Neon

Luz Neón

6 sobre Toros 6

Parte l de ll

Manuel Basaldúa Hernández

 

El hombre ha convivido a lo largo de su existencia con los animales, además de ser un ente gregario tal parece que necesita una compañía más aparte de sus congéneres. Esta convivencia no ha sido siempre unilateral en su propósito, tiene animales para compañía, para su disfrute, para alimentarse, para competir, para el arte y para ofrendar. Así, a lo largo de la historia hemos visto al hombre con un perro o gato a su lado que le hacen compañía tierna o de protección.

Cerdos, pollos, ovejas y reses para su alimentación. Caballos u otros animales para la carga o transporte, y algunos otros animales para ofrendar a los dioses, a su religión o al arte. Estos animales han sido cultivados y han pervivido con él durante siglos para esos fines, y uno de ellos ha sobresalido con una relación peculiar: el toro. Voy a tocar sucintamente seis puntos sobre esta relación con estos cornúpetas.

 

1

El minotauro

El fantástico ser de la mitología, cuerpo de hombre, pero cabeza de toro que es el “Minos” aparece en la ilustre mitología griega, quedándose como uno de los hitos clásicos de la relación entre humanos y dioses. Despiadada bestia que se alimentaba de hombres y mujeres que le eran entregadas como ofrenda. En su nicho que lo tenía retenido, nicho que era un intrincado laberinto construido por Dédalo.

Durante años fue el terror de los habitantes de Creta hasta que encontró su fin a manos de Teseo.  Teseo dio muerte a Minos con la espada que le entrego Ariadna, quien además le ayudo a salir mediante un hilo que lo guiase en ese laberinto. Toro, sacrificio, ofenda, hombre, espada y muerte han sido los elementos importantes de una imagen mítica que ha quedado grabada en la historia.

 

2

Llega el toro de lidia

Alfonso Reséndiz Núñez en su interesante libro de “Los primeros herraderos” (2021) donde habla de los orígenes de la charrería en nuestro continente y en específico en nuestras tierras. El autor hace referencia a la llegada del ganado vacuno a la Nueva España a la vez que los caballos. Y señala que “el toro de lidia llega a México en 1522 a cargo de un señor Altamirano quien embarcó 12 toros bravos en Navarra”, y en su trámite intervinieron familiares de Hernán Cortés.

Fue el propio Hernán que fomentó la ganadería en estos lares. Dos años más tarde se introdujeron 200 vacas, de razas ibéricas, andaluzas y portuguesas, que tenían su porte delgado y con cuernos largos. El destino para la crianza fueron las tierras que conocemos ahora como el Estado de México y en Coyoacán. Lidiar con toros bravos y la el manejo de los caballos quedaba sellado en la historia como una actividad que se iría consolidando con el tiempo y las actividades agropecuarias en el país.

El escenario rural en México fue latente y manifiesto durante varios siglos, incluso ya hasta las postrimerías del Siglo XX. Así que el cultivo de ganado era común, necesario y una importante fuente de la economía de la población. José Ignacio Urquiola en sus trabajos dejó asentados muchos datos sobre el ganado, la minería y los trapiches en el Bajío. La charrería se iría consolidando en la parte central del país, y la lidia de toros bravos una actividad tanto económica como de fiesta.

Durante el Siglo XX se construyó la mayoría de las Plazas dedicadas al toreo. En estas plazas se efectuaba esa especie de deporte, fiesta y celebración, y a la vez forma de diversión de la población. El ambiente rural que se respiraba en la vida cotidiana y la convivencia con los animales en la mayoría de las casas hacia natural una corrida de toros, y el sacrificio de los animales para consumo y distracción era cosa normal. Además, dominar a los animales era un ejercicio común y necesario en la vida cotidiana.

 

Ya entrado el Siglo XXI la urbanización y el crecimiento de las ciudades desplazo tanto el paisaje rural como a las actividades económicas y de entretenimiento. La población empezaba a ir al cine, el teatro u otras actividades dentro de escenarios urbanos. Los medios de comunicación, la tecnología y las redes sociales desplazo a aquellas actividades del campo, que se convirtieron en imágenes de añoranza o ya superadas. El medio ambiente es ya un anhelo más que un escenario real.

Los únicos animales sobrevivientes de aquella relación tan amplia y con diversos fines fueron principalmente los perros y los gatos. Quizá las aves canoras en sus jaulas pronto desaparezcan de esa relación y convivencia, mantenida por las abuelas y personas de la tercera edad, pertenecientes a las generaciones del campo y del área rural.

Los perros y los gatos en esta época de la desaparición y minusvalía del paisaje rural han cobrado otra categoría con la relación humana. Las personas han creado esa categoría como “perrhijos” o “gathijos”. Categoría para suplir la ausencia de progenie, o hacer latentes traumas psicológicos, o deficiencias económicas.

Con tal nivel de sentimentalismo y vínculos con los animales, ver la muerte de un animal esta más relacionado con traumas o vínculos mal concebidos que defensa de una especie, en este caso, los toros de lidia.

Ante tal escenario y personas con sentimientos de culpa se han organizado para manifestarse contra las corridas de toros, en donde se da muerte al cornúpeta después de una serie de suertes por parte de un torero que expone su vida para llevar a cabo esta ceremonia tradicional. Tales manifestaciones públicas de estos grupos minoritarios han logrado incidir en las leyes para realizar esas actividades del toreo.

 

En suma, este nuevo escenario abigarrado urbano quiere desaparecer aquellas prácticas de la reminiscencia rural que son parte residual de las tradiciones campiranas.

 

 

 

3

El entorno taurino de Querétaro

La plaza de Toros “Santa María” fue durante décadas el centro de actividad de convivencia popular y política más importante del Estado. A este lugar acudían las mejores familias de la sociedad queretana, las clases trabajadores y las populares. Las mejores ganaderías del país también se daban cita con lo mejor de sus herrajes.

Los toreros más emblemáticos de esta fiesta pisaron la arena del ruedo. Las reseñas en los periódicos eran esperadas por los lectores. Las transmisiones de las corridas eran escuchadas en muchos de los radios de transistores en las casas, mientras las familias en torno al radio escuchaban a los locutores que les ponían enjundia a sus narraciones. De los programas radiofónicos destacados recordamos el que tenía el Padre Morales Flores que se transmitía cada sábado y se llamaba “A los toros”. Entusiasta seguidor de la fiesta brava, durante muchos años fue el promotor y responsable organizador de la tradicional pamplonada en el barrio de Santa Ana.

El sacerdote José Morales Flores daba notas sobre toreros, y corridas de toros en la república y especialmente en el Bajío, y desde luego de la actividad de nuestro Estado. Siempre estuvo al tanto de la fiesta brava y sus opiniones era muy respetadas. El Mtro. Antonio Hernández Cortina con su programa en la radio universitaria “Toros los viernes, todos los viernes” transmitía junto con otros colegas y aficionados a la tauromaquia análisis del toreo, y narraciones de corridas tanto aquí como en otras entidades. Manuel Naredo ha sido entre los periodistas el más asiduo redactor de columnas sobre los toros.

Las plazas de toros en los municipios de Querétaro han sido también importantes sedes de esta actividad económica y de fiesta. Las plazas de toros son móviles y en ellas se destacan Tequisquiapan, Cadereyta y San Juan del Río que se arman para las ferias regionales de esos poblados.

A lo largo y ancho del estado podemos encontrar varias plazas en haciendas y ranchos para realizar tientas y novilladas. La plaza de toros en Juriquilla ha marcado un nuevo hito en la tauromaquia. Este pequeño e íntimo coso ha tenido impacto e influencia internacional, pero sobre todo le dio un nuevo empuje a esta actividad ganadera, sobre todo en el declive de la Santa María.

En el país existen aproximadamente una treintena de ganaderías dedicadas a la crianza del toro bravo. En el Estado la fiesta taurina está considerada desde el 2012 como Patrimonio Cultural inmaterial del Estado de Querétaro.

 

Por ahora me detengo aquí, y la próxima entrega concluyo con estas apreciaciones sobre la fiesta de los toros.

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