Luz Neón
Manuel Basaldúa Hernández
El Querétaro tradicional se ha evaporado. Era una costumbre que los amigos y los familiares se reunieran a convivir en el centro de la ciudad, en la cafetería La Calabaza, ubicada en la calle 16 de septiembre, y en una de las nuevas plazas y pasajes. También podíamos ver a quienes se reunían en la cafetería La Flor de Querétaro en la calle Juárez. Eran viejos amigos que pasaban horas de solaz y convivencia de sus contemporáneos en esa vetusta cafetería, y luego se pasaban a las bancas del Jardín Obregón.
La designación de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad, gracias a la bien cuidada y protegida arquitectura novohispana en el perímetro que era la ciudad, y que también recibió la nominación de “centro histórico” cambio la dinámica de los nativos queretanos.
La gentrificación, es decir, la expulsión de los vecinos hacia los lugares periféricos despobló los negocios tradicionales, y empezaron a desaparecer o transformarse, para dar lugar a los turistas o a los vecinos temporales.
El Querétaro progresista ha emergido. Y la creación de decenas de cafés, restaurantes, bares, y plazas comerciales con arquitectura genérica pulverizo a las huestes de hombres viejos y maduros que se reunían en grupo. Desperdigados a lo largo y ancho de la nueva mancha urbana su congregación se hizo difícil. Asistir al nostálgico y otrora tradicional centro ya no tenía sentido porque la paz y la tranquilidad había sido desplazada por el tumulto, el ruido y el turismo intensivo. Aparecieron los vendedores ambulantes, los agentes que ofrecen recorridos turísticos, los mendigos, los cantantes, los indígenas y sus artesanías, y otras tantas huestes de personajes que hacen de la ciudad un negocio y no una habitable ciudad. Desmotivando a quienes ya no toleran griteríos ni tumultos.
Los viejos y los adultos mayores fueron refundidos a los sillones de la sala o a los rincones de la sala para ver solos en sus nuevas pantallas los canales de streaming. Su centro de convivencia es ahora la virtualidad por medio de las redes sociales como el WhatsApp u otras aplicaciones. Muy conectados por medio del algoritmo, pero rotos sus vínculos presenciales. Los menos, acuden a realizar actividades recreativas que se vuelven convivencias más mecánicas que de convivencia y recreación sustantiva.
La distancia y la intensidad del tráfico son dos adversidades que hay que afrontar, poniendo a los viejos a disposición y capricho de los hijos u otros familiares jóvenes al traslado de sus reuniones en persona, reuniones que son esporádicas y de difícil calendarización debido a sus citas médicas.
El título del disco del grupo de rock mexicano Molotov ¿Dónde jugaran las niñas? Es un buen rótulo para la pregunta fundamental dirigida a este sector de población que se está haciendo cada vez más numeroso: ¿Dónde se reunirán y jugarán los viejos? ¿Saben ustedes de lugares donde se reúnan los adultos tradicionales en este Querétaro moderno?
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