Para estar a tono con el Hay Festival: Locos de Atar

 

Locos de Atar

Me notarán raro, pero todavía no acabo de ser yo, todavía ando haciéndome a mi nueva condición como consecuencia de la pandemia. Es neta. Pero ahora que sabemos que la juventud de Querétaro se duplicó en tres décadas, de acuerdo con el Breviario Demográfico 2021, elaborado por el COESPO. En 1990 había 307 mil 328 habitantes de entre 15 y 29 años; comparativamente, en 2020 la cantidad se incrementó a 621 mil 319 personas en ese rango de edad

Y lo que más les preocupa es el desempleo, la inseguridad, y la educación, en ese orden; además que poco más de 53% de los jóvenes que viven en la entidad lo hacen con sus padres, que las parejas se acuestan pero no viven juntos, que se quieren porque el único capital que tienen es el erótico, nos remitimos a una canción muy sabiniana para recordarle a la juventud que tiempos pasados nunca fueron mejores, es la de Locos de Atar.

Estábamos en lo mejor
cuando sonó el despertador
como un jarro de agua fría.
El vino dulce del placer
se avinagró sobre tu piel
y la mía.

Locos de Atar es una propuesta poco práctica para los jóvenes de ese entonces y para los actuales, pero es muy sabiniana. Habla, canta el Gran Crápula, sobre el imperio del amor y del deseo, sobre las obligaciones laborales; aunque sé que es una rola muy poco valorada por los dizques adoradores del Flaco. Una canción muy a modo para esos 621 mil jóvenes que no quieren abandonar el hogar, que les preocupa el desempleo y la inseguridad, pero que gustan de darle vuelo al deseo.

De nueve a dos, de cuatro a seis,
yo, que he nacido para rey
trabajando por dinero…
¿Y si te quitas el jersey
y nos sacamos otra ley
del sombrero?
Diles que no
piensas fichar,
pon el reloj
a la hora de los locos
de atar.

Claro, por decreto, por ley, porque lo dice el Gobierno del Estado, hay empleo, solo que esos pinches  milenians no quieren trabajar; claro, dicen las autoridades, hay oferta educativa: desde la básica hasta profesional, dicen. Pero los jóvenes, metidos en el alcohol y el desenfreno ven otra realidad: ven la intimidad personal frente al discurso gubernamental.

Ellos, los jóvenes tienen la razón, porque tiene un paisaje fundamentalmente urbano y una visión no ideologizada de la vida cotidiana: cada fin de semana la misma rutina en diferentes cantinas o antros o en diferente casa; cada lunes al mismo trajín, después de escuchar la misma letanía de sus mayores padres: ya ponte a trabajar.

El lunes es el día peor,
bailar con un ordenador
el bolero del masoca.
Volviéndole la espalda al mar,
sin un mal beso que llevarse
a la boca.

Hay que insistir en el gusto sabiniano por la frase lapidaria y el gesto tronante, esencial en su arte: tan jóvenes y tan viejos, y es que la tasa de desempleo de los jóvenes queretanos alcanzó el 9.7 por ciento, muy alta, y los de 20 a 24 años, cuando han terminado profesional, tienen el mayor nivel de desocupación. Nos mienten con la verdad, y es realidad que las nuevas tecnologías no traen nuevas oportunidades, son ficciones reales.

La fuerza de la gravedad
del cielo nos exiliará
cuando subas la persiana…
¿Por qué no hacemos el amor
y tiras esa ropa por
la ventana?
Diles que no
piensas fichar,
pon el reloj
a la hora de los locos
de atar.

Piensan los jóvenes que en lugar de trabajar por el salario mínimo, cantar como en Locos de Atar: mejor hacemos el amor, y diles que no piensas firmar, dice Sabina, pues como escribí al principio de este libelo, esta es una rola que nos muestra una propuesta poco práctica, pero muy sabiniana, sobre el imperio del amor y el deseo sobre las obligaciones laborales.

¡Salud!

 

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