Neon

Luz Neón

Manuel Basaldúa Hernández

 

El hogar es el espacio donde se brinda la seguridad, protección y servicio de una familia o de un individuo. La casa, o también llamada por los estudiosos de las ciencias sociales; la unidad doméstica, es el lugar de descanso, de alimentación, solaz y convivencia entre sus integrantes. Arquitectónicamente está diseñada con su sala, el comedor, las habitaciones, las recamaras, su patio y los baños, un jardín acaso.

En la cocina se encuentra el sitio donde se preparan los alimentos, se encuentra también la alacena en donde están los insumos para preparar esos alimentos. Pero hay que poner mucha atención en esas partes que son esenciales, partes de las que pocas veces hablamos en público o en colectivo de manera abierta. El baño, o el cesto de la basura.

Hay un dicho popular refiriendo que “hasta la muchacha más linda, hasta la muchacha más guapa hace su bolita de caca”, habría que decir también que el que tiene limpia su casa y buena suerte augura, en el patio tiene guardada mucha basura. Tanto la basura, la caca y los orines son elementos que una sociedad moderna y urbana le tiene asco y no quiere saber de ella. Sin embargo, estos elementos escatológicos son parte del proceso de nuestra vida cotidiana y colectiva.

Sabemos de la importancia de recibir agua potable, pero poco hablamos de la importancia de deshacernos de las aguas negras que generamos. En el área metropolitana de Querétaro, las fugas de las aguas del drenaje se han convertido en un tema no solo político, sino de salud pública y de una mala atención por parte del estado a través de su organismo regulador de estos fluidos de desecho humano.

En los centros urbanos, como en el Municipio de Querétaro principalmente, es recurrente la demanda de atención por estas fugas y el correr de las aguas con desechos humanos y pestilentes. Es común encontrarse con coladeras rebosantes de esas aguas debido a que ya es insuficiente su capacidad, o su deterioro por su constante uso, por la rotura de sus tubos o el taponamiento de basura en sus accesos. Ya ni se diga cuando hay alguna llovizna, o un torrencial aguacero. Algunas de las colonias sufren de encharcamientos con el agua del drenaje, y en las calles las personas atrapadas en la lluvia tienen que caminar entre esas aguas nauseabundas, sino es que ya han sido salpicadas por conductores insensibles e imprudentes. La Dependencia a cargo de estos servicios de drenaje se ha visto rebasada en sus llamados de auxilio, o bien se encuentra en niveles de incompetencia para dar respuesta a estos reclamos.

Parecería ser que la vida urbana queretana ya está acostumbrándose a convivir con las heces y los ríos de orina en sus calles. El área del Centro Histórico tiene un hedor penetrante en algunas de sus principales calles.

En las colonias populares el desbordamiento del sistema de drenaje es constante. Es decir, tal parece que se ha normalizado el paso del agua del drenaje por el arroyo de la calle frente a un puesto de tacos de carnitas, del trompo de carne para los tacos al pastor, del puesto de tamales, donde los comensales estivales se alimentan o adquieren sus alimentos a unos metros de esos ríos pestilentes y con residuos fecales. Lo mismo sucede con la normalización con la caca de los perros. Aunque es mal visto, es permitido y aceptado que muchos dueños de perros los saquen al parque o a la calle a que defequen libremente, para que no lo hagan en sus casas.

Tanto la Dependencia Estatal, es decir la CEA, como muchos de los habitantes no atienden el funcionamiento correcto y adecuado de esta forma de transportar el agua de desperdicios humanos.

En el libro “Escatología y Civilización” John G. Bourke, un libro que me obsequio mi amigo R. Rivón, refiere una recopilación antropológica de ritos y costumbres escatológicos, -lo escatológico proviene del griego esjatos (último) y su homónimo en español que deriva de ese griego skátos (excremento) designa el estudio del excremento, y se usa como adjetivo “escatológico”, refiriéndose a las excreciones, de la inmundicia que debe ser silenciada, destruida, o en su caso, reciclada.

De acuerdo a Bourke “se ha definido la suciedad como una cosa ubicada en un lugar equivocado, claro que en la naturaleza no existe lo “sucio”.

Fue el hombre moderno quien decidió conveniente la ubicación de la inmundicia, de ser posible, fuera de su vista, de su ámbito y, decididamente, de su cuerpo.” Agrega que en la antigua Grecia el baño consistía en algo accesorio de la gimnasia. En tanto que en Roma y el mundo islámico era algo para relajarse, para ellos “sanitas” significaba salud y no eliminación de la suciedad”.

Lo que hemos visto en las distintas etapas de la sociedad es el manejo de sus excrementos y de la suciedad, así como en diferentes culturas. Es a partir del Siglo XIX que este manejo de los excrementos se ha hecho restrictivo. Bourke afirma que en la época contemporánea la fobia a la suciedad y la consiguiente manía por el aseo sobrevino con el auge capitalista.

En la sección “Denuncia Papaya” de la radiodifusora Exa 95.5, entre otras y por poner un ejemplo, a diario hay llamados para referir fugas del drenaje y las quejas de sus aguas, mostrando que la situación es continua y sin términos de solución, mostrando que  actualmente, vivimos en una situación contradictoria en nuestra ciudad queretana, porque por un lado seguimos un patrón de conducta del hombre moderno con su obsesión por el aseo, y por otra la convivencia con las aguas negras, producto de las fugas referidas, tal como sucedía en la edad media con las heces liquidas a media calle cuando se arrojaban por las ventanas las inmundicias humanas.

“Así como en la naturaleza no existe lo sucio, tampoco existe lo fétido: en la naturaleza sólo existen olores. Al hombre civilizado lo enseñaron a percibir como desagradable los olores producidos por el mismo,” afirma Caros Zicanelli en el texto de Bourke.

Lo más placentero de los ciudadanos es cuando salen de usar el excusado sin esa presión en el vientre, para luego asustarse y quejarse cuando salen a la calle y ven correr el escurrimiento de las aguas que llevan sus desechos. Hasta la muchacha más linda…

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