Manuel Basaldúa Hernández
La primera semana del mes de junio se volvió viral el video de un ciclista que cruza sobre un auto, y estando en el techo del auto junto con su bicicleta, la persona salta con fuerza ocasionando deliberadamente cierto daño a la lámina del auto en cuestión. En el mismo video se observa a otro ciclista que recorre la calle en el mismo sentido que el otro, y al encontrarse de frente con un motociclista le señala coléricamente que esta invadiendo la ciclo vía. Tal parece que el auto “invadió” la ciclo vía y de ahí la reacción del ciclista. Estas imágenes provocaron respuestas a favor y en contra en diferentes sectores de la población.
Estos actos se derivaron de una marcha y protesta por varios accidentes y sus lamentables muertes de los ciclistas en la ciudad de Querétaro en el lapso de pocos días entre cada evento. La protesta la llevaron a cabo varios ciudadanos frente al Palacio de Gobierno local y algunas de las principales calles.
Las protestas y demandas ciclistas son el síntoma de una inquietud ciudadana sobre la movilidad en la entidad queretana, que ha tratado de incorporar a su infraestructura algunas respuestas a las demandas de los velocipedistas, sin alcanzar un éxito ni satisfacer los requerimientos de este grupo, ni una adecuación de la movilidad en la ciudad.
Sin embargo, hay que hacer algunas acotaciones al margen. La primera es que encontramos un escenario complicado sobre movilidad en la entidad queretana debido a una carencia de planificación adecuada y expresa para la zona urbana. La segunda, que se ha convertido dicho tema de movilidad en un asunto político. Y la tercera, entre muchas otras, en una cuestión cultural e ideologizada del tema.
Dado que el tema es amplio, nuestro espacio solamente alcanza para brindar algunas líneas en forma de viñetas sobre la cuestión de la movilidad, haciendo énfasis en el tema de los ciclistas. En el entendido de se trata de reflexionar sobre la movilidad en general sin menoscabo de la estigmatización de los velocipedistas.
Diego Roldán (2018) señala que el tema de las movilidades ha sido abordado por muchos autores para describirlas y se basaron en una tensa relación de la cuestión ambiental y el transporte motorizado. La búsqueda de alternativas “no hegemónicas de movimiento en la ciudad” ha llevado a transformaciones en los entornos urbanos. Además, señala este autor se ha visibilizado la calle y la banqueta como el espacios públicos más importante en la conectividad impactando en los modelos de circulación automotriz. Pero estas ideas no han sido lo suficientemente claras frente a gobiernos locales ni a sus usuarios -desde los peatones hasta los conductores de automotores- para establecer modelos de urbanismo funcional.
Hay una demanda explicita de promover el uso de la bicicleta en la movilidad para entender lo moderno en el espacio urbano, sin que se haya concretado una idea correcta y pertinente hasta el momento.
A su vez, Luisa Fernanda Grisales Barrera (2018) retoma en un breve ensayo de la Revista Ciudades, la idea de McLuhan sobre la equiparación de el automóvil con una prenda de vestir, en la que refería este autor, que los ciudadanos norteamericanos se sentían desnudos e incompletos sin su automotor. Una prótesis que era la extensión de su cuerpo. La desnudez se acentúa cuando quién transita por la ciudad no cuenta con la protección de una carrocería, y que además compite por el espacio de esa máquina para movilizarse en medios de locomoción propia, para la cual, remarca Fernanda, que encontramos al transeúnte en evidente desventaja.
Grisales Barrera, asumiéndose como ciclista, se ve con esa desnudez simbólica y en desventaja frente a los automovilistas. La población se ve como una ciclista desnuda sin esas prendas de vestir de locomoción.
La protesta de los ciclistas es una movilización política en muchos centros urbanos de Latinoamérica en general y de México en particular, en dónde Querétaro es protagonista para hacerse escuchar y denunciar la carencia de planes y estrategias de movilidad urbana por parte de los gobiernos locales. No se han señalado ni encontrado polígonos adecuados dentro de la ciudad para la movilización de las personas de sus viviendas a los centros de interés: trabajo, diversión, educación, esparcimiento o ejercicio entre otros. La búsqueda de alternativas de movilidad por medio de la bicicleta parece la alternativa, además de representar beneficios ambientales. Sin embargo, los argumentos no han sido convincentes del todo en este escenario queretano.
Pero aquí entramos a la parte de la cultura vial y la ideologización de la visión unilateral de los ciclistas. Estos toman con un papel protagónico la defensa a ultranza de la utilización de la bicicleta y los supuestos espacios que ellos se apropian, asumiéndose como autoridad moral frente a los motociclistas, los automovilistas, el transporte urbano e incluso frente a los peatones viéndolos como sus adversarios y a los gobernantes como sus enemigos.
Los accidentes entre ciclistas con automotores son objeto de notas periodísticas y gran vitrina mediática, pero los accidentes con peatones no aparecen en los medios de difusión, ni tampoco hay un registro de estos por las autoridades ni por los mismos ciclistas. Cuando hay accidentes de ciclistas con peatones, los ciclistas no se hacen responsables de los daños ocasionados ni hay autoridad que los obligue y mucho menos los reconocen, al menos no explicitamente. Y en la mayoría de los casos ni una disculpa por parte de estos, y muchas veces se hacen los ofendidos. Los ciclistas minimizan sus omisiones, agresiones, accidentes, y otras malas conductas. Si retomamos el señalamiento de McLuhan de que el transeúnte esta en plena desventaja frente a quien usa un medio de locomoción, estos deben considerarse en la cadena del peatón hasta los automotores de mayor envergadura, y no exime a los ciclistas de sus faltas.
Cierto es que falta infraestructura urbana para una movilidad, no solo para ciclistas, sino para el transeúnte, los automóviles y el transporte de pasajeros y de carga. Es más, faltan ideas y una visión para modernizar la ciudad en sus vías de comunicación. Pero también falta sensibilidad de los que hacen uso de estas vías de comunicación y transporte.
Si nos atenemos a las reglas establecidas en la pequeña ciudad norteamericana de Santa Bárbara en California, para no referirnos a las ciudades de Europa, diremos que de acuerdo a las 10 leyes de bicicletas la número 1 señala así: “Código vehícular de California: CVC 2120 “Los ciclistas tienen los mismos derechos y responsabilidades que los automovilistas y están sujetos a cumplir con las mismas reglas y regulaciones”. Los ciclistas deben obedecer las mismas reglas que los conductores de vehículos;”.
El CVC 21650 señala que “El ciclista circule en la misma dirección del tráfico. Si viaja en la dirección opuesta a una calle de sentido único, camine con su bicicleta en la acera. Cuando conduzca más despacio que la velocidad normal del tráfico, debe conducir tan cerca del lado derecho como la seguridad lo permita. No está obligado a conducir lo más a la derecha posible, ya que puede no ser seguro.” Y así sucesivamente con otros códigos que los ciclistas no cumplen aquí.
Lo políticamente correcto ha sido una postura latente y contenida de la ciudadanía ante el movimiento ciclista en Querétaro ante las demandas de movilidad. Porque les pertenece en parte la razón de su movilización política y sus demandas. Pero no lo es del todo respaldado. Las Asociaciones de Automovilistas, -antes conocida como AMA-, los concesionarios de Autobuses de Pasajeros, las concesionarios de camiones de carga también deberían de manifestarse ante las autoridades porque la movilidad no ha sido tomada en serio ni a profundidad para resolver esta cuestión a largo plazo y con un modelo urbano moderno funcional para todos. Ojala los planificadores de la ciudad desde el Gobierno, escuchen y sean sensibles, así como responsables de este tema.
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