tiene en su plan político. Ambos no pensaron en la educación como motor del desarrollo del país y de su región.
En este sentido, Luis de la Calle, en su ensayo “Cómo crecer” que está integrado en el libro “Y ahora qué? México ante el 2018 se pregunta porqué México no crece suficientemente. Y responde que el desarrollo tiene dos requisitos, uno es que la sociedad decida emprenderlo y el otro que pueda pagar el costo al hacer la inversión necesaria.
Gran parte de la población mexicana se encuentra en un circulo vicioso porque no ubica a la educación como un vehículo estratégico para su desarrollo, y quienes lo hacen no son capaces pagar ese costo. Porque el desarrollo se logra invirtiendo en la educación, tanto en lo que significan valores familiares, conocimientos empíricos locales, y su instrucción escolar, así como exigir a los gobiernos locales y federales una inversión fuerte hacia este rubro. Y que esta no se politice.
Nuevamente aparece el numero del 2% cuando se hace referencia a la inversión mundial en investigación y desarrollo en los países de Latinoamérica y caribeños según Oppenheimer, comparativamente con el 28% de los países asiáticos. El Dr. Pedro Flores Crespo, de la FCPyS de la UAQ y el Dr. César García García brindan una mirada critica en su libro “ Análisis de la política en Educación Superior bajo el Gobierno de AMLO”(2021) , con una pregunta retadora: ¿cambio, continuidad o regresión? Al interior de sus páginas nos develan un escenario poco alentador, pero también de muchos retos. Flores-Crespo en uno de sus artículos periodísticos refiere: “Lo cierto es que a los universitarios (yo agregaría; a todos los que estudian o tienen hijos en la escuela) nos toca pensar y hacer análisis en un ambiente de descalificación. Para salir airosos de ello, tendríamos que ser autocríticos, responsables, osados e imaginativos para renovar el lenguaje y rebasar la contradicción.” (El Universal, 11 de Oct. 2021).
El asunto no es nada fácil, lo sabemos, pero ¿usted antepondría la educación entre los principales problemas del país sobre los baches, la inseguridad y muchos temas baladíes que nos dicen los políticos? ¿O si seria de los que la ponen al último?
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