Por Manuel Basaldúa Hernández
La historiadora Anisia Iacob refiere en su articulo “la vida de las mujeres atenienses en la antigua Grecia” (2021) que después de un nacimiento de una niña en una familia ateniense sus padres se ponían ha orar para que tuviera salud y sobreviviera. Un 25% de los bebés en la antigua Grecia fallecían después del nacimiento. Sin embargo, si el bebé no tenía Buena salud o no eran aptos para los deseos de la familia, se cometia infanticidio. Refiere Iacob que los historiadores han documentado que la mayoría de las familias en esa epoca y en ese lugar, considerada la cuna de la civilización occidental y contemporanea, que las niñas corrían un enorme riesgo de infanticidio por su género. Debido a que las familias preferian tener cuando menos a un niño sano para heredar sus tierras y su fortuna.
El historiador y antropologo Gordon Childe refiere por su parte ha señalado que fue en el periodo neolítico cuando se dieron las condiciones y se sentaron las bases para la dominación masculina, etapa en la que se consideró la etapa revolucionaria de la civilización.
Gerda Lerner ha señalado en sus escritos que desde esos periódos históricos se asentó como un hecho social la desigualdad entre hombres y mujeres. En los sitios arqueológicos se han encontrado evidencias de mayor presencia de hombres en relación con las osamentas de mujeres, y su hipotesis es que de manera natural nacian 105 hombres por cada 100 mujeres.
La desigualdad entre mujeres y hombres data de largo tiempo. Pero esa no es la cuestión, el asunto es que no solo no se ha solucionado, sino que se ha agravado de manera aguda, y cada vez más escandalosa. A cada oportunidad que hay para hacer una denuncia esta se manifiesta de manera explosiva y estridente. Sólo así es posible llamar la atención, aunque no siempre se logra leer el mensaje de S.O.S.
La desigualdad entre hombres y mujeres se ha agravado y se le han sumado más agravios. La desigualdad y la violencia han llegado hasta los ultimos días como una llaga que incomoda al status quo: los feminicidios incrementan, y cada vez son mas despiadados. La violencia intrafamiliar para muchos es la forma de desahogo a la frustración de pobreza y desigualdad. Las violaciones de mujeres son constantes, la trata de blancas se da con impunidad. La desigualdad se manifiesta en un pendulo que se balancea entre la normalización y la pervesión.
El feminismo se ha desbordado para bien y para mal. Para bien, sigue surgiendo como un movimiento brutal e impactante. Adopta una postura desestabilizante, irritable, incluso lastimando a las de su propio genero. Exhibiendo la dureza de la violencia contra las mujeres. Aunque no haya articulado bien un mensaje para que sea leido correctamente. Quienes no lo han sabido leer simplemente se dejan llevar por respuestas impulsivas; “malcogidas”, “feminazis” entre otros epitetos llenos de esa virulencia que usa un violentador impulsivo. Para mal, porque la desigualdad se ha incrustado en parte de ese lado femenino. El deseo de poseer o tener un falo, y actuar dentro del pensamiento antagónico ha hecho caer a un sector de las mujeres en ese pensamiento masculino. Por eso sus expresiones voluntariosas y casi inconscientes les provoquen incluir en su léxico frases como “vale verga”, “chinga tu madre”, o mostrar con la mano el dedo medio para expresar fuerza o coraje.
La solución no se avizora cercana ni por un pensamiento critico masculino, ni por el pensamiento liberador femenino, haciendo que el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres siga siendo cotidiano y estructural.
Si en el campo de lo economico, lo social, lo laboral, entre otros, esas formas de relacionarse prevalecen con desventajas para la mujer, estas se acentuan si se suma lo natural y lo psicologico. Por natural me refiero a lo biológico en donde se establece la diferencia de sexo, y en lo psicológico por esa cualidad de genero. El juego que se establece en la relación entre estos dos lados de la sociedad en el campo de lo psicologico es la posesión y deseo del falo. Pero también con su contraparte de la castración.
Señala Romulo Lander (2002) que “el sujeto varón y hembra, entran dentro de la dialéctica del complejo de castración”, agrega que “el complejo de castración no es un fenómeno cronológico correspondiente a la infancia. Al contrario la angustia de castración puede aparecer en distintas épocas de la vida como por ejemplo angustia ante la posibilidad del fracaso o angustia de tipo escénica”.
En suma, seguiran las manifestaciones femeninas con esa virulencia, no seran suficientes los paliativos en las leyes de una igualdad superficial sino hasta que se haya logrado la aplicación de la justicia y trato digno. Hasta que se arranque esa angustia en la sociedad producto de actos derivados del imperio masculino, incluso de la misma mente de las mujeres. Mientras tanto, lo que veremos es la continuación de esos males de desigualdad y violencia, sin que hasta el momento no hay quien se avoque a descifrar este problema.
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